Balance del tope al gas: 209 euros de ahorro por hogar, medio punto menos de inflación y alivio para las rentas bajas
El “timo” de la excepción ibérica, como lo calificó el PP, se ha traducido en un ahorro de unos 209 euros por hogar, medio punto menos de inflación desde su entrada en vigor en junio hasta el pasado diciembre, y cierto alivio para los hogares de ingresos bajos. Ha sido clave para que España cerrase 2022 con una inflación inferior a la de la Eurozona.
Son algunas conclusiones de un estudio de EsadeEcPol publicado este jueves que analiza el efecto en los precios, la inflación y el consumo del tope al gas, seis meses después de la puesta en marcha de la denominada solución ibérica. Una medida excepcional de intervención del mercado eléctrico arrancada por España y Portugal a la Comisión Europea para evitar que los precios del gas, disparados por la guerra en Ucrania, siguieran contaminando los de la luz.
Ambos países han pedido extenderla más allá de mayo, cuando expira, y los autores dan por hecho que se va a mantener todo 2023. El análisis, firmado por Manuel Hidalgo-Pérez, Ramón Mateo, Natalia Collado Van-Baumberghen y Jorge Galindo, estima que, en media anual, la inflación del conjunto de 2022 habría sido 0,3 puntos más alta sin tope al gas: del 8,7%, en lugar del 8,4%. La inflación media desde junio, esto es, sin tener en cuenta los meses del año sin mecanismo, habría sido medio punto superior sin esa medida: del 9,1%, en lugar del 8,6%.
“Parte de la mejor situación española frente a la Eurozona a cierre de año puede atribuirse a esta medida”. La Eurozona tuvo el pasado ejercicio una inflación media del 8,38% y cerró el año en el 9,2% interanual, frente al 5,7% de España.
Una derivada del abaratamiento de la factura que ha propiciado el tope al gas es el “efecto nivelador” que ha tenido la medida sobre los distintos grupos de renta, que ya puso de manifiesto otro análisis de EsadeEcPol publicado el mes pasado. Los autores recuerdan que la electricidad tiene más peso en los gastos de los hogares de ingresos bajos. Eso hace que cualquier variación de su precio “les afecte de forma desproporcionada”.
A esto se suma que los hogares vulnerables son un colectivo “sobrerrepresentado” entre quienes tienen contratado el precio voluntario al pequeño consumidor (PVPC), la modalidad sobre la que empezó a aplicarse el tope al gas desde el primer momento, porque tener esa tarifa (la de “los tontos”, en desafortunada expresión del presidente de Iberdrola) es uno de los requisitos para acceder al bono social eléctrico, cuyos descuentos ha reforzado además el Gobierno.
“Esto supuso que, en 2021, la escalada del precio de la luz y otros productos energéticos elevara la inflación de los hogares más pobres 2 puntos porcentuales por encima de la de los hogares más ricos”. Mientras, el abaratamiento de la factura de la luz en la segunda mitad de 2022 “ha compensado el impacto que otras categorías de gasto, con gran peso en la cesta de la compra de las familias de menor renta, ha tenido sobre su poder adquisitivo”, como es el caso de restaurantes, hoteles, transporte y otros.
Y si la electricidad “ha restado 1,59 puntos al IPC soportado por los hogares más vulnerables, en los más acomodados esta reducción se queda en 0,76 puntos. Así, la puesta en marcha del mecanismo ibérico ha permitido igualar las tasas de inflación soportadas por los hogares con distinta capacidad económica”.
Un 32% más barata
En los primeros seis meses de vigencia de la medida, la factura en PVPC ha sido, según los autores, un 32% más barata que si no se hubiera aplicado, con un ahorro de unos 209 euros por hogar. “Asumiendo que hay 10 millones de hogares en tarifa regulada, estaríamos ante un ahorro total de casi 2.100 millones” para los beneficiarios. Considerando 9 millones de clientes en PVPC, el ahorro sería de 1.880 millones.
