La ‘aldea gala’ de Emiratos Árabes Unidos que pelea por el imperio de los ricos
Tiembla Dubái. Sufre Abu Dabi. El norteño y exiguo emirato de Ras al Jaima ha decidido salir del ostracismo y poner en solfa a las dos joyas de Emiratos Árabes Unidos (EAU): quiere convertirse en el futuro paraíso de los milmillonarios.
Con una extensión similar a la localidad de Lorca (Murcia), Ras al Jaima fue el primer emirato en lograr la independencia de Reino Unido, en 1971, y el único de los siete que no lo hizo de forma mancomunada, como sus hermanos de la federación, en la que ingresó en febrero de 1972.
Fronterizo con Omán y gobernado por el jeque Saud bin Saqr al-Qasimi, educado en Michigan, ahora pelea por el imperio de los ricos. A 45 minutos del Aeropuerto Internacional de Dubái, el escaparate del lujo de los EAU, Ras al Jaima está transformando su fisonomía a marchas forzadas.
Desde la azotea de su RAK International Corporate Centre se aprecian sus villas lujosas en construcción o en venta, que bordean la costa oeste del Golfo Pérsico y, por supuesto, el proyecto Las Vega, en el que Wynn Resorts ha empleado 3.900 millones de dólares para convertir a este territorio en otro destino universal del juego, las apuestas y el dispendio.
Es solo una pica de la visión estratégica que su jeque quiere inculcar a un emirato conocido hasta ahora por sus cumbres montañosas en un territorio dominado por el desierto y sus empresas de cerámica.
Porque Ras al Jaima busca atraer a las mayores riquezas individuales del planeta. Bajo su concepción transformadora, Al-Qasimi ha puesto en liza mecanismos fiscales y financieros de atracción de inversiones foráneas para la construcción de complejos hoteleros de cinco estrellas, centros industriales y tecnológicos y empresas turísticas con atractivos catálogos de aventura. Con ello pretende captar el interés de un amplio abanico de países para convertirlo en paraíso de grandes fortunas y centro financiero y empresarial en el convulso Oriente Próximo.
Para comodidad de los multimillonarios que aterrizan fugaz o estacionalmente en alguno de los emiratos de su federación, el diminuto reino ofrece programas de ciudadanía por inversiones. Se ha instaurado también una zona con libertad plena para activos digitales y virtuales. El resultado: decenas de miles de empresas de capital extranjero se han inscrito en las oficinas del RAK, su centro internacional corporativo y donde opera su registro oficial de entidades mercantiles.
Por si fuera poco, se ha convertido en un auténtico hub del diseño y de la fabricación de yates de lujo. Deportistas como los españoles Rafael Nadal o Fernando Alonso están entre los clientes de algunas de las firmas navales más prestigiosas del mundo, con delegaciones en Ras al Jaima. Estas compañías se han enfrascado en una carrera inversora por construir en este emirato grandes catamaranes de competición para luego trasladar sus prototipos a sus catálogos de venta de milmillonarios.
Algunos ya están en sus instalaciones con contratos por valor de 30 millones de euros, según Bloomberg.
Izzat Dajani, antiguo ejecutivo de Goldman Sachs, cree que la imagen del diminuto emirato “ya transciende de ser Las Vegas del Golfo Pérsico” porque se ha convertido, “por la acción de sus autoridades gubernamentales, en un ejemplo de retorno inminente de inversiones por múltiples vías, desde los cauces financieros, a los sociales, comerciales, económicos y culturales”.
Sin embargo, su andadura en la búsqueda del Santo Grial de las inversiones no ha sido sencilla. En 2013 el Real Madrid canceló su estancia en un resort termal de 1.000 millones de dólares porque el proyecto, ideado por una compañía con sede en Luxemburgo, entró en suspensión de pagos.
Sus hileras de edificios fantasmagóricos que se adentraban en el desierto han dado paso a apartamentos residenciales de lujo como el Julphar Towers. Dubái es todavía la joya de la corona de las grandes riquezas que se instalan en la Península Arábiga, pero Al Jaima empieza a mostrar un esplendor radiante.
Reclamo turístico, ventajas residenciales
En 2022, este territorio registró su récord histórico de visitantes anuales. Más de 1,1 millones de personas pernoctaron allí al menos una noche, un aumento del 16%. Más de un 40% procedía de países ajenos a su zona de influencia, el Golfo Pérsico. Los rusos están entre los más adeptos; en especial, desde el estallido de la guerra en Ucrania, cuando se intensificaron los vuelos directos desde Moscú y San Petersburgo a los EAU. Pero también han incrementado su afluencia turistas de nacionalidad kazaja o británica, entre otros.
Ahora se busca la llegada masiva de riquezas chinas, al calor de ventajas económicas, residenciales y financieras a largo plazo, al más puro estilo de los paraísos fiscales caribeños y europeos que, además, disfrutan de estar fuera de la lista negra de enclaves con prácticas tributarias dañinas.
Esto hace presagiar, según anticipan algunos estudios como uno reciente de EY, que el emirato tiene potencial para cuadruplicar su censo de turistas en 2030 y elevar su población habitual de los casi 400.000 actuales a 650.000, a pesar de que seguirá acogiendo a una parte ínfima de los más de 9 millones de los EAU.
