David Hatchwell, de Eurovegas a 'Malinche' pasando por la memoria hispanojudía
Hace una década ya trabajaba en la sombra, aunque sin desaparecer. Hasta que en mayo de 2012, en los terrenos yermos de Alcorcón, salió a la luz. El horizonte vacío que presagiaba pelotazo enmarcó las fotos en las que David Hatchwell aparecía a la derecha de Sheldon Adelson y su mujer, Miriam, que siempre prefirió Barcelona para colocar una ciudad del juego en Europa. Hatchwell era presidente del grupo cementero Excem, fundado en 1971 por su padre, Mauricio, amigo de Adelson y primero en hablarle de Madrid como sede europea del proyecto Eurovegas.
Ese domingo de las fotos que corrieron por todos los medios, David Hatchwell era el presidente de la Comunidad Judía de Madrid. Una década después ya no es la referencia de la comunidad judía madrileña, pero tiene mucho más poder e influencia que entonces. Acaba de conseguir un edificio propiedad de la Comunidad de Madrid, a razón de 60.000 euros mensuales durante 30 años, para levantar un museo hispanojudío, del que solo se conoce que tiene cuatro trabajadoras. Si presentó una museografía para ganar el concurso con el que le adjudicaron el edificio, no se ha hecho pública.
Hatchwell sigue esquivando a los medios. En un principio concedió una cita para hablar con este medio sobre el acuerdo por el que la Fundación Hispanojudía que dirige disfrutará de la antigua subestación eléctrica de la calle Castelló, diseñada en 1922 por el arquitecto Antonio Palacios, en medio del distrito de Salamanca y propiedad de Metro de Madrid. Más tarde, anuló la conversación y acabó con un “las próximas dos semanas tiene la agenda completa”, esgrimido por la directora del Museo Hispanojudío, Mónica Sánchez-Rubio. En el comunicado de la fundación, Hatchwell asegura que inaugurará su museo en 2025 y tendrá una “vocación internacional”, aunque se desconoce en qué consistirá ni si el relato que construirá estará formado por bienes artísticos.
Aunque Metro de Madrid expone en la adjudicación que “la documentación aportada acredita la implantación internacional”, así como “el fomento cultural y el diálogo intercultural que aseguran el fomento de los valores de igualdad, diversidad, inclusión y solidaridad”. Además, “se valora muy positivamente la construcción de una estructura que simboliza la escalera de Jacob, como un puente de luz entre el cielo y la tierra”. Uno de los elementos protegidos del edificio es una escalera interior con azulejos diseñados por el propio Palacios, que debe ser conservada tal cual. La Fundación Hispanojudía concurre en UTE con la fundación Hispanic Jewish Endowment, presidida desde 2017 por Pablo Kleinman, comentarista argentino y presentador de radio estadounidense, de 52 años, y columnista de Libertad Digital.
Por su parte, la Federación de Comunidades Judías de España informa a elDiario.es que “se congratula por todas las iniciativas que ayuden a conocer mejor el legado judío en nuestro país”. “La educación en valores y en el conocimiento mutuo es una prioridad para la FCJE y para las instituciones judías en todo el mundo”, añade de manera lacónica la máxima referencia de la sociedad civil judía española. Hace dos años, bajo otra presidencia, se mostraban satisfechos con el proyecto privado pero reivindicaban el Museo Sefardí de Toledo, que recibe más de 330.000 visitantes anuales en la sinagoga del Tránsito. Será complicado para Hatchwell rivalizar con este centro.
Una larga búsqueda
La fundación se creó en 2016 “con el objetivo de divulgar, fomentar y promocionar la cultura judía, en todas sus facetas y expresiones”. En el pasado Hatchwell había contado con las labores del exalcalde y exministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, que se dedicó a buscar inmueble para el museo del empresario. Lo intentaron con la antigua sede del Banco de Madrid, en el Paseo de la Castellana, junto a la plaza de Colón, ocupada en 2017 por el grupo ultraderechista Hogar Social y desalojado. Después, en febrero de 2020, con “La Ingobernable”, en la calle Gobernador, pero la presión de los vecinos impidió la entrega del edificio, no sin antes desalojarlo.
