Deuda, bajos salarios y precios de la energía: las debilidades de la UE tras dejar atrás el escenario más negro
Europa se preparó en verano para el peor escenario: apagones, falta de suministros, estanflación... Pero sorteó el agujero más negro. Entonces se preparó para una recesión, aunque fuera técnica (dos trimestres seguidos con datos negativos de crecimiento). Las previsiones macroeconómicas de otoño apuntaban a números rojos en el PIB de algunos países, como Alemania, considerado el motor del continente. Pero también ese escenario se ha esquivado y la estimación es que se producirá un crecimiento, aunque muy limitado (un 0,8% en la UE y un 0,9% en el caso de la zona euro). No obstante, las cosas tampoco están como para echar las campanas al vuelo: hay una serie de factores que obligan a mantener la alerta.
“No estamos diciendo que estemos ante un periodo de crecimiento extraordinario, pero tenemos que ser consciente de que la situación es mejor de lo que se esperaba”, expresó el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, al acabar la reunión con los ministros de la eurozona; pero en todo caso hizo un llamamiento a la prudencia: “Confianza prudente”. La volatilidad en la economía está estrechamente relacionada con la guerra en Ucrania y, de su evolución dependerá, en buena medida, la marcha de la economía global.
“Los precios de la energía siguen siendo volátiles y podría haber escasez”, reconoció el propio Gentiloni, que recordó la necesidad de que la UE ponga en marcha este mismo trimestre el mecanismo de compra común, al que la Comisión Europea ha invitado a Ucrania. Será dentro de unos meses, a la hora de preparar el próximo invierno, cuando se revelen las capacidades europeas, que por ahora ha aprobado un tope al precio del gas. Será entonces cuando se vea si se activa o no, pero en Bruselas dan por hecho que los precios de la energía volverán a subir.
La UE ha asumido que el mercado energético es una de sus debilidades y se ha puesto en marcha para su reforma. Ahora bien, no será un camino sencillo. Por el momento los estados van haciendo sus propuestas. España, por ejemplo, ha planteado que haya precios fijos para la nuclear y la hidráulica que eviten los beneficios caídos del cielo de las grandes corporaciones. La propuesta ya cuenta con una oposición frontal de Alemania, Países Bajos y otros cinco países, que advierten de que los cambios tienen que producirse dentro del libre mercado y sin intervenir los precios, según ha adelantado Expansión.
A pesar de esa volatilidad en la energía, en la UE dan por hecho que la inflación va a caer. Gentiloni