La banca ética se reivindica frente a la tradicional: ningún rescate durante la crisis, mayores rentabilidades y más créditos
Desde el colapso de Lehman Brothers, el 15 de septiembre de 2008, los países europeos han gastado aproximadamente 750.000 millones de euros en salvar a docenas de bancos de la bancarrota.
Estas entidades habían invertido ingentes cantidades de dinero en las célebres hipotecas de alto riesgo, con la ilusión de que podrían generar altas ganancias con un riesgo que calculaban bajo. Pero resultó al revés. Y, sin embargo, en los diez años transcurridos desde la debacle de Lehman Brothers, no se ha gastado un solo céntimo en salvar a ninguno de los 23 bancos europeos éticos y sostenibles.
Estas son algunas de las conclusiones y evaluaciones del informe Finanzas Éticas y Sostenibles en Europa, presentado este miércoles en el Parlamento Europeo por la Fundación Finanzas Éticas.
Las razones de esta resistencia a la crisis por parte de la banca ética, explican, se ven cuando se compara la estructura, el crecimiento y los rendimientos de los bancos éticos europeos con los de los grandes bancos tradicionales.
Según el informe, en la última década los bancos éticos han registrado retornos “tres veces más altos” que los de los bancos convencionales, con una rentabilidad promedio anual (en términos de rentabilidad financiera, el resultado de dividir el beneficio neto por los fondos propios) de 3,98% contra 1,23%.
Hasta 2006-07, los bancos tradicionales disfrutaron de un clima financiero favorable, acumulando ganancias vertiginosas a través de la especulación y el apalancamiento.
“La fiesta, sin embargo, llegó a su fin”, afirma el informe, “y los bancos éticos, que no cedieron a la tentación de comprar acciones exóticas y bonos con rendimientos vertiginosos, fueron recompensados. Las instituciones de importancia sistémica pueden haber ganado los 100 metros, pero los bancos éticos, una vez más, fueron los primeros en la maratón. De hecho, la mayoría de los ahorradores minoristas son corredores de maratón, que desean preservar el valor de sus ahorros a largo plazo, y no los velocistas”.
Durante la crisis, el crecimiento de los grandes bancos europeos se desaceleró drásticamente o incluso se detuvo; “al mismo tiempo, los activos, depósitos, préstamos y capital de los bancos éticos y alternativos aumentaron en aproximadamente un 10% anual”, explica el informe.
Por ejemplo, en el período 2007-2017, “los activos (y, por lo tanto, el total de inversiones, préstamos y liquidez) de los bancos éticos aumentaron en promedio un 9,66% anual, en comparación con un desempeño anual de -1% por parte de los bancos tradicionales”.
“Mientras que los bancos éticos se comportan como los bancos en el sentido tradicional del término”, explica el informe, “aceptando depósitos y otorgando préstamos, los sistémicamente importantes se centran cada vez más en otro tipo de operaciones, como como invertir en acciones y bonos y ofrecer diversos servicios financieros. En 2017, en promedio los bancos éticos y sostenibles prestaron casi el 77% de sus activos totales, en comparación con el 40,52% de los bancos convencionales”.
Entre 2015 y 2017, “los activos invertidos en Europa en los mejores fondos éticos de su clase (es decir, aquellos con los criterios más estrictos) aumentaron en promedio un 9% al año, alcanzando casi 600.000 millones de euros”.
“Dado que los bancos éticos son estructuralmente diferentes de los sistémicamente importantes y han demostrado ser más resistentes a la crisis, hoy existe una urgente necesidad de aprobar regulaciones que reconozcan y recompensen esta diferencia tanto a escala nacional como europeo”, reivindican.
El informe también analiza “la inversión socialmente responsable”, y la venta de participaciones en el sector de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas). “Una serie de fondos que se etiquetan como ”éticos“ siguen insistiendo en invertir en los tipos más sucios y peligrosos. de petróleo, como las arenas bituminosas y el petróleo de esquisto. En el informe se identifican algunas de estas instituciones.
En conclusión: “Los bancos éticos están mucho más orientados a ofrecer servicios para la economía real que los convencionales; son más sólidos desde el punto de vista financiero, y han mostrado una mayor rentabilidad (tanto en términos de ROA como de ROE). Los bancos éticos han superado, en términos de rentabilidad, a los bancos tradicionales que, después del colapso de 2008 (el año más difícil de la última crisis financiera), ya no pudieron repetir los resultados que obtuvieron en el periodo anterior. Los bancos éticos y sostenibles han mantenido niveles de rentabilidad casi constantes sin sufrir repercusiones significativas, lo que demuestra una gran capacidad de recuperación”.