El inversor David Hatchwell ha tenido que reformular las cuentas de su conglomerado empresarial, la española Excem Grupo 1971, SA, aflorando pérdidas de 2,8 millones de euros adicionales a las declaradas inicialmente, tras una serie de errores contables que motivaron el despido fulminante en 2022 del área Financiera.
Muy crítico con Pedro Sánchez, de quien ha llegado a decir que “padece una psicopatía”, Hatchwell preside la Fundación Hispano-Judía y es uno de los representantes más activos de la comunidad empresarial judía en España. Ha sido uno de los principales donantes de la campaña del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y no hace mucho fue noticia por su relación de amistad y de negocios con el músico y empresario Nacho Cano.
Las últimas cuentas de su principal empresa, aprobadas con varias salvedades por su auditor el 3 de julio, indican que “los administradores solidarios de la Sociedad”, los hermanos David y Phillip Hatchwell Altaras, “han decidido reexpresar los estados financieros comparativos del ejercicio 2021 al haber observado que en la formulación del ejercicio 2021 se produjeron determinados errores contables” que “han sido corregidos”.
Entre las muchas partidas rectificadas destacan unas pérdidas de 7,2 millones en 2021, frente a los números rojos de 4,4 millones declarados inicialmente, que propiciaron el despido “disciplinario” a finales de 2022 del hasta entonces Director Financiero Corporativo, del Jefe de Contabilidad y de dos administrativas del área contable. Al menos una de esas personas ha logrado ya dos resoluciones judiciales anulando su despido.
Varios detalles del desaguisado han aflorado este año en una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. El 27 de julio de 2022 la empresa comunica a su plantilla que en “las siguientes semanas”, su todavía director Financiero se ausentará “por motivos de índole personal” y sus funciones serán asumidas “de forma conjunta por el equipo directivo”.
Al director Financiero se le comunica por burofax “la posible existencia de relevantes irregularidades en el ámbito financiero y contable en las que Vd. podría estar implicado, o que se podrían haber producido bajo su dirección y responsabilidad y que, de confirmarse, podrían ser constitutivas de incumplimientos de sus obligaciones laborales”.
Hasta tener los resultados de una investigación “con la colaboración de expertos independientes” para “depurar las oportunas responsabilidades”, y con el fin de “facilitar la misma y evitar cualquier adulteración”, el directivo se queda sin funciones. “Teniendo en cuenta el puesto de especial responsabilidad que Vd. ocupa y la relevancia de las posibles irregularidades, la Empresa ha acordado concederle un permiso retribuido - suspendiéndole de empleo, pero no de sueldo”. Le prohíben acceder a su correo electrónico corporativo o a los sistemas informáticos.
También “contactar con clientes o proveedores de la Empresa, con inclusión expresa de instituciones financieras (bancos) y notarías con las que la Empresa mantenga vínculos comerciales, profesionales o de cualquier otro tipo; absteniéndose en todo caso de ejercer poder alguno en relación con la Empresa”.
En octubre de 2022, Deloitte concluye que la información contable tiene numerosos errores.
La lista es larga: provisiones “que no se han podido justificar”, pagos a proveedores “sin haber registrado previamente la factura”, con la consiguiente “falta de reconocimiento de gasto en la cuenta de pérdidas y ganancias por un importe total de 1.146.315 euros y, en extensión, una sobreestimación del resultado”; “falta de registro de un volumen relevante de movimientos bancarios”, gastos pendientes de aplicación mal registrados, “suponiendo un efecto distorsionador en el Balance de Situación y en la Cuenta de Pérdidas y Ganancias de la Sociedad”, o “una imputación de gastos e ingresos sin atender a su naturaleza y sin un criterio claramente definido”.
Al contabilizar los préstamos con entidades bancarias, “no se estaba reconociendo la deuda a corto plazo (figuraba en su totalidad registrada en el largo plazo), ni se estaba desglosando la cuantía entre principal, intereses de la deuda y, en su caso, intereses de demora”. Dos préstamos “no habían sido reflejados en la contabilidad de la Sociedad y se puso de manifiesto la ausencia de información extracontable que permita el control y seguimiento periódico”.
En el activo no corriente y en el saldo de acreedores y deudores se detecta “la inexistencia de un inventario y la ausencia de determinados contratos, no siendo posible llevar a cabo una revisión exhaustiva del correcto registro” de esas partidas. También hay “activos registrados en contabilidad que no estaban amortizándose”.
Estos errores, concluyó Deloitte, desvirtúan “la imagen fiel del patrimonio, de la situación financiera y de los resultados de la empresa”. Hay un “sobredimensionamiento” de gastos, menos ganancias y “una peor situación financiera”. También “falta de reconocimiento de otros gastos” y una “sobreestimación del resultado”, un fondo de maniobra mayor al real o “un desequilibrio de liquidez al desconocer la Sociedad el importe de los pagos que debe afrontar en el corto plazo”.
