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La banca afronta la alta inflación entre el “optimismo” por la subida de tipos y las reservas ante posibles pérdidas

El consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, durante la presentación de resultados del banco, el pasado viernes. EFE/Biel Alino

Diego Larrouy

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La gran banca española ganó en los tres primeros meses del año 5.300 millones de euros. Fue un 30% menos que en el mismo periodo de 2021 pero, eliminando los efectos extraordinarios de la absorción de Bankia por CaixaBank, el beneficio creció en realidad un 50%. Y eso, pese a que estas cuentas ya contemplan el primer mes de los efectos económicos de la invasión rusa de Ucrania. “Positivos” o “excelentes” han sido los adjetivos que los ejecutivos de los grandes bancos han dado a los datos de evolución del negocio. El sector afronta ahora los próximos meses entre el “optimismo” de unos y la “cautela” de otros, que han llevado a hacer nuevas reservas millonarias para hacer frente a posibles pérdidas.

El sector financiero español ha esquivado el primer impacto, el directo, de la guerra en Ucrania. La exposición de las entidades a los mercados ucranianos o rusos es muy limitada y poco significativa. Hay un segundo impacto: el indirecto, que es el que los bancos españoles sí tendrán que afrontar. Se trata del efecto que tendrá la alta inflación en su negocio. Este se verá muy afectado por la subida de tipos de interés, que ahora se prevé más cercana que antes del conflicto, o por la capacidad que tengan sus clientes, algunos muy afectados por la subida de precios de la electricidad o las materias primas, para devolver los préstamos.

Estos dos impactos son, en realidad, opuestos para la banca. Una subida de tipos se traduce en un aumento de los ingresos por el dinero prestado y, a su vez, en mayor rentabilidad de su actividad, tras años trabajando por intereses en negativo. El efecto contrario es el de la inflación sobre la economía, que puede frenar el consumo y la actividad de las empresas y, por tanto, recortar las demandas de crédito y financiación de los agentes económicos. En el sector hay confianza en que el primer impacto compense al segundo, incrementando sus resultados al cierre del año.

El tono general entre las entidades es de optimismo. “No tenemos preocupación, seguimos en la misma tendencia de los últimos trimestres”, señaló el consejero delegado de Banco Santander, José Antonio Álvarez, en la rueda de prensa de resultados del grupo. “No va a haber restricción en la oferta de préstamos”, defendió el ejecutivo frente a los avisos del Banco de España de que podría haber una menor concesión de créditos por parte de las entidades. “Las conclusiones del primer trimestre son positivas, es un crecimiento en línea con lo que teníamos previsto y la subida de tipos será un viento de cola”, coincidió César González Bueno, consejero delegado de Banco Sabadell.

En el sector hay confianza en que, tras un lustro con los tipos de interés en negativo, en verano lleguen las subidas por parte del Banco Central Europeo (BCE), algo que ya se está apreciando en el euríbor. “La situación de estos años no era natural, no queremos tipos muy altos, pero tampoco que sean negativos porque desvirtúa la practica habitual de tomar prestado y prestar”, explicaba González Bueno hace unos días. “Hemos vivido un largo periodo de tiempo con tasas reales negativas que no tenían justificación”, apuntó María Dolores Dancausa, consejera delegada de Bankinter, quien defiende que estos tipos han abocado a la banca a “un periodo de rentabilidad baja”. “Con una inflación desbocada, es una situación insostenible y es buena noticia que se normalicen las subidas de los tipos de interés”, enfatizó.

A la confianza en que pronto lleguen las subidas de tipos, que permitan vender hipotecas más caras y con mayores márgenes, se suma que los bancos no han visto en sus balances un aumento de la temida morosidad provocada por la pandemia, especialmente entre las empresas. Entre marzo y septiembre vencen buena parte de las carencias que se aprobaron en los préstamos ICO. “No soy particularmente pesimista sobre ello”, apuntó Álvarez, del Santander, quien afirmó que la recuperación económica permitirá a muchas empresas cumplir con sus obligaciones. “Hay una recuperación menos intensa por la inflación, pero no dejan de ser crecimientos elevados, está creciendo la economía”, subrayó. “Será una cifra baja y controlable”, coincidió Leopoldo Alvear, director financiero de Sabadell.

Aunque es cierto que la morosidad sigue en niveles mínimos desde la pasada crisis financiera, el Banco de España cifró recientemente en casi 100.000 millones de euros los préstamos que se encuentran en “vigilancia especial”, un paso previo a entrar en impagos. Pese a ello, la banca confía en que el impacto de la pandemia sea mucho más limitado del previsto y que la guerra de Ucrania y la inflación no provoquen grandes desviaciones. De hecho, tanto Sabadell, como Santander o BBVA aseguraron que el freno económico que ha provocado la subida de precios no va a tener efecto sobre sus previsiones anteriores de negocio. “No nos produce una incertidumbre suficiente como para alterar la dirección prevista del banco”, aseguró González Bueno.

La otra cara de la inflación para la banca

Aunque el optimismo es generalizado entre los grandes bancos por la evolución de los últimos meses, la contenida morosidad y el aumento futuro de los tipos de interés, lo cierto es que algunos han optado por crear fondos de reserva para asumir las posibles pérdidas provocadas por los efectos de la guerra en Ucrania y la subida de precios. Es el caso de CaixaBank, el mayor banco en España, que en sus resultados del primer trimestre del año ha anotado la creación de un “fondo colectivo” dotado con 214 millones de euros para “reflejar el impacto estimado derivado del cambio de escenario macroeconómico ante el conflicto bélico en Ucrania”.

“Estamos incorporando una pérdida futura que todavía no hemos visto materializarse. Los indicadores que tenemos son muy positivos, pero la prudencia manda”, aseguró Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank. “Cualquier previsión que se haga tiene un componente de riesgo y volatilidad. No podemos infravalorar la repercusión que tiene”, añadió, aunque en todo momento apuntó se trata de pérdidas y deterioros que todavía no se han materializado.

De hecho, CaixaBank, al igual que otros bancos, descarta que se produzca un problema con los préstamos ICO: “Nos encontramos con indicadores que son favorables y nos hacen ser optimistas”, apuntó Gortázar. El banco tiene previsto presentar en las próximas semanas su primer plan estratégico tras la fusión con Bankia.

BBVA, que anunció el mayor beneficio recurrente de su historia en un primer trimestre al superar los 1.600 millones de euros, también ha reservado un fondo para futuras pérdidas en el trimestre. El consejero delegado del grupo, Onur Genç, explicó en rueda de prensa que este fondo está dotado con unos 200 millones de euros, de los que 97 millones corresponden en exclusiva a su negocio en España.

El ejecutivo turco indicó que el banco “en lugar de reducir, está aumentando sus provisiones” debido a la invasión rusa de Ucrania, la elevada inflación y las dudas sobre el crecimiento económico, aunque apuntó que la actividad del grupo se desarrolla “con normalidad”. “Hemos conseguido estos excelentes resultados pese al periodo de incertidumbre, nos permite ser optimistas”, aseguró Genç.

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