Muchas miradas se dirigieron este martes a la Bolsa después de conocerse el acuerdo entre PSOE y Unidas Podemos, sellado con un abrazo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El Ibex 35 cayó, algo que, por otro lado, es habitual tras unas elecciones generales, salvo en las del pasado 28A. Pero el valor más castigado fue Bankia, la entidad bancaria nacionalizada en 2012 tras una catastrófica salida a Bolsa.
Bankia protagoniza una de las diferencias programáticas que tienen los nuevos socios del próximo Gobierno de coalición. El PSOE, con Nadia Calviño al frente de Economía, ha sido partidaria de privatizar la entidad cuando se pueda recuperar el máximo posible de las ayudas. Desde Unidas Podemos son más favorables a mantener la entidad como un banco público y abogan por la destitución de su actual presidente, José Ignacio Goirigolzarri, que sustituyó a Rodrigo Rato tras el rescate. La confluencia de izquierdas proponía en su programa la elección de un nuevo presidente elegido por tres quintos del Congreso.
Con estos mimbres, los inversores y analistas pusieron en su línea de visión desde el primer momento a Bankia, que cayó un 4,3% el martes y un 3,38% este miércoles. Pero no fue la única entidad financiera que sumó números rojos en el mercado, toda la banca ha retrocedido. Unidas Podemos ha hecho bandera de la recuperación del dinero del rescate bancario y, aunque difiere con el PSOE en el impuesto específico al sector, sí hay más coincidencias en elevar, por ejemplo, la cotización en Sociedades de la banca. Así se pudo ver en el debate de la semana pasada entre candidatas.
El debate sobre la privatización de Bankia está abierto desde hace años. Por el momento, tanto la empresa como el Gobierno socialista habían apostado públicamente por la privatización, pero esperando a que haya una ventana más positiva para la venta. En el sector tampoco gusta la idea de un banco público, un elemento competitivo que trastornaría aun más un modelo de negocio afectado por los bajos tipos de interés y nuevos competidores tecnológicos.
En el lado opuesto se ha situado Unidas Podemos, que considera que una entidad pública permite un mayor acceso al crédito a familias y pymes, así como una herramienta para ciertas políticas. En los últimos test de estrés, el examen que pasa la banca europea para conocer que herramientas tiene para aguantar una crisis, las dos compañías que sacaron mejor nota fueron dos entidades públicas de Alemania y Países Bajos. Un hecho que Unidas Podemos esgrimió en el Congreso para volver a defender que Bankia no sea privatizada. Sin embargo, la función de estos bancos no es estrictamente comercial.
Por su parte, el presidente de la entidad, Goirigolzarri, señalado por Podemos en su programa, se ha mostrado contrario a darle a Bankia un papel de banco como instrumento de política económica pública. “No estoy de acuerdo porque no conozco ningún modelo sostenible en economías con sistemas suficiente desarrollados en los que un proyecto como Bankia ha sido utilizado como instrumento de política y social”, aseguró en un foro de la UIMP el pasado año. “Bankia tiene un 60% de propiedad pública pero los gestores de Bankia tenemos un mandato muy claro de desarrollar una gestión profesional e independiente de generar valor porque es la mejor manera de generar valor para devolver las ayudas a los contribuyentes”, remarcó.
Lo cierto es que la privatización de Bankia, hoy por hoy, es una tarea bien complicada sin incurrir en miles de millones de pérdidas para el Estado. El Gobierno español inyectó en tres operaciones distintas hasta 22.424 millones de euros, siendo la más importante la nacionalización tras la salida a Bolsa. Esta operación de salto al mercado capitaneada por Rodrigo Rato ha sido juzgada este año y está vista para sentencia, un procesamiento que podría aumentar los años en prisión para el que fuera vicepresidente del Gobierno.
Con aquel dinero inyectado, el Estado se hizo accionista mayoritario de Bankia. Se han hecho dos operaciones de privatización de una parte de esta participación. En 2014, cuando se vendió el 7,5% del capital de Bankia por 1.300 millones, y en 2017, cuando se privatizó otro 7% por 818 millones. En ambos casos, se vendió con pérdidas para el Estado.
Las ventas de participaciones no han sido la única vía para que el FROB, accionista actualmente del 61% de Bankia, haya recuperado ayudas. Desde 2014 ha recibido más de 900 millones de euros en dividendos de la entidad: 128 en 2015; 195 millones en 2015; 211 millones en 2016; 208 millones en 2017; y 219 millones en 2018.
Por tanto, en total, de los 22.424 millones de euros inyectados en Bankia, el Estado ha recibido 3.083 millones de euros entre ventas de acciones y dividendos. Quedarían, por tanto 19.341 millones de euros. El problema es que, a día de hoy, el 61% del banco en manos del Estado tiene un valor en Bolsa de algo más de 3.000 millones de euros. Es decir, si se vendiera ahora la participación de Bankia, habría una pérdida de más de 16.000 millones de euros que un Gobierno difícilmente podría justificar.
Una privatización que ya se ha ido retrasando
Por este motivo la privatización de Bankia se ha ido retrasando. Cuando en 2012 se nacionalizó la compañía, el FROB se comprometió a privatizarla en 2017. Ya entonces el Gobierno de Mariano Rajoy, con Luis de Guindos de ministro de Economía, lo aplazó a diciembre de 2019. El pasado año, el Ejecutivo de Sánchez, con Nadia Calviño como titular de Economía, trasladó esta fecha a diciembre de 2021.
Bankia, al igual que los otros bancos españoles, ha encadenado en los últimos años una tendencia a la baja en Bolsa que ha dejado su valor muy por debajo del que los analistas aseguran que debería tener. Distintos motivos como la evolución del negocio o que los tipos de interés bajos lastren la rentabilidad de su actividad han empujado a la baja la cotización. En el caso de la entidad que preside Goirigolzarri a ello se sumó una importante caída en Bolsa cuando en verano anunció que recortaba sus previsiones de beneficio debido a que no se van a subir a corto plazo los tipos de interés.
Por tomar una referencia: la entidad nacionalizada tenía en el inicio de 2018 un precio por acción que superaba los 4,30 euros. Este miércoles ha cerrado en torno a los 1,67 euros. Sin embargo, ni siquiera entonces cuando el valor de la acción triplicaba al actual se evitarían las pérdidas en la privatización.
El bajo nivel actual de la cotización de Bankia impide incluso cumplir con las cuentas que Banco de España y el FROB tenían a finales del año pasado sobre el rescate financiero que se publicó. El organismo que preside Pablo Hernández de Cos cifró a finales de 2018 en 9.857 millones de euros lo recuperable gracias a la participación de Bankia. Esa cuenta estaba ligada al valor de 2017, lejos del actual.