Tras esta estrategia está la mano derecha del jeque, el gobernador Saud, su hija Amneh Al Qasimi, educada en Standford Business School y presidenta de la Oficina de Inversiones y Desarrollo de Ras al Jaima. “Es la que ha incrustado ese área de ambición al plan financiero y estratégico y la que ha logrado convertir al emirato en una alternativa a Dubái”, dice una nota para inversores de la inmobiliaria Knight Frank.
Todo ello a la espera de que empiece a funcionar el casino de Wynn Resort y de que el proyecto acabe con las prohibiciones y reticencias sociales de la Sharia. La estricta a ley islámica que rige en todo EAU deja ventanas abiertas a según qué costumbres procedentes del extranjero o de los residentes o turistas foráneos.
Grandes grupos hoteleros como Mövenpick o Radisson abrieron en 2022 nuevos complejos con más de 8.000 nuevas habitaciones en el pequeño reino, que tiene apenas 64 kilómetros de costa. Otros 19 emporios han emprendido ya iniciativas burocráticas para conseguir licencias de construcción, desde Westin a Nobu. Casi 6.000 estancias adicionales se construirán en los próximos cinco años. Muchas con capital ruso detrás, mayoritariamente para turismo de sol, playa y actividades de ocio y diversión en el desierto.
También se venden como atractivo prolongadas horas de fiesta en complejos hoteleros y resorts de cinco estrellas, con viajes programados en jet privados desde cada vez más capitales del mundo. Gran parte de los aviones son propiedad de los hoteles, que permiten embarques urgentes, de hasta 16 pasajeros, si los desplazamientos no exceden de 12 horas de vuelo. Otro punto de conflicto competitivo con Dubái.
“El de Ras al Jaima es un concepto más de entretenimiento que de estancia turística”, aclara Kabir Mulchandani, presidente y fundador de Five Global Holdings, uno de los hoteles que ofrece los vuelos privados, amenizados, en ocasiones, por dj’s con amplias trayectorias en clubs nocturnos de EAU. Cada vuelo se fleta a razón de 13.000 o 14.000 dólares la hora si son directos, aunque el montante con escalas puede alcanzar los 195.000 dólares en un trayecto con varias paradas entre Londres y Dubái, por ejemplo.
Morir de éxito
La declaración de competencia del pequeño emirato coincide con ciertos vestigios de que la prolongada etapa de prosperidad de sus dos hermanos mayores, Dubái y Abu Dabi, empezaría a entrar en un periodo de cierta decadencia.
Dubái, por ejemplo, necesitaría parar durante uno o dos años sus procesos de construcción de viviendas para evitar un desastre económico, el estallido de su peligrosa burbuja inmobiliaria y la corrección de su desmesurada oferta residencial. “Estamos ante una encrucijada”, aseguraba recientemente el presidente de Damac properties PJSC, Hussain Sajwani, a Bloomberg. “Si no aceptamos el asunto y le ponemos remedio vamos directos al colapso”, indicaba.
El sector inmobiliario de Dubái ha sido catalogado por firmas como UBS como una de las burbujas especulativas de precios de mayor dimensión global. Aunque el techo llegó ya hace cinco años, se ha sostenido hasta que la espiral inflacionista y la sobreabundancia de su oferta inmobiliaria han forzado un ajuste de precios que, en algunos meses, ha sido del 30%. Y lo que es peor, con un fervor constructor de nuevas viviendas que alcanzará este año las 30.000. Más del doble de las ratios de una demanda muy vinculada a grandes patrimonios.
No es la primera vez que el paraíso del dinero de Dubái sufre sombras. En 2018 esta icónica ciudad mostró un déficit de espacio de oficinas, restaurantes y oferta de ocio que se saldó con una fuga masiva de expatriados y empresas que provocaron el peor ejercicio de su mercado bursátil desde el colapso crediticio de 2008.
Fue entonces cuando su emir convocó a un centenar de ejecutivos en su palacio residencial y sentó las bases de una más benevolente legislación de visados para extranjeros y facilidades fiscales, financieras y laborales. Un sistema con el que se confeccionó la imagen de resort de ricos y centro operativo de bancos y empresas con intereses globales.
Lo mismo que ahora intenta tejer su homólogo de sangre real de Ras al Jaima. Un esquema que, a los ojos de Fahad Al Gergawi, responsable de Inversiones en Dubai FDI, “tiene sus ciclos y así debemos aceptarlo”, porque “nos obliga a ser creativos cada cierto tiempo” en el desafío de que “logremos perpetuar nuestra marca de paraíso de la riqueza global”.
El impulso de Abu Dabi y su poderoso hub financiero, centro de negocios internacionales e incubadora de startups ha contribuido a la expansión de la economía de EAU, que creció al 8% en 2022 y mantiene un ritmo dinámico este año.
Mientras, la autoridad del otro gran emirato de la federación dirige una estrategia de diversificación de sus exportaciones energéticas ante la debilidad manifestada por China, con sus bancos batiendo las expectativas de beneficios y jugando un papel cada vez más activo en la financiación de los flujos comerciales internacionales. Entre otros motivos, por la captación de casi medio centenar de hedge funds especialmente activos en inversiones en firmas que operan en el mercado logístico y de tránsito de mercancías.
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