En la misión de Hatchwell por dar a conocer la tradición judía ya no está Gallardón y ha cambiado de patrono. Stuart Weitzman es el principal aval de esta iniciativa cultural que nadie sabe en qué consistirá. El nuevo aliado de Hatchwell es un empresario norteamericano, que fraguó su éxito vendiendo calzado fabricado durante casi cinco décadas en Elda (Alicante). En 2013 conoció la cueva de La Garma, en Cantabria, y ya ha invertido más de medio millón de euros en la investigación y difusión de las cuevas prehistóricas cántabras. Altamira también se ha beneficiado de su dinero, en colaboración con la organización World Monuments Fund.
Hace unas semanas, David Hatchwell entregó en una gala, celebrada en Nueva York ante 130 personas, el I Premio Doña Gracia a Weitzman. “En reconocimiento a sus destacados valores, logros y generosidad, y como muestra de gratitud y admiración tanto a él como a su familia por su apoyo hacia el proyecto del Museo Hispanojudío de Madrid”, puede leerse en el perfil de Instagram de la Fundación de Hatchwell, que aparece entregando la figurilla al magnate del calzado. Doña Gracia fue precursora del sionismo, jugó un papel central en el mundo judío en el siglo XVI, ayudó a cientos de miles de judíos a salvar su vida y desafió al Papa. “El Premio Doña Gracia es otorgado por la Fundación Hispanojudía (FHJ) a personas o entidades por su destacada labor en la representación, defensa y promoción de los valores universales del judaísmo”, reza el comentario.
Weitzman agradeció el galardón y dijo que llegó a España hace 46 años sin conocer nada sobre la historia de los judíos en España, que se ha convertido en su segunda casa. “No soy sefardí, pero empatizo. Hay una historia escondida que me llama y quiero ser parte de la herencia de ese legado y trabajar en la reeducación del mundo hispano hacia su conexión con el mundo judío”, dijo el empresario del calzado.
Adiós a los casinos
David Hatchwell ha dejado atrás la tarde en la que Adelson y su esposa estuvieron en los terrenos de Venta de la Rubia, en visita relámpago. Esa misma jornada y ante los medios de comunicación, el entonces consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid, Percival Manglano, ponía alfombra roja y lo que necesitara el magnate para desarrollar sus intereses. Manglano declaró que el Gobierno del PP de Esperanza Aguirre estaba dispuesto a acelerar “al máximo” la concesión de licencias y trámites burocráticos para la construcción del negocio de Adelson.
Unos meses después, Aguirre también aceleró la reforma de la Ley de Patrimonio Histórico de la Comunidad y la desprotección del conjunto histórico de Canalejas. Fue así como Villar Mir, que acababa de comprar a Aguirre un retrato pintado por Goya por cinco millones de euros, pudo adquirir los inmuebles al Banco Santander, que presidía Emilio Botín, para destruir los edificios y levantar en su lugar un complejo del lujo, en el centro de la capital. El PP tenía 72 escaños en la Asamblea de Madrid, el doble que el PSOE, y parecía que nada podía detener los planes de Esperanza Aguirre. Pero en septiembre de 2012, cuatro meses después de la foto de Alcorcón, Aguirre dimitió para ceder su puesto a Ignacio González.
Adelson jugaba con Barcelona y Madrid para ver qué gobierno facilitaría la inversión que, según el propio empresario, superaría los 20.000 millones de euros. Hatchwell era quien manejaba las ofertas y contraofertas de uno y otro lado, y quien le montaba a Adelson las entrevistas con los empresarios y banqueros que deseaban vincularse al negocio. Fue el momento más dulce de Hatchwell, que se hizo un nombre en la alta sociedad antes de ser el vencedor del concurso del edificio de Castelló 21, al que únicamente se presentó la Fundación Hispanojudía y en segunda vuelta. La primera quedó desierta.
