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Almunia protestó en Caja Madrid porque no renovaron la beca en Harvard de su hijo

El comisario de Asuntos Económicos de la UE, Joaquín Almunia

Irene Castro

José María Aznar Jr. no fue el único hijo de un político que hizo llegar a Miguel Blesa sus quejas porque las cosas no salían como esperaba. M. Almunia, hijo de Joaquín Almunia –entonces comisario de Asuntos Económicos de la UE– remitió en 2006 un correo electrónico al departamento de becas de la fundación con el encargo de que se lo reenviaran al presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, a Rafael Spottorno, que dirigía la fundación, y a miembros de la comisión. Quería dejar patente su enfado por el rechazo de la Comisión de Renovaciones a prorrogar su beca en la prestigiosa universidad estadounidense de Harvard.

Fue Spottorno el encargado de reenviar ese mensaje a los miembros de la comisión y al propio Miguel Blesa. “Da gusto dar becas millonarias a personas importantes, aunque sea por parentesco. Sería pedir demasiado que además fueran agradecidas e incluso, por qué no, que estuvieran bien educadas”, lamentaba el actual jefe de la Casa del Rey, que daba traslado del contenido del email a Miguel Blesa dado que el padre del “agraviado” le había llamado personalmente para “solidarizarse con la queja de su hijo” y temía que se dirigiera al propio presidente de Caja Madrid con el mismo propósito.

El actual comisario europeo de Competencia ha explicado a eldiario.es que “nunca ha leído” esa correspondencia y ha negado que hablara con Blesa sobre el asunto: “Hablé con Spottorno para que me explicase por qué no renovaban becas que en principio eran de dos años”.

Joaquín Almunia ha señalado que la beca “no se renovó”. “Mi hijo tuvo que suspender un año sus estudios en Harvard y encontró un trabajo en Perú. Después volvió a conseguir una beca de otra institución –sin intervención alguna por mi parte– acabó gracias a ello su Master, consiguió otra beca para hacer un Doctorado, ahora es Doctor y profesor. No debe nada a nadie. Todo se lo ha ganado gracias a su esfuerzo y sin una sola gestión de su padre para favorecerle. Ni él ni yo lo hubiésemos aceptado”, ha explicado a través de una nota enviada por su portavoz a esta redacción.

“Con tanto desagrado como sonrojo”

El presidente de la Fundación Caja Madrid también hizo llegar el mensaje a los consejeros encargados de las renovaciones de la becas que la entidad financiera otorgaba a alumnos de máster y doctorado para cursar estudios en el extranjero como parte de su obra social. “Os remito, con tanto desagrado como sonrojo a la vista de su tono y su contenido, el correo que el Departamento de Becas ha recibido esta mañana”, explicó Spottorno en mayo de 2006 a José Antonio Moral Santín, Juan Gómez Castañeda y otros miembros de la comisión encargada de decidir las renovaciones de los becarios.

El correo que tanto “sonrojo” provocó a Spottorno fue enviado por el hijo de Almunia el 26 de mayo de 2006 tras enterarse de que la caja de ahorros no le ayudaría a su segundo año de estudios en Estados Unidos. “El email consta de una línea y media, dos errores tipográficos (uno por línea) y absolutamente ninguna explicación acerca del porqué del veredicto de la Comisión de Renovación”, arrancaba el texto del hijo del exsecretario general del PSOE, que se quejaba de haber recibido la notificación en una cuenta que no era válida desde hacía meses.

A partir de ahí, resumía las “dudas” que le asaltaban sobre el criterio de la comisión para decidir no prorrogarle la beca: “El criterio de renovación depende del prestigio de la universidad de destino del becario. Entiendo que en este caso estoy en clara desventaja respecto a otros becarios, dado que soy el único que está estudiando en la Universidad de Harvard”, presumía Almunia, que entonces tenía 23 años. “Esta universidad, como todo el mundo sabe, goza de poco prestigio en el mundo y es poco conocida fuera de su país. A la Fundación Caja Madrid no le interesa tener becarios en Harvard, está muy por debajo de su nivel”, ironizaba.

Otro de los criterios que según el hijo de Almunia no se había valorado en su caso era el de las notas: “Saqué la máxima calificación (A) en tres de las cuatro asignaturas que cursé. Lamentablemente, obtuve la segunda mejor calificación (A-) en la cuarta asignatura”, apuntaba antes de arremeter contra la Fundación por no dejar claros las indicaciones para elaborar la memoria anual de “formato libre”.

El hijo de Almunia, que pedía que el correo llegara al mismísimo Blesa, a Spottorno y los miembros de la comisión -“por si no tuvieron tiempo de leer mi expediente cuando realizaron la deliberación sobre el reparto de las renovaciones”- apuntaba que si Caja Madrid hubiese notificado las renovaciones tres meses antes, “los no seleccionados hubiésemos tenido tiempo de solicitar otras becas”. Aseguraba que el margen de maniobra en ese momento era “nulo” también para solicitar el visado para EEUU, ya que que “tenemos que demostrar que disponemos de fondos suficientes para pagar la matrícula y cubrir los costes de vida (lo cual implica, en total, demostrar que se poseen entre 50.000 y 60.000 dólares)”.

“Yo no tengo ni 60.000 ni 50.000 dólares (...). Pensaba que las becas de la Fundación Caja Madrid existían para ayudar a gente como yo. Fui un ingenuo”, zanjaba el hijo del comisario europeo.

Seis horas más tarde, el hijo de Almunia escribió de nuevo a los responsables de la decisión para disculparse por el tono empleado en el email anterior y para argumentar sosegadamente por qué no compartía los criterios de la comisión a la hora de decidir denegarle la prórroga de la beca. “Fruto de la sorpresa acerca del veredicto de la Comisión de Renovaciones, envié un e-mail en el que pude haber faltado al respeto a la Comisión. No era ésa mi intención, y por ello me disculpo si el tono de dicho e-mail fue tomado como ofensivo”, expresó antes de argumentar en un tono más calmado su “desilusión y desacuerdo” por la negativa de Caja Madrid.

Actualización, 13:21

Carta de Joaquín Almunia al director de eldiario.es, Ignacio Escolar

“Todo lo que mi hijo ha conseguido en la vida, se lo ha ganado él sólo, sin utilizar nunca mi nombre ni pedir nunca mi intervención. Yo, como padre, estoy muy orgulloso de que sea como es y de que sea lo que él ha querido ser, gracias a su esfuerzo y sin ninguna ventaja por razón de parentesco.

Hoy, algunas informaciones parecen exigirle que acepte una situación desventajosa, lo que a mi modo de ver sería totalmente injusto. Como ciudadano, él no tiene ni más ni menos derechos que cualquier otro, sea cual sea la actividad de sus padres. Y esa ha sido siempre su línea de conducta.“

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