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ENTREVISTA
Seán Binder, voluntario acusado de tráfico de personas en Grecia

“Si extendieras la mano para ayudar a alguien que se ahoga, habrías cometido el mismo crimen del que me acusan”

Seán Binder, voluntario y activista, en un acto en contra de la criminalización del rescate en el mar.

Emili Serra

17 de noviembre de 2021 22:51 h

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Sarah llegó a la isla griega como refugiada en 2015. Su historia es conocida: cuando el motor de su balsa falló, Sarah y su hermana salvaron a 18 compañeros de viaje arrastrando la embarcación que se hundía hasta un lugar seguro. Tras conseguir asilo en Alemania, volvió a Grecia y se convirtió en voluntaria para una ONG griega, donde conoció a Seán, un buzo de rescate entrenado durante años en Irlanda que, tras estudiar las políticas europeas de Defensa y Seguridad, también decidió actuar.

Juntos, dedicaban su día a día a la búsqueda de migrantes en riesgo en las aguas del Egeo. Ambos fueron detenidos en 2018 por contrabando, espionaje, uso ilegal de frecuencias de radio y fraude, cargos que organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional consideran “infundados” e “ilegales”. Pasaron más de 100 días en prisión antes de ser liberados bajo fianza en diciembre de 2018.

Este jueves empieza en Atenas el juicio de estos dos voluntarios, Seán Binder (27) y Sarah Mardini (25), que se enfrentan a una posible condena de 25 años de cárcel por el rescate de migrantes en peligro en su intento de llegar a la isla griega de Lesbos.

Según un informe publicado por Amnistía Internacional en 2020, cientos de voluntarios y activistas han sido criminalizados en toda Europa por realizar operaciones de salvamento como Sarah y Seán. La organización denuncia que gobiernos europeos han desplegado “medidas punitivas” contra las personas que defienden los derechos de los refugiados y los migrantes.

Se han emprendido decenas de acciones judiciales contra personas y ONG, entre ellas Médicos Sin Fronteras, en Italia, Grecia, Francia y Suiza.

Pocos días antes de su juicio, Binder habla con elDiario.es para contar los detalles de su detención y analiza el vuelco que las políticas migratorias de la UE han dado hacia la criminalización.

¿Cuándo y por qué decidió empezar su trabajo humanitario?

En octubre de 2017 decidí unirme a una organización griega de búsqueda y rescate en Lesbos. La isla ha sido uno de los principales puntos de entrada a Europa: alrededor de una cuarta parte de las personas que vinieron buscando asilo lo hicieron a través de Lesbos. Es un viaje corto entre Turquía y Grecia, pero sigue siendo muy peligroso. Hay gente que se ahoga o que llega en situaciones muy peligrosas. Yo estaba terminando mi máster en Política Europea de Defensa y Seguridad en Londres y me di cuenta de que la forma en que la UE está respondiendo a una de las catástrofes humanitarias más graves de nuestro tiempo es asegurando y defendiendo nuestra frontera contra personas que están en riesgo de ahogarse. Esto es contrario al derecho marítimo internacional y vulnera los derechos humanos.

De adolescente, crecí en la costa del suroeste de Irlanda; hice mucho surf, nadé mucho y me formé como buceador de rescate. Así que pensé: “Vale, entiendo el contexto político y también tengo las habilidades prácticas necesarias para hacer búsqueda y rescate”. Pensé en hacerlo durante un par de meses, que se convirtieron en casi un año. Y luego vino la cárcel.

A escasos momentos del juicio que podría llevarle a prisión 25 años, ¿cómo está?

Estoy aterrorizado. Tengo miedo, por supuesto, pero sé que no hicimos nada malo. Se me acusa de delitos muy graves: uno de ellos es facilitar la entrada de inmigrantes de terceros países, básicamente contrabando; de formar parte de una organización criminal; de blanqueo de dinero; falsificación; fraude, hasta de mi sueño de la infancia, espionaje. Pero no hemos hecho nada de eso. Hemos entregado nuestro expediente a muchos investigadores independientes y todos ellos concluyen que no hay pruebas de ningún delito. Human Rights Watch dice que se trata de acusaciones sin fundamento, y que la Fiscalía parece estar intentando criminalizar el hecho de salvar vidas.

