España alcanza su máximo de trabajadores con temporales más precarios y un millón de parados más que antes de la crisis
Nuevo récord de trabajadores en España: 19,5 millones de personas. Han tenido que pasar más de diez años para que el país haya podido alcanzar y superar su máximo de ocupados afiliados a la Seguridad Social, alcanzado en julio de 2007, antes de que estallara la crisis. Sin embargo, todavía no se ha logrado recuperar los niveles de desempleo previos a la crisis, con alrededor de un millón de desempleados más, que además están menos protegidos por el sistema público que hace una década. Uno de los colectivos más inestables, el de los trabajadores temporales, se ha reducido, pero ha aumentado su precariedad en forma de contratos más cortos.
En concreto, el nuevo récord de afiliación media a la Seguridad Social se situó en las 19.517.697 personas ocupadas, unas 24.600 más que en julio de 2007. Se ha llegado a este nuevo máximo después de que la afiliación media sumara 75.584 trabajadores respecto a mayo, una cifra inferior a la de los tres años anteriores.
El ritmo de creación de empleo se está moderando a lo largo de 2019, cuando ha bajado por debajo del 3%. En junio fue del 2,69%, un dato aún alto, ha recordado este martes el secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, que incluso mejora las previsiones que tenía el Ejecutivo socialista a finales de 2018, entre un “2,4 y un 2,5%”, ha recordado.
Desde el último récord de afiliación, la distribución de los trabajadores por sectores económicos ha cambiado. El sector servicios ha ganado peso en el mercado laboral: en junio daba trabajo al 76% del total de ocupados afiliados a la Seguridad Social en España. En el mismo mes de 2007, al 67%.
La relevancia en el empleo que han ganado los servicios la han perdido otros sectores, como la Construcción (6,5% en 2019 y 13% en 2007), que experimentó durante la crisis una gran pérdida de empleo tras reventar la burbuja inmobiliaria, pero también la Industria (12% y 14%, respectivamente). En el caso de la agricultura, los porcentajes están alrededor del 6% en ambas fechas.
El paro baja, pero no a niveles precrisis
Batir la barrera simbólica de los 19,5 millones de trabajadores era una noticia esperada por Trabajo, en este mes o en julio, como anticipó la secretaria de Estado de Empleo, Yolanda Valdeolivas. El Ministerio también confiaba en dar otra buena noticia este martes: que el número de parados bajara de los tres millones de personas, un límite que finalmente no se ha franqueado.
El total de personas desempleadas apuntadas a las oficinas públicas de empleo se situó el pasado mes en 3.015.686, tras un descenso de 63.805 personas. La disminución del desempleo es la más reducida desde 2009 y, en términos desestacionalizados (que aíslan factores como el empuje estacional propio del verano), el paro aumenta en 8.986 personas. Valdeolivas ha explicado que Trabajo adjudica esta subida a que cada vez hay menos “efecto desánimo” y más personas acuden a las oficinas públicas de empleo para buscar un trabajo.
La secretaria de Estado de Empleo ha reconocido que, si bien en la afiliación se han recuperado los niveles precrisis, en el desempleo esa afirmación queda lejos pese a acumular más de cuatro años de recuperación macroeconómica. Según las cifras de las oficinas del servicio público de empleo (SEPE), el paro registrado en junio de este año superó en 1.049.817 personas el dato de junio de 2007.
El dato de desempleo de la Encuesta de Población Activa –que generalmente es más abultado que el del SEPE porque incluye a personas que están en desempleo pero no acuden a sus oficinas– también muestra cómo el número de desempleados se mantiene muy por encima de los niveles previos a la recesión. En términos de tasa de paro (parados respecto a activos), el porcentaje era del 14,7% en el primer trimestre de 2019, último dato disponible, y del 7,9% en 2007.
Entre esos desempleados que no encuentran salida en el mercado laboral destaca una gran bolsa de desempleados de larga duración. La crisis ha dejado un gran aumento del número de personas que se han desenganchado del ámbito laboral durante más de doce meses, pese a buscar un empleo. Un ejemplo: los desempleados que buscan trabajo desde hace más de dos años era a comienzos de 2019 más del cuádruple que la de inicios de 2017. El Ministerio aprobó un plan centrado en este colectivo el pasado marzo, en el que seis de cada diez personas son mujeres.
Respecto a la brecha de género en el desempleo, es destacable que durante la crisis las tasas de paro de hombres y mujeres se acercaron, pero con la recuperación del empleo ellos están saliendo con más intensidad del desempleo que ellas. Por lo tanto, la diferencia de género vuelve a ensancharse. En el primer trimestre de 2019 fue de 3,8 puntos, cinco décimas más que en el mismo periodo del año anterior.
En cuanto al paro según la edad, casi todos los grupos que desglosa la EPA mantienen tasas de desempleo superiores a las registradas antes de la crisis, pero hay un colectivo que destaca sobre el resto. Los más jóvenes han sido los más expulsados del mercado laboral en la última década, con tasas de paro que se han duplicado incluso, como entre las personas con 20 a 24 años, del 15% a comienzos de 2007 hasta el 32% en el inicio de este ejercicio.
