El Reino Unido afronta disturbios de extrema derecha tras años de retórica xenófoba de políticos y tertulianos
En julio de 2020, Nigel Farage, el líder del partido de extrema derecha Reform y actual diputado, colgó un vídeo de diez minutos con su visita a un hotel cerca de Worcester, en el centro de Inglaterra. Farage decía que no había conseguido reservar una habitación porque estaban alojados allí inmigrantes “ilegales” que asustaban a las mujeres de la zona y que tal vez estaban relacionados con el terrorismo.
En realidad, los allí hospedados eran solicitantes de asilo que, según la definición del Gobierno conservador de Boris Johnson, necesitaban protección especial y estaban alojados en ese lugar por las medidas sanitarias de la pandemia. La obsesión con los hoteles, a menudo en condiciones muy precarias, que el Reino Unido utiliza como alojamiento temporal y que son ahora objetivo de grupos violentos xenófobos viene de atrás. Tampoco es nueva la retórica que utilizan políticos de casi todo el espectro ideológico contra la inmigración como algo negativo y contra quienes llegan en pateras a través del canal de la Mancha.
En 2023, tanto la ministra del Interior como el número dos del Partido Conservador incluso defendieron a quienes protestaban de manera violenta delante de hoteles donde había alojados solicitantes de asilo. Los sindicatos, que representaban también a agentes que habían sufrido ataques, se quejaron de que el Gobierno de entonces era “cómplice” de la violencia. El Gobierno conservador estuvo 14 años en el poder, en parte propulsado por el Brexit y el discurso antiinmigración relacionado con la libre circulación de la UE
Los ataques de este domingo contra hoteles donde había refugiados en Rotherham, en el norte de Inglaterra, y Tamworth, en el centro, fueron especialmente violentos. Al menos 147 personas han sido arrestadas en las últimas horas; en total, casi medio millar de personas han sido detenidas en varios incidentes en Inglaterra e Irlanda del Norte tras asaltos organizados por grupos neonazis y otros de extrema derecha contra migrantes.
Esto ha sucedido después del asesinato de tres niñas de entre seis y nueve años durante una clase de danza en Southport, en el noroeste de Inglaterra. Allí empezaron los disturbios por la convocatoria de un grupo de extrema derecha, English Defence League, que nació hace 15 años y tiene raíces en grupos hooligans de fútbol.
El acusado del asesinato de Southport es un chico de 17 años llamado Axel Rudakubana, nacido en Gales y sobre el que los medios no pueden publicar apenas información por la estricta legislación del Reino Unido de censura previa en el caso de procesos legales. El juez aceptó la publicación del nombre del menor para intentar parar los bulos sobre su identidad, incluida la difusión de otro nombre de una persona identificada equivocadamente como un migrante musulmán. El acusado cumple la mayoría de edad esta semana, con lo que a partir de entonces puede levantarse alguna restricción.
La retórica de la “invasión”
El nuevo primer ministro, el laborista Keir Starmer, ha prometido mano dura contra los “matones” que han intentado atacar a refugiados y ha movilizado fuerzas de policías antidisturbios. Su ministra del Interior, Yvette Cooper, aseguró este lunes que los ultras no representan al país. “Estamos viendo un nivel de violencia criminal y de matonismo deplorables en algunas de nuestras ciudades y pueblos. Es una vergüenza. Esta gente no habla en nombre del Reino Unido”, dijo Cooper en una entrevista de la BBC.
Pero parte de la retórica contra los migrantes viene del propio Parlamento y del anterior Gobierno. Suella Braverman, la ministra del Interior entre 2022 y 2023 y antes fiscal general, hablaba de la “invasión” de migrantes que definía como hombres solteros que no compartían los valores nacionales y que trataban de hacer trampas simulando persecuciones que, según ella, no sufrían.
La retórica de “stop the boats” (“parad los barcos”, en referencia a las llegadas por el canal de la Mancha) ha sido adoptada no sólo por el Partido Conservador, sino también por el Partido Laborista y por los entrevistadores de los medios más profesionales, incluida la BBC.
Parte de este mensaje ha calado entre los ciudadanos. En 2022, según una encuesta de YouGov. el 76% de los votantes conservadores aseguraban que era “apropiado” definir la llegada de los migrantes al sur de Inglaterra como “una invasión”, tal y como hacía la ministra. La mayoría de los encuestados de cualquier partido a principios de 2024 estaba a favor de deportar a las personas llegadas en pequeñas embarcaciones y estaba dividida sobre si debían o no tener derecho a recurrir esta decisión.
Sunak echó a Braverman, en parte por su retórica agresiva contra la migración y las minorías, pero conservó su política de intentar mandar a solicitantes de asilo a Ruanda e incluso sugirió que el Reino Unido podía abandonar el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que se empeñaba en definir como “una corte extranjera” pese a que es una institución internacional promovida en su fundación por el Reino Unido. En junio, Sunak fue abucheado en un debate de la BBC por el público por su desafío al tribunal.
Ahora tanto Sunak como varios aspirantes al liderazgo del Partido Conservador piden mano dura contra los violentos xenófobos, se distancian de Nigel Farage y apoyan al nuevo Gobierno laborista de Starmer en sus acciones contra los ultras, pero voces incluso de su antiguo Gobierno culpan a los tories por sus palabras o falta de acción contra los extremistas.