Había subido tanto que David Marjaliza, uno de los cabecillas de la trama Púnica, intentó implicar a David Hatchwell en el caso, después de que la creación de la ciudad del juego hubiera fracasado en diciembre de 2013, con Ignacio González al frente de la Comunidad. Como contó Pedro Águeda en elDiario.es, el agente de la Unidad Central Operativa (UCO) que escuchaba la conversación entre los davides no la transcribe textualmente, pero plasma un resumen de la respuesta que recibe Marjaliza de su interlocutor: “David dice que está todo muy paralizado y él hará lo posible para reactivarlo, pero con pies de plomo después de lo de Anderson, donde se gastaron más de 27 millones de euros. Quedan para verse el jueves por la tarde”. Hatchwell reconoció a Águeda que se había reunido con Marjaliza para hablar de unos terrenos de Torrejón de Velasco “por cortesía”, una vez Eurovegas quedó congelado.
Judíos y aztecas
Hatchwell olvidó Eurovegas y se centró en la cultura. Creó su fundación en el año 2016, mientras buscaba edificio para su Museo Hispanojudío, se cruzó con el músico Nacho Cano, que le convenció para formar parte de su consejo de administración en la sociedad Malinche The Musical Spain. Esta compañía tiene como objeto social la creación, producción y explotación de obras musical-teatrales y la explotación de derechos de propiedad intelectual.
La llegada al consejo de administración del negocio de Cano tenía por intención levantar una pirámide azteca que debía albergar un teatro, dirigido por el músico. José Luis Martínez-Almeida había decidido alquilar por 450.000 euros anuales al ex Mecano una finca pública de más de 10.000 metros cuadrados, en el barrio de Hortaleza. El otro socio y también consejero era el abogado Pablo Alarcón Espinosa.
De nuevo los vecinos impidieron que cuajaran los planes privados en terreno público. Una vez la pirámide azteca fracasó, Hatchwell mantuvo su vínculo con Cano y el presidente de Excem se encargó de la producción del polémico musical, tras convertirse, en 2020, en el propietario de la compañía Malinche The Musical Spain SL. Entre los defensores del espectáculo está Juan Carlos Girauta, que aparece en las fotos de una de las comidas de Hatchwell, publicadas en el Instagram de la Fundación Hispanojudía. El empresario se sintió atraído por el show business y creó una nueva rama de negocio de la compañía con Hatchwell Inversiones Musicales SL, que tiene matriz accionarial en Excem Grupo 1971 SA.
Un hombre, muchos intereses
La relación de Hatchwell y Cano va más allá de los negocios. En agosto de 2020 David invitó a Nacho a viajar al Vaticano, a la audiencia que el Papa Francisco ofreció a la Fundación Hispanojudía que preside el empresario de origen sefardita. Hatchwell figura al frente de 17 sociedades y en 2003 le montó la gira por China al Real Madrid de fútbol. Es uno de los 15 donantes más generosos de la última campaña electoral del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Contribuyó con 9.000 euros, según el documento divulgado por la Intervención General de la Administración del Estado de Israel.
En Estepona se asoció con la casa italiana de diseño Pininfarina para construir una promoción de viviendas boutique, en la nueva Milla de Oro de la Costa del Sol, con una inversión aproximada de 200 millones de euros. Solo 38 viviendas prime en un área de espacios verdes de 20.000 metros cuadrados sobre una parcela urbana de 3.000. Tiene otra empresa especializada en activos residenciales en alquiler destinados a jóvenes, Excem Capital Partners Sociedad de Inversión Residencial. Tiene cinco 'hostels' en Madrid, Lisboa y Oporto, con casi 1.000 camas.
El pasado septiembre el exministro de Israel Shimon Shetreet visitó Madrid para participar en una charla organizada por la Fundación Hispanojudía, con Girauta entre los ponentes, y Hatchwell resumió la complicada situación israelí: “Nos adentramos a una quinta elección en cuatro años. Circunstancia sorprendente, quizás a veces demasiada democracia”, puede escucharse en uno de los vídeos subidos en el canal de la Fundación que proyecta los valores sefardíes. Hatchwell ha iniciado un nuevo camino, desde la oscuridad a la escena pública, como nuevo actor cultural de influencia ideológica.
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