¿De qué sectores proceden las personas desempleadas? Muy mayoritariamente del sector servicios, que se mantiene con un gran margen de distancia del resto de actividades en cuanto al número de desempleados.
Desempleados menos protegidos por el sistema
Otra de las facturas de la crisis, además de ese mayor número de desempleados, es un sistema de protección social público más débil para que estas personas hagan frente al paro. Las personas que obtienen alguna ayuda o prestación debido a su situación de desempleo son muchas menos que las que había en 2007. Según los últimos datos (mayo de 2019) la llamada tasa de cobertura está situada en el 60,1%. Es decir, que cuatro de cada diez parados no recibe ninguna ayuda o prestación.
Este dato ha ido incrementándose en los últimos años, pero aún está muy lejos del 76,6% de mayo de 2007. Durante la crisis, el Gobierno de Mariano Rajoy limitó algunas prestaciones por desempleo, como las ayudas para parados de más de 52 años (que restringió a través de una subida de la edad de acceso a los 55 años y un cambio en el criterio de renta de los posibles beneficiarios).
La protección pública llega a menos personas, pero además es de menor cuantía –“calidad” como afirman las estadísticas oficiales– que antes de la crisis. En mayo de 2007, las prestaciones contributivas (más elevadas) suponían la mayoría del total: un 53%. El pasado mayo, ese dato fue del 40%, mientras que seis de cada diez ayudas son asistenciales.
Una de las consecuencias de esta debilidad del sistema de protección es el gran aumento del riesgo de pobreza entre las personas desempleadas, que alcanza casi a la mitad del total de parados. En 2017, pese a la recuperación, su tasa aumentó, mientras que en el resto de colectivos se redujo.
Temporalidad más precaria
Uno de los aspectos que ha mejorado en esta última década es el descenso del número de trabajadores con contratos temporales respecto al total de ocupados. Desde los años ochenta, España disparó su temporalidad y no ha logrado que se reduzca con sus reformas legislativas, como ha advertido el Banco de España. Fue la propia recesión la que expulsó a estos trabajadores (con despidos más baratos) y durante la recuperación su número volvió a engordar. Tras un pequeño parón de este incremento en el primer trimestre del año, la temporalidad (25,9%) se mantiene bastante más baja que en 2007 (32%).
No obstante, los trabajadores ahora se enfrentan a temporalidad más precaria, con un gran aumento de los contratos temporales más cortos. Los contratos de menos de siete días se han duplicado desde el inicio de la crisis, y la siguiente modalidad que más crece es la de los contratos de entre 7 y 15 días.
Otro dato: la duración media de los contratos de trabajo firmados en mayo de este año fue de 47 días, mientras que en el mismo mes de 2007 era de 76 días.
Personas que quieren trabajar más y no pueden
El trabajo parcial en la actualidad también esconde una forma de precariedad en el empleo que se ha elevado respecto a la época previa a la crisis económica. Hay más ocupados con este tipo de jornadas reducidas –lo que no tiene por qué ser una mala noticia–, pero sí lo es que se ha elevado mucho el porcentaje de personas que mantiene estos empleos a tiempo parcial porque no encuentra un trabajo a tiempo completo.
En total, 2,9 millones de trabajadores tenían jornadas parciales al inicio de 2019, mientras que en el primer trimestre de 2007 el dato era de 2,5 millones, según la EPA. En esas fechas, el porcentaje de trabajadores parciales involuntarios (que quieran contratos a tiempo completo) fue del 52% y el 32%, respectivamente.
Una década de devaluación salarial
En cuanto a los salarios, los últimos datos disponibles en el Instituto Nacional de Estadística corresponden a 2017. El INE publica desde 2016 un indicador específico para ilustrar la evolución de los salarios en el tiempo, el Índice de Precios del Trabajo (IPT), que evidencia que los salarios se han devaluado un 1,9% desde 2008.
El indicador toma ese año de referencia para comparar una especie de “cesta” de puestos de trabajo equivalentes en el tiempo. El IPT pretende así medir el salario medio bruto hora por realizar el mismo trabajo y, para ello, elimina los efectos de “cambios en la calidad y cantidad de trabajo realizado”, explica el INE.
Según la distribución por sectores, la gran mayoría de actividades han bajado los salarios de sus trabajadores, especialmente el de la Información y Comunicaciones (-9% desde 2008). Una minoría ha mejorado sus retribuciones, entre las que destaca la Hostelería (+8,7%).
En cuanto a la diferencia salarial entre hombres y mujeres, la diferencia en el salario medio bruto anual se acorta en los últimos años. En 2008 era del 21,9% y aumentó durante la crisis. En 2017, quedó de nuevo en un 21,9%, que se expresa en 5.783 euros al año que los trabajadores cobran de media más que las trabajadoras. Destaca en este tema, para mal, Asturias: es la Comunidad con más diferencia salarial entre hombres y mujeres y, además, está aumentando.