Sara Khan, consejera de Sunak para la cohesión social, se queja en declaraciones a The Guardian de la retórica política durante años “contra solicitantes de asilo, refugiados y personas que llegan” al Reino Unido. “Por supuesto, hay un debate legítimo sobre la inmigración, sobre los números y todas esas cosas, pero hay una manera de hablar de esos asuntos sin utilizar palabras deshumanizadoras e incendiarias… La gente dice ‘bueno, si los políticos pueden usar ese lenguaje, ¿por qué nosotros no?”, explica. Khan se queja de los gobiernos conservadores que asesoró no pusieron medios contra los grupos extremistas activos desde hace años y que ya habían causado violencia mortal. En 2016, durante la campaña sobre el referéndum del Brexit, la diputada laborista Jo Cox fue asesinada por un ultranacionalista británico, pero, según denuncia Khan, en 2021, el Gobierno incluso desmontó su estrategia contra el extremismo, que incluía dinero para los ayuntamientos y otras autoridades locales.
En el caso de la retórica política, los mensajes de los miembros del Gobierno y los diputados están bajo escrutinio cuando incluyen falsedades a sabiendas. La oficina dedicada a los estándares de la Cámara de los Comunes ya ha advertido a los diputados que tengan cuidado con sus palabras, por ejemplo sugiriendo que las autoridades ocultan información sobre el asesinato de las niñas de Southport. Varios diputados también conservadores han criticado a Farage, que, por primera vez, es diputado tras las elecciones de julio, en las que su partido logró cinco escaños de los 650 del Parlamento. Su condición de diputado puede suponerle sanciones si no respeta reglas básicas de cortesía o miente en la Cámara de los Comunes.
La migración neta
La mayoría de los migrantes y solicitantes de asilo no llega por mar y la subida de la migración neta, es decir la diferencia entre las personas que se marchan del país y las que llegan, está también relacionada con el flujo de estudiantes, trabajadores con visado y refugiados de las guerras de Ucrania o de Afganistán en un país donde hay casi pleno empleo y falta personal en sectores clave como el transporte y la sanidad.
En la campaña electoral, tanto el Partido Conservador, que sufrió una derrota histórica, como el Partido Laborista se comprometieron a bajar la migración neta, es decir incluidas las llegadas de estudiantes y trabajadores de cualquier país que quieran hacer los trámites legales.
Aun así, nada más ser elegido, Starmer, canceló, tal y como prometió, la política de enviar a los solicitantes de asilo a Ruanda, que los gobiernos conservadores llevaban intentando como medida disuasoria desde 2022. El primer ministro laborista también se ha comprometido a no salirse del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (incluso expuso su carta fundacional en la cumbre europea celebrada en Woodstock, en Inglaterra, a mediados de julio). A la vez, Starmer planea una nueva fuerza de vigilancia marítima y trata de llegar a acuerdos con Francia para limitar el tráfico de personas en el canal.
Las llegadas por el canal de la Mancha han aumentado desde 2018, pero todavía representan números relativamente bajos para un país de 67 millones de habitantes: en 2023, según el Ministerio del Interior, llegaron así 29.437 personas. En la primera mitad de 2024, se identificó la llegada en estas embarcaciones de 12.646 personas.
Por comparación, en 2023, llegaron por vía marítima de manera irregular a España más de 55.000 personas y, en los primeros cuatro meses de este año, llegaron casi 16.000 personas en patera a Canarias. España tiene 20 millones de habitantes menos que el Reino Unido.
Hoteles insalubres
En el Reino Unido, la mayoría de los solicitantes de asilo que esperan los trámites están alojados en casas y centros de acogida, pero en 2020 el Gobierno empezó a utilizar también hoteles, muchos de ellos cerrados por la pandemia. Las condiciones insalubres y la falta de control especialmente para la protección de menores han sido denunciadas por investigaciones periodísticas y organizaciones no gubernamentales. En 2023, el Gobierno reconoció que le había perdido la pista a unos 200 menores, en algunos casos susceptibles de ser presa de redes de prostitución y explotación laboral.
El supuesto privilegio de estar en un hotel ha sido uno de los temas frecuentes en algunos de los diarios más leídos en el Reino Unido, como el Daily Mail, uno de los medios con un índice de confianza más baja del país, pero que todavía está entre los de mayor alcance de audiencia, según los datos del Instituto Reuters para el estudio del periodismo de este año. Una mirada a sus portadas muestra una selección de la cobertura habitual contra migrantes y extranjeros.
En otro estudio del Instituto Reuters personas de comunidades negras y de minorías étnicas se quejan especialmente en el Reino Unido del retrato que encuentran en la prensa de sí mismas y sus entornos a menudo relacionado con la violencia, la inmigración ilegal y la recepción de ayudas públicas.
Jonathan Portes, economista experto en migración del King’s College de Londres, explicaba este lunes en una entrevista en Talk, un canal de opinión conservador en streaming propiedad de Rupert Murdoch, que los propios presentadores de ese medio tenían responsabilidad en los sucedido en las últimas horas. Portes citó los comentarios contra migrantes y musulmanes mezclados con bulos de varios de sus colaboradores y de tertulianos que también escriben como columnistas en el diario The Times, el diario The Sun o en la revista The Spectator.
Portes definió los ataques contra hoteles donde se alojan refugiados como intentos de “pogromos” (la palabra utilizada para los linchamientos sobre todo contra los judíos en la Rusia zarista) y aseguró que sería un error no relacionarlos con comentaristas que llevan años “justificando” la violencia contra minorías, extranjeros y migrantes. “Las redes sociales desde luego son una parte esencial de esto, pero la interacción entre la prensa supuestamente respetable y las redes es especialmente peligrosa ahora”, dijo el profesor.
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