La Fiscalía dice que utilicé y escuché servicios de comunicación encriptados, pero lo que realmente quiere decir es que escuché los canales de radio de nuestro barco de búsqueda y rescate, que estaba escaneando canales públicos, como hace cualquier barco. Y cuando sostiene que los utilizamos, se refieren a que nos comunicábamos a través de WhatsApp. Así de absurdas son sus pruebas. Hacen esto sólo para acabar con la búsqueda y el rescate, que es lo más aterrador de todo. ¿Qué harías tú? ¿Qué harías si vieras a alguien ahogándose? Si extendieras la mano y trataras de ayudarles, habrías cometido exactamente el mismo crimen que se supone que he cometido yo.

¿Cómo puede considerarse contrabando el hecho de proporcionar algo de ropa de abrigo, comida y demás?

Esto es lo que hicimos mayoritariamente. Por lo general, como tenemos barcos y médicos y luego salimos al mar, la gente piensa que los trabajadores de búsqueda y rescate hacemos esto siempre. Pero la mayoría de las veces sólo les dábamos una sonrisa y una manta. Normalmente la gente llegaba por sí misma, sin ninguna ayuda ni intervención. Pero a veces se ahogan. A veces están en shock hipotérmico. A veces corren riesgos realmente grave. Y es ahí cuando la búsqueda y rescate es importante. No importa quién seas. No importa si eres un solicitante de asilo que finalmente entra en la protección internacional; no importa si eres una persona que al final no consigue protección internacional: nadie merece ahogarse.

Hacen esto sólo para acabar con la búsqueda y el rescate, que es lo más aterrador de todo. ¿Qué harías tú? Si extendieras la mano y trataras de ayudarles, habrías cometido exactamente el mismo crimen que se supone que he cometido yo.

¿Cómo se produjo su detención? Ha contado que colaboraban con las autoridades, pero luego se volvieron contra ustedes.

Eso es lo extraño. Las personas que me arrestaron son las mismas con las que estuve trabajando codo con codo. Recuerdo que Frontex nos pidió ayuda una vez que se quedó sin suministros. También recuerdo un par de veces que los guardacostas griegos no tenían formación en primeros auxilios y nosotros se la proporcionamos. La búsqueda y el rescate a menudo se presenta como un intento de suplantar o apartar a las autoridades de este espacio, y eso no es cierto. Estamos ahí porque las autoridades no pueden: no tienen los recursos ni las habilidades para hacerlo.

Y sin embargo, una noche de febrero, en 2018, la policía nos vino a buscar. Yo estaba haciendo un turno de avistamiento, justo al lado de la costa, en el mismo lugar en el que lo hacíamos todas las noches durante dos años. Y llegó la policía. Nos pareció bastante normal porque, como he dicho antes, trabajamos juntos y suelen hablar con nosotros. Nos pidieron los pasaportes, también bastante normal. Pero entonces empezaron a inspeccionar el Jeep de la organización y comenzaron a decirnos que había algo sospechoso. Así que nos pidieron a Sarah y a mí que fuéramos a la comisaría con ellos. Pasamos una noche en una celda y, a la mañana siguiente, me llevaron a nuestro almacén, pero no encontraron nada. Se llevaron mi teléfono, el de Sarah y el de la organización, se llevan nuestros ordenadores portátiles y los registran. Nuevamente no encuentran nada, por lo que nos dejaron en libertad la noche siguiente. No habíamos hecho nada malo.

Cinco días después, se publicó un artículo que hablaba de “un espía alemán”, que se supone que soy yo, “y su cómplice siria”, supuestamente Sarah, que “fueron atrapados en un Jeep militar robado, entrando en una base militar para robar secretos de ”Estado“. Eso es lo que la policía había filtrado a la prensa. El medio era una publicación online de derechas. No podíamos creerlo. Era ridículo, por lo que pensamos que no iba a pasar nada, que debía de ser una broma malísima.

¿Qué pasó luego?

Seguimos trabajando junto a los mismos policías y guardacostas, desde febrero hasta agosto. En agosto nos vuelven a detener, y esta vez nos acusan. Pasamos tres meses y medio en prisión preventiva. Teóricamente, en prisión preventiva eres inocente hasta que se demuestre lo contrario. Pero, en la práctica, fui tratado como un criminal convicto. Estuve esposado al lado de una persona que había cometido un doble homicidio. De nuevo, por no hacer nada más que intentar ayudar.

