El centro de internamiento donde quedan bloqueados los inmigrantes que entran en Melilla triplica su capacidad de alojamiento, “está desbordado”, dicen las fuentes oficiales. Allí viven cerca de 1.800 personas, cuando su capacidad óptima corresponde a 480. Estas son algunas de las historias hacinadas que “desbordan” el CETI.
“¿Mi familia?”, reflexiona unos segundos ante la cámara un joven maliense. “Mi familia es pobre”, responde exhausto en la fachada del CETI de Melilla. Es una de las de cerca de 500 personas que consiguieron acceder este martes a Melilla tras superar la alambrada de la ciudad autónoma. Muestra sus manos al reportero, vendadas a causa de los cortes que le produjeron las cuchillas al cruzar la valla. La Delegación del Gobierno confirmó ayer al menos 29 heridos de consideración atendidos en España.
Otro inmigrante de origen subsahariano se acerca cojeando y con ambas manos vendadas (minuto 1:10 del segundo vídeo) a la puerta del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). Ambos llegaron a España en el último salto de la valla de Melilla, el séptimo en este 2014, en el que participaron cerca de 1.000 inmigrantes y, según la versión oficial de Delegación del Gobierno, uno de los más numerosos hasta la fecha.
Frank tiene 18 años y dice ante el objetivo que acaba de llegar a Melilla. “Mi vida en el Gurugú ha sido un poco difícil. He visto morir a gente delante de mí”. Denuncia que en el monte Gurugú, donde viven numerosos inmigrantes esperando una oportunidad para entrar en España, los “han tratado como a animales”. Como el testimonio del maliense herido, la pobreza protagoniza su historia: “Mi familia es muy muy pobre”.
Hasta pisar suelo español, ha pasado por muchos países. “Nigeria, Níger, Argelia, Marruecos”, enumera. Da gracias a Dios por haber dejado atrás Marruecos. “No ha sido fácil”, resume.
Mamadu habla de coraje y del lado bueno de lo pasado. “Estoy contento. Hoy he cumplido mi misión”, afirma. El 18 de marzo, que para algunos quedará como la fecha de una de las mayores llegadas a Melilla, es para él “un día feliz”. “La vida no es fácil pero el coraje es el que hace que puedas tener más opciones”.
Abu Fali Keika se presenta ante la cámara. También maliense, llegó a España el pasado 24 de febrero y admite que ahora lo que le inquietan son las repatriaciones. El Gobierno ha encargado un estudio para modificar la Ley de Extranjería y legalizar las devoluciones 'en caliente' de inmigrantes. Pide a la Unión Europea que “nos acoja bien, con los brazos abiertos. Que comprenda también que es el sufrimiento y la miseria lo que nos trae a este país. No otra cosa”.
Ndie Roland relata su dura “aventura” hasta alcanzar el CETI, el pasado 17 de febrero. Fue su tercer intento, tras dos fallidos en los que se hirió en el pie izquierdo. “Tres años en Marruecos”, recuerda. España no fue su primer destino. Viajó a Camerún, donde vive su padre, para ver si él podía costearle sus estudios, pero no tenía recursos. “Estaba solo”. Fue entonces cuando comenzó el viaje a Europa: Chad, Camerún, Nigeria, Níger, Argelia y Marruecos fueron los países que atravesó hasta llegar a España.