Banco Popular va a poner punto final a 91 años de historia tras su intervención por parte del Banco Central Europeo (BCE), que lo ha declarado inviable y lo ha vendido a Banco Santander por el precio simbólico de un euro. La entidad se enfrentaba el martes a una reunión con los reguladores bancarios europeos en Fráncfort para discutir su situación y las hipotéticas medidas de intervención o de matrimonio forzoso que se pueden dar en los próximos días. La entidad había perdido la mitad de su valor bursátil en una semana y la fuga de depósitos de los últimos meses lo habían convertido en un banco inviable.
¿Por qué se había hundido su cotización?
La entidad, que era el sexto banco más grande de España, había digerido el ladrillo tóxico con mucho más retraso que el resto de entidades. El banco presidido por Ángel Ron durante la crisis tardó en aflorar y asumir el nivel de impagos inmobiliarios que tenía. Eso hizo que no traspasara a tiempo los activos tóxicos al llamado banco malo que se organizó en 2012 y que tampoco se hiciera un plan estratégico para ir vendiendo los préstamos dudosos en cartera. El retraso en afrontar el problema fue creando una bola de nieve que estalló en mayo de 2016, cuando el banco tiene que hacer una ampliación de capital de 2.500 millones para poder cumplir los requisitos exigidos en cuanto al colchón mínimo de capital para afrontar una posible crisis. En la ampliación los inversores compraron acciones por 1,25 euros y ahora esos títulos no valen nada.
Desde ese momento la entidad no levanta cabeza y se destituye a Ron y se nombra a Emilio Saracho al frente del banco, que intenta nada más llegar afrontar o una nueva ampliación de capital o una venta. El proceso para llevar a cabo estas dos operaciones ha estado lleno de filtraciones y el banco ha perdido completamente el control sobre la información, provocando inseguridad y temor entre los accionistas que han huido en estampida. Según ha comunicado el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, la declaración de “inviabilidad” de la entidad “se produce debido a los problemas de liquidez derivados del deterioro de su base de depósitos durante los últimos meses y la incertidumbre sobre sus planes privados para afrontar posibles deterioros del balance de la entidad”.
Soy cliente de Banco Popular y tengo depósitos. ¿Tengo que preocuparme?
No. Independientemente de su saldo, el cliente mantendrá ese dinero (a partir de ahora, bajo el paraguas de Santander) porque no ha habido que liquidar el banco. En ese caso, sólo habrían estado garantizados los primeros 100.000 euros. Por encima de esa cifra también habría sido muy complicado que se impusieran quitas a los depositantes, incluso en el peor de los escenarios, porque la lista de los que tenían que pagar por delante, aún con el nuevo mecanismo europeo de rescate, era muy larga. Bonistas, accionistas o acreedores diversos deben poner antes el dinero necesario. El precedente de Monte dei Paschi di Sienna, donde los preferentistas no van a sufrir pérdidas incluso con la nueva regulación ya en marcha, debe insuflar aún más tranquilidad en los clientes. Aunque los fondos de inversión y otros productos financieros no están cubiertos por esta barrera de protección, el banco los atesora fuera del balance así que no están afectados por un eventual rescate. Los grandes perdedores son los alrededor de 300.000 accionistas de la entidad y muchos bonistas, porque se han quedado sin su inversión.
¿Por qué ha acabado en manos de otro banco?
Viendo su desplome bursátil, todo apuntaba a que el futuro de Banco Popular pasaba por acabar en manos de un tercero. A finales de mayo el banco comunicó a la CNMV que había pedido muestras de interés a los bancos aunque aseguró que estas no eran vinculantes. En las últimas semanas, se había especulado con la posibilidad de que acabara en manos de Bankia, BBVA o Santander. Finalmente, ha sido este último. Para digerir la compra y sanear los activos tóxicos del Popular, Banco Santander va a tener que pedir a sus accionistas 7.000 millones de euros a través de una ampliación de capital. El sustituto de Ángel Ron en la presidencia de Banco Popular, Emilio Saracho, se planteó en un primer momento seguir como entidad independiente: “Parece que el diagnóstico general es unánime: estamos abocados a aumentar capital para seguir adelante”, dijo en su primera junta de accionistas en abril de este año. Habría sido la cuarta ampliación en dos años. No ha sido posible.
¿Que se lo quedara Bankia no era una forma de rescate público?
No estaba claro. Por un lado, la compra de la entidad por parte de Bankia no supondría nuevas inyecciones de dinero público, pero sí que podría retrasar la devolución de las ayudas por parte de la entidad controlada por el Estado. El Gobierno ya retrasó la fecha límite para privatizar Bankia hasta finales de 2019 y con esta operación aún se podría haber extendido más allá. Se da la circunstancia de Bankia está inmersa en el proceso de integración de BMN, la otra entidad controlada por el FROB, lo que habría complicado todavía más el proceso de digestión de los activos relacionados con el ladrillo de Popular, uno de los principales lastres de sus cuentas.
Además, la fórmula que tendría que haber buscado Bankia para lograr el dinero necesario para comprar Popular sí podría haber aparejado una suerte de rescate. En el caso de haber tenido que ampliar capital (como va a hacer Santander), si a la operación hubiera acudido el Estado (que es el principal accionista) para no ver diluida su participación, sí habría habido aportación de fondos públicos.