Ahora que hablaba de Frontex, se enfrentaron a una investigación a principios de este año que demostró sus malas prácticas. ¿Qué opina del cambio que prometieron?

Es importante darse cuenta de que en 2015 hubo un cambio en la política migratoria europea. Mientras la operación Mare Nostrum de Italia trató de proporcionar búsqueda y rescate, la operación Tritón de Frontex que la sustituyó tenía un enfoque de vigilancia, de lucha contra el contrabando, en vez de un punto de vista humanitario. Frontex también tachaba a ciertos rescatadores como parte de la actividad ilegal; ve toda la crisis desde ese prisma. No hay ninguna prueba que sugiera que el rescate y el tráfico de personas estén conectados. Nunca ha habido un caso de colusión real entre las organizaciones humanitarias, que actúan de buena fe, y el contrabando. Pero tampoco ha habido ninguna relación causal indirecta.

Lo que Frontex dijo en 2017 es que hay un efecto llamada. Sostiene que, si bien la búsqueda y rescate no es explícitamente ilegal, sí facilita el tráfico de personas porque provoca que los viajes sean más fáciles para los traficantes. A pesar de esta falta de evidencia, vemos que Frontex y los Estados miembros, continúan criminalizándonos.

Ha habido al menos 180 personas en los 13 Estados miembros de la Unión Europea que han sido criminalizadas por actuaciones solidarias. La búsqueda y rescate está exigida por la ley; la ley marítima internacional nos exige a nosotros, exige a la Unión Europea, exige a Frontex, que proporcionemos servicios de búsqueda y rescate a las personas en peligro. Sin embargo, no lo estamos haciendo adecuadamente. 20.000 personas han muerto en el Mar Mediterráneo. Eran muertes evitables.

Cuando protegemos una frontera, como se viene haciendo desde 2015, con Frontex como pieza clave, obligamos a la gente a hacer estos viajes de contrabando, porque no hay una forma legal y segura de ser un solicitante de asilo.

¿Cree que hay un “efecto llamada” como del que habla Frontex?

Es la misma política de seguridad de Frontex la que causa el tráfico de personas. Esto es lo más frustrante. Mientras Frontex intenta detener el contrabando, en realidad lo permite. Para ser un solicitante de asilo, tienes que estar dentro del territorio en el que quieres obtener protección internacional. Hay que venir a Grecia para obtener la protección griega. Cuando protegemos una frontera, como se viene haciendo desde 2015, con Frontex como pieza clave, obligamos a la gente a hacer estos viajes irregulares, porque no hay una forma legal y segura de ser un solicitante de asilo. A falta de un medio adecuado para solicitar asilo, les obligamos a ponerse en manos de contrabandistas. 

¿Cuál es la situación actual en Lesbos? Después del incendio del año pasado, las autoridades griegas prometieron un nuevo campamento en Kara Tepe, del que todavía no sabemos nada.

Al principio, Lesbos y su comunidad mostraron mucha solidaridad con la gente en apuros. Luego, con el paso de los años, su solidaridad disminuyó. Recibieron muy poco apoyo del Gobierno griego, las islas se cerraron y se convirtieron en una prisión virtual, no sólo para los solicitantes de asilo, sino para la comunidad en general, atrapada en un problema europeo, no un problema de Lesbos. Europa tampoco proporcionó ninguna ayuda al Gobierno griego.

Eso hizo que el ambiente se tensase, como vimos con la violencia que estalló en la isla antes de la pandemia. En muchos sentidos, la COVID-19 y las restricciones paralizaron esas tensiones, pero todo seguía mal. El incendio fue terrible, pero la situación no es tan mala como podría haber sido el año pasado. Y al mismo tiempo, no hay organizaciones de búsqueda y rescate activas, porque todas tienen miedo después de lo que nos ha pasado.

Después de su detención y acusación, ¿cómo ha podido seguir activo en su labor humanitaria?

Ha sido difícil. He estado ayudando y tratando de dar algunas conferencias para sensibilizar sobre el tema. He desarrollado muchas actividades de promoción en la UE para lograr un cambio de política en torno a esta cuestión, ya que, como sabemos, no es ilegal realizar actividades de búsqueda y rescate, sino que es nuestro deber legal y moral realizarlas. Y eso debería estar protegido por la ley. Necesitamos más apoyo, necesitamos que la UE lo reconozca y que actúe en consecuencia. Que no se limite a hablar de ello, sino que actúe.

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