El tope al gas tuvo un inicio muy discreto (en plena ola de calor y con la producción de las centrales de ciclo combinado disparada) y ha mostrado su mejor cara en los últimos meses de 2022. En septiembre, los mismos autores estimaban una factura un 24% más baja gracias a la solución ibérica en el periodo comprendido entre el 15 de junio y el 31 de agosto. Si el ahorro después ha sido mayor lo atribuyen a los altos precios del gas de buena parte de septiembre y la primera mitad de octubre.
Gas y exportaciones
En el lado negativo, “continúa el mayor consumo de gas para generación eléctrica”, que unido al menor precio de la electricidad española “habría facilitado el aumento de exportaciones hacia Francia con el consiguiente riesgo de subvención a favor de los consumidores franceses a costa de los españoles”.
No obstante, los autores advierten de que “parece que el uso diario de gas para ciclo combinado se ha acercado algo más (sin llegar a igualarse) al que habría cabido esperar sin tope al gas durante los últimos meses del año”. El mayor incremento fue en verano. Esto “sugiere” que la menor disponibilidad de hidroeléctrica por la sequía de esos meses pudo “influir en el recurso extra al gas” para cubrir la demanda.
Los autores recuerdan que con las lluvias de los últimos meses el agua ha recuperado parte de su presencia en el mix de generación. Y creen “probable” que la sequía de la primera mitad de 2022 haya reforzado el uso del gas.
Una hipótesis que se habría confirmado en enero, cuando el precio de la electricidad (sumando el mercado mayorista y la compensación a las eléctricas por el tope al gas) ha sido de 70,90 euros por megavatio hora (MWh), un 47,6% menos que en diciembre y un 64,9% menos que hace un año, gracias a la fuerte producción renovable, que ha reducido la actividad de los ciclos combinados y el coste del ajuste por el tope al gas a mínimos.
En concreto, según Grupo ASE, la generación renovable ha alcanzado los 13.559 GWh en enero y ha batido su anterior récord de marzo de 2018 (13.204 GWh). “El tirón de eólica e hidráulica ha permitido que las renovables respondan al 65,1% de la demanda eléctrica, su marca máxima hasta la fecha”, según esta consultora.
Los autores del estudio de EsadeEcPol plantean también la cuestión de si los índices de referencia elegidos para calcular la compensación “son adecuados o si en realidad podrían estar alimentando el uso extra del gas que hemos observado bajo la excepcionalidad ibérica durante 2022”. La compensación a las centrales fósiles se calcula tomando como referencia el mercado ibérico del gas (Mibgas) y no el holandés TTF, pese a que el primero de esos índices “en realidad recoge solo una pequeña proporción de las transacciones que se producen en la Península Ibérica”.
Como esos dos índices se han desacoplado desde abril (el TTF, más ligado al gas ruso, es más caro que el Mibgas), la compensación a las eléctricas podría “ser superior al precio efectivo del gas pagado por las centrales españolas, generando en tal caso una subvención implícita y por tanto un incentivo para el consumo de gas por los operadores” frente a otras tecnologías.
El estudio señala que, sin tope al gas, el precio español habría sido ligeramente superior al francés en casi todo momento desde mediados de septiembre. “Esto sugiere que la elevada exportación durante 2022 sí podría deberse en parte al menor precio de la electricidad en España gracias a la compensación pagada por los hogares españoles”.
El año pasado las exportaciones a Francia más que duplicaron las de 2021 y las importaciones se redujeron a menos de la mitad, “invirtiendo totalmente el saldo tradicional entre ambos países y, al mismo tiempo, intensificando la relación de intercambio, que aumentó un 56,3%”.
Los autores no mencionan como posible explicación los graves problemas del parque nuclear francés durante el pasado otoño, que convirtieron al país galo, tradicional exportador al resto de Europa, en importador de energía de sus vecinos. Señalan que queda por despejar la “incógnita” de hasta qué punto la “fuga” de electricidad a Francia “significa una subvención mayor o menor a favor del consumidor galo a costa del español”.
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