Los sospechosos “likes” de Facebook
Hace unas semanas, mientras publicaba una noticia en mi página de Facebook, observé que en la sección de anuncios que aparece en la columna derecha de la plataforma figuraba que un amigo sirio que lleva meses arrestado había pinchado en “Me gusta” en una página de venta de seguros. Me precipité al perfil de mi amigo con la ilusión de que hubiera sido liberado. Su estatus de Facebook permanecía sin actualizar desde la fecha de su detención y él continuaba arrestado. En realidad, liberado o no, es poco probable que mi amigo tuviese interés alguno en el contenido de esa página. A partir de ese incidente comencé a investigar si se habían dado más casos similares y me encontré con que es algo que muchos usuarios han denunciado últimamente.
El modelo de negocio de esta red social está basado en los gustos y comportamientos de los usuarios, que Facebook facilita a anunciantes. Cada usuario decide qué páginas les interesan y pincha en “me gusta” (“like” en su versión en inglés) para mantenerse al tanto de las novedades que se publiquen en ellas. Cada vez más empresas utilizan además los servicios de anuncios y “contenidos promocionados” que permiten a las marcas aumentar su visibilidad a cambio del pago de una cuota a Facebook. La propia política de privacidad de la plataforma establece que:
“Facebook es un servicio gratuito que se sostiene principalmente de la publicidad. No compartiremos tu información con anunciantes sin tu consentimiento. Permitimos a los anunciantes seleccionar características de usuarios a los que quieren mostrar sus anuncios y utilizamos la información que los usuarios comparten para servir los anuncios.”
“¿Por qué hay pesonas fallecidas a la que les gustan páginas de Facebook?”, se pregunta la revista Read Write Social en un artículo que analiza casos de “likes de ultratumba”, personas que tiempo después de fallecidas aparecen vinculadas a páginas y anuncios en la red social.
Según un portavoz de Facebook esto puede deberse a que si nadie informa del fallecimiento del usuario, la red continúa actualizando los “me gusta” anteriores. Sin embargo, se han dado muchos casos en los que el usuario nunca llegó a pinchar en la página en la que figura. El artículo cita situaciones como vegetarianos en páginas de restaurantes de hamburguesas, de personas sin perro en páginas de piensos, y otros que nunca han tenido coche en anuncios de automóviles.
Para comprobar hasta qué punto está extendida esta práctica, he preguntado entre mis contactos si habían reparado en algo inusual en páginas, anuncios o eventos de Facebook y he comprobado que lo que parecían irregularidades se ha convertido en algo habitual.
“Lo noto constantemente”, me respondió una amiga. “Desde un conocido sin hijos al que ”le gusta“ un anuncio de ropa de bebé hasta mi marido siguiendo una página de noticias en la que nunca ha entrado y que es totalmente contraria a sus gustos y tendencias.”
“Veo continuamente páginas en las que se supone que he pinchado que no me interesan en absoluto y en las que nunca he entrado”, me cuenta otro contacto. “Y no parece que haya ninguna relación entre las páginas, son todas distintas. La última, un anuncio de una empresa de shawarma que no conozco de nada.”
Hay ejemplos más graves, como personas afiliadas a partidos de izquierda que figuran en páginas dedicadas a promocionar partidos opuestos a su orientación política. Un caso que se repite es el de la página dedicada al candidato republicano estadounidense Mitt Romney, en la que muchos usuarios han denunciado figurar contra su voluntad.
¿Quién está tras esos “likes” falsos? ¿El propio Facebook? ¿Aplicaciones creadas por terceros a los que Facebook permite inflar los números? Resulta preocupante que información relativa a lo que a uno le interesa, a los contenidos y noticias con las que se identifica puedan manipularse sin que el usuario tenga control ni conocimiento de ello. Nos hemos puesto en contacto con un portavoz de Facebook para averiguar si la empresa tiene conocimiento de esta práctica y por el momento no hemos recibido respuesta. Sea cual sea el origen de estas alteraciones en los gustos de sus usuarios, a Facebook, una empresa que vive del valor de sus datos, debería preocuparle lo que esto supone para su credibilidad.