The Guardian

CATL, la desconocida empresa china de baterías que preocupa a EEUU

Amy Hawkins

22 de marzo de 2024 22:43 h

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La vinculación entre Estados Unidos y China es tan estrecha que es difícil encontrar una pata de la economía no afectada por la tensión entre las dos superpotencias. El próximo frente de la pelea económica, una auténtica lucha por el poder, podría ser el más importante hasta la fecha. Contemporary Amperex Technology Co Limited (CATL), una empresa china de la que la mayoría nunca ha oído hablar, está en el centro de la carrera mundial por almacenar la energía limpia que hará falta para la transición ecológica de Estados Unidos y el resto del mundo.

Especialista en el almacenamiento de energía, CATL había pasado desapercibida hasta ahora para la política estadounidense pese a tener entre sus clientes a Tesla, Volkswagen y BMW, y de ser la mayor fabricante de baterías para vehículos eléctricos del mundo, con casi dos quintas partes del mercado global.

En febrero, la empresa estadounidense de energía Duke Energy anunció que eliminaría de manera progresiva el uso de baterías CATL. Duke, que presta servicio a más de 8 millones de clientes, comunicó en ese momento su intención de reemplazar la tecnología de CATL por la de un “proveedor nacional o de un país aliado”.

La decisión llegó después de que varios legisladores expresaran su preocupación por el uso de baterías CATL en Camp Lejeune, una base del Cuerpo de Marines en Carolina del Norte. Duke, que gestiona la infraestructura eléctrica de la base militar, desconectó en diciembre las baterías CATL. El plan es retirarlas del servicio por completo y eliminarlas en los proyectos civiles de manera progresiva.

La automotriz Ford también ha recibido críticas por sus relaciones con CATL. Legisladores estadounidenses han cuestionado en varios ocasiones el acuerdo entre las dos empresas para levantar en Michigan una fábrica de baterías litio-ferrofosfato de bajo coste para vehículos eléctricos con tecnología CATL. El vicepresidente del Comité de Inteligencia del Senado, Marco Rubio, dijo que el plan metía en el “corazón del país al mayor adversario geopolítico de Estados Unidos”. Ford anunció en noviembre un cambio en los planes para la planta, cuya capacidad se reduciría en un 40% aproximadamente.

Según Tu Le, fundador de la consultora Sino Auto Insights, el reciente escrutinio que sufren las operaciones de CATL en Estados Unidos es algo “nuevo”. “No es algo que el gobierno estadounidense hubiera hablado o discutido, nunca antes había habido preocupación”, dijo.

Estados Unidos lleva “años de retraso”

Según Le, la presión sobre las empresas estadounidenses para que no usen baterías chinas es cada vez mayor. “Pero si Estados Unidos quiere ser competitivo en el mercado mundial de vehículos eléctricos, va a tener que usar baterías chinas hasta 2030”, dijo.

A los críticos les preocupa que las baterías de CATL alimenten una dependencia tecnológica con China que podría transformarse en una vulnerabilidad si las relaciones entre Washington y Pekín empeoran. También se teme que las subvenciones del gobierno estadounidense para las tecnologías verdes terminen beneficiando a entidades chinas.

En cualquier caso, los expertos coinciden en que no hay una hoja de ruta clara para descarbonizar las calles y carreteras de Estados Unidos sin instalar en los vehículos eléctricos baterías chinas baratas, probablemente de CATL o de BYD, su rival principal (también china).

Según Michael Dunne, fundador de la consultora especializada en vehículos eléctricos Dunne Insights, Estados Unidos lleva “años de retraso en lo que se refiere a baterías, cadenas de suministro de baterías, y minerales críticos; aquí es donde nuestra despensa está vacía”.

En su opinión, aunque en Estados Unidos haya una “sensación de urgencia” por aumentar la capacidad nacional de producción de baterías, alcanzar a China necesitará un plazo de entre cinco y diez años. Según Dunne, este proceso no será lo suficiéntemente rápido y barato como para lograr el objetivo del presidente Joe Biden: que en 2032 dos de cada tres vehículos nuevos vendidos en EEUU sean eléctricos.

“Nos preocupa mucho que China tenga capacidad de control sobre nuestra industria en EEUU, incluso ahora que estamos desarrollando este impresionante pilar de fabricación” dijo la semana pasada durante una mesa redonda la secretaria de Energía de EEUU, Jennifer Granholm.

Pero Granholm también reconoció la necesidad de “entender lo importante que es que la gente adquiera vehículos eléctricos de manera asequible”. Un objetivo que según los expertos no se podrá alcanzar en el mercado actual sin usar las baterías de China.

Un clima político muy cargado

El rechazo en EEUU ya está generando consecuencias. Según un estudio publicado recientemente por Rhodium Group, “las empresas chinas de baterías y vehículos eléctricos se ven cada vez más atrapadas entre la espada y la pared”, tratando de sortear el rechazo de EEUU mientras Pekín las empuja hacia la internacionalización.

Según Rhodium, la inversión de China en la cadena de suministro de vehículos eléctricos de América del Norte bajó desde 4.800 millones de dólares en 2022 a 2.700 millones de dólares en 2023 [de unos 4.425 millones de euros a unos 2.490 millones de euros], debido a “la incertidumbre regulatoria y a los temores sobre la reacción política”.

“El tema de la seguridad nacional debe ser tenido en cuenta, eso forma parte de la diligencia debida”, dijo Le, de Sino Auto Insights. “Pero también sabemos que no queremos tirar piedras contra nuestro propio tejado”.

El periódico The Guardian solicitó una entrevista a CATL, que la rechazó y se remitió al siguiente comunicado, publicado en diciembre: “Las acusaciones de que las baterías de CATL representan una amenaza para la seguridad son falsas y engañosas. Como empresa tecnológica global, CATL da la bienvenida a una conversación responsable en torno a cuestiones relevantes de protección y seguridad, y nos tomamos en serio las preguntas que puedan hacerse sobre nuestro negocio. Las actividades empresariales y los productos de CATL en EEUU no recogen datos, ni los venden, ni los comparten, y son incapaces de interactuar directamente con la red eléctrica ni con ninguna otra infraestructura clave”.

Según Le, hay muchas empresas chinas preocupadas por saber quién será el próximo presidente de Estados Unidos tras las elecciones de noviembre. Aunque es poco probable que en un futuro próximo corporaciones como CATL sean bien vistas por Washington, lo cierto es que las empresas estadounidenses pueden tener dificultades para encontrar alternativas. Al parecer, Tesla tiene planes de abrir este año en Nevada una nueva fábrica de baterías con tecnología de CATL.

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