Una revista LGTBI se enfrenta a la homofobia en Uganda
Hace ahora cuatro años, David Kato, un conocido activista por los derechos LGTBI en Uganda fue brutalmente asesinado en su casa de Kampala. Los hechos ocurrían tres meses después de que su foto y datos personales aparecieran en la portada del diario sensacionalista -ya fuera de circulación- Rolling Stone. Desde entonces, los ataques contra homosexuales han sido constantes en este país de mayoría cristiana, auspiciados por los discursos políticos, y alentados desde púlpitos y medios de comunicación.
¿Cómo contrarrestar esa homofobia institucionalizada? Es una pregunta que Kasha J. Nabagesera, amiga cercana de Kato y una de las voces más destacadas dentro del colectivo LGTBI ugandés, lleva varios años formulándose. La fundadora de Freedom and Roam (FARUG) ha llevado ahora su lucha un paso más allá y acaba de lanzar la primera revista LGTBI de Uganda, Bombastic. 75 páginas de historias personales y opinión que pretenden sacudir conciencias y romper estereotipos.
“Me di cuenta de que no teníamos ningún espacio en el que poder compartir nuestras historias porque todas las plataformas se nos cierran con el argumento de que promovemos la homosexualidad”, cuenta a eldiario.es desde Kampala. “Decidí que debíamos construir ese espacio propio, lejos de los medios de comunicación convencionales y su manera tergiversada de informar sobre la homosexualidad. Los medios lanzan mensajes en contra de los gays, han estado señalando a la gente, humillándola, así que el único modo de contar nuestras historias y promover un verdadero cambio de conciencia era éste”, explica.
Bombastic nació “como un regalo de Navidad”. El 22 de diciembre de 2014, antes de iniciarse las vacaciones, las revistas se distribuyeron a los diputados en el Parlamento. “Para que tuvieran algo que leer en esas fechas”, dice con ironía su directora. En realidad, la salida a la calle de la publicación coincidía con los rumores que hablaban de un nuevo intento de aprobar la polémica Ley anti-gay.
En febrero del pasado año, entraba en vigor una ley que endurecía las penas y ampliaba los delitos vinculados a la homosexualidad. El texto fue un duro golpe para las organizaciones LGTBI y tras su aprobación se incrementaron los ataques. Aumentó el miedo y muchas personas optaron por abandonar Uganda y buscar refugio en países fronterizos como Kenia. Kasha y su equipo, que ya estaban trabajando en Bombastic entonces, se vieron obligados a cesar la actividad. Publicarla hubiera sido ilegal, un riesgo demasiado alto.
En agosto, cuando la Corte Constitucional declaró la nulidad de la ley anti-gay retomaron el proyecto. “Ganamos este caso y eso fue una buena noticia pero también tuvo su contraparte. Cuando se notificó la suspensión de la ley se produjeron reacciones adversas, mucha gente se volvió en contra de la comunidad LGTBI y hubo una escalada de la violencia. Es verdad que sin la nueva ley nuestro trabajo ya no es tan peligroso –concede la activista- pero todavía tenemos que luchar contra la antigua”.
“Quemaron las revistas delante de nosotros”
“A los 16 años me di cuenta de que era lesbiana y mi vida finalmente tuvo sentido para mí. No lo tuvo para mi familia y lo escondí durante mucho tiempo hasta que ya no pude más. El chantaje era terrible: la gente pensaba que podía utilizar el secreto en mi contra y salirse con la suya. Gente que era muy cercana a mí. Ser gay me ha supuesto un viaje que no ha sido fácil. Desde aceptarme hasta aprender y comprender que no todo el mundo me acepta por ser quien soy. Si tuviera elección, no sería lesbiana. […] Mi esperanza es que al compartir mi historia te des cuenta de que soy igual que tú, la única diferencia es a quien amo. Y a quien yo ame no te afectará, no ensuciará a tus hijos ni a ti. La homosexualidad no se contagia”.
Al principio no fue fácil recoger testimonios como este, de Angel. Kasha cuenta que la gente no acababa de entender el sentido de lo que les pedía. “Continué insistiendo, diciendo todos los días en las redes sociales por qué era importante para nosotros tener nuestra propia plataforma, y cuanto más lo compartía, más se iban emocionando los demás”, recuerda. Tanto que llegó a reunir 500 historias. “Lo difícil fue escoger”.
Junto al lanzamiento de Bombastic se ha puesto en marcha también la web Kuchutimes. En ella, además de ofrecer acceso a la revista e información, se comparten testimonios en audio y video. El objetivo de Kasha es llegar a todos los distritos del país, incluidas las islas. Y a los medios. Ellos fueron también de los primeros receptores. “Lógicamente, la revista no les gustó mucho –en el primer número hay artículos muy críticos con la prensa ugandesa-, tan solo tres medios han informado algo sobre Bombastic, la mayoría de los periodistas reaccionaron sarcásticamente, con risas, diciendo yah, yah”.
Sesenta voluntarios se encargaron de distribuir gratuitamente las 15.000 revistas que se editaron. Se entregaron en supermercados, en tiendas, en la calle, en todas partes. La propia Kasha le dio una a un predicador. En una mano Bombastic, en la otra una Biblia. “Hay gente que reaccionaba bien, con curiosidad, veían mi foto y preguntaban qué pasaba con esa chica. Otros no se lo tomaron así. En una zona del Este de Uganda, unas personas que estaban en una tienda las quemaron delante de nosotros y amenazaron con llamar a la policía si nos volvían a ver”.
“Nos acusan de ser pornográficos, de dar información ilegal”
Kasha Nabagesera evalúa el impacto de Bombastic un mes después de su salida. “Ha sido enorme. Hemos recibido montones de llamadas felicitándonos por ser tan valientes, por hacer algo así en un entorno como éste, pero también nos han llegado numerosos mensajes de odio, amenazas de arresto de parte de líderes religiosos y del propio ministro de Ética, acusándonos de ser pornográficos, de dar información que es ilegal porque la homosexualidad sigue estando prohibida”, revela la activista, agradecida porque no paran de llegar nuevos testimonios.
Gracias a la publicación, Kasha asegura que ha conseguido sentarse y dialogar de tú a tú con funcionarios del gobierno, exponerles la violencia a la que sigue estando expuesta la comunidad LGTBI. Una semana antes de conversar con eldiario.es nueve ugandeses fueron arrestados en su pueblo por la policía tras expandirse el rumor de que eran gays. “Las violaciones de derechos humanos no han cesado”, insiste.
Bombastic es su forma de luchar contra la homofobia. “Nuestro plan es imprimir otras 55.000 copias y continuar captando fondos y recursos para poder sacar más números en papel”. Esa es la apuesta. “Cambiar la actitud de la gente, que entiendan a las personas LGTBI, y que ellas sepan que no están solas, que hay mucha gente pasando por una situación similar”. Para Kasha las amenazas son solo una parte más del proyecto. “No nos vamos a rendir, vamos a seguir publicándola. Tenemos demasiadas historias que sacar ahí afuera”.