Y “la Sociedad ha tenido que llevar a cabo distintas acciones de corrección de su contabilidad, siendo destacable la cantidad de asientos de reclasificación/corrección (más de 230 asientos contables), ajustes y correcciones conceptuales y monetarias”.
Tras esos errores y despidos, Excem decidió prescindir de la firma que auditó sus cuentas de 2021 sin salvedades, Audalia. El informe que el nuevo auditor, Ecovis, firmó en julio, contiene dos salvedades a las cuentas de 2022.
La primera, porque Excem carecía de un sistema de gestión y control del grado de ejecución de los proyectos en curso, por lo que “no ha sido posible determinar si existía una adecuada correlación entre los ingresos y los gastos de producción y otros gastos directos incurridos para los proyectos en curso de ejecución al cierre de los ejercicios 2022 y 2021, así como su contrapartida en el balance por aquellas operaciones con saldos deudores o acreedores vinculados a los mismos”.
Además, hay 2,843 millones contabilizados como deuda comercial pendiente de cobro asociada “a facturas pendientes de emitir de proyectos y materiales para los que no hemos podido disponer del detalle para verificar la razonabilidad y adecuada valoración y composición”.
Excem, con la que elDiario.es contactó para preguntar sobre este asunto sin obtener respuesta, declaró en 2022 nuevas pérdidas de algo más de un millón, tras facturar unos 25,1 millones. En sus cuentas confía en obtener beneficios “ya en el 2024”.
La empresa, que no llega a 100 empleados, la fundó en 1971 el fallecido Mauricio Hatchwell, primer presidente del Comité Internacional Judío Sefarad, y que fue el primero en hablar de Madrid a su amigo el magnate del juego Sheldon Adelson como sede europea del frustrado proyecto Eurovegas.
Vinculada en origen al cemento, hoy Excem se define como “grupo internacional diversificado cuyas áreas de actividad incluyen telecomunicaciones, inmobiliario y servicios de consultoría a grandes grupos”. Su web cita como clientes a Telefónica, Aena, los gobiernos español y vasco o Adif. En 2019 la Agencia Tributaria la eligió para sustituir un software para las escuchas a narcos y defraudadores que llevaba obsoleto desde 2016. El sistema tardó dos años en implementarse.
Con una inmobiliaria, Excem Sir, especializada en alojamientos de corta y media estancia y cuyos activos están vendiendo tras frustrarse su venta en 2023, su actual cabeza visible, David Hatchwell, presidió hasta hace meses la Comunidad Judía de Madrid, la mayor de España. En 2014 el empresario apareció entre los 15 donantes más generosos para la campaña electoral del entonces y ahora primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, con una aportación de 9.000 euros, según El País.
Cofundador de la asociación Acción y Comunicación sobre Oriente Medio (ACOM), “que promueve la relación entre España e Israel y lucha contra el antisemitismo trabajando con gobiernos, partidos y la sociedad civil”, y dada de alta en el registro de lobbies de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el año pasado logró que la Comunidad de Madrid cediera un edificio público en Chamberí a cambio de 60.000 euros mensuales durante 30 años para el futuro Museo Hispanojudío.
Socio de Nacho Cano en su musical Malinche y bien relacionado con Isabel Díaz Ayuso, David Hatchwell ha logrado también que una asociación suya, Zakut, recibiera de los gobiernos del PP en Murcia, Madrid y Andalucía dos millones en subvenciones para cursos que en Andalucía se encargaría de impartir una empresa vinculada a él, como publicó Infolibre.
El viernes, el empresario cargó en la COPE contra el reconocimiento del Estado de Palestina que España va a formalizar este martes, que “no es bueno para unos países que son hermanos”. “La comunidad judía está en shock y decepcionada con la persona que lidera España y que no representa a España ni a los españoles”.
Hace unos días, negó en declaraciones a OkDiario, el digital de Eduardo Inda, que el Estado de Israel esté perpetrando un genocidio en Palestina. Lo calificó de “estupidez”: “Lo estamos haciendo rematadamente mal, porque la población palestina desde el año 48 hasta ahora se ha multiplicado por ocho”.
Y lamentó que la comunidad judía vive “momentos muy duros”, con una “oleada de antisemitismo increíble, nunca vista desde los años 30”. Cargó contra la “politización burda” del festival de Eurovisión (“A la jerarquía nazi le hubiese encantado), ”la izquierda radical española“, que está ”financiada por Irán“, y contra las universidades estadounidenses, con profesores ”todos abocados a la ultraizquierda“ y aliados con el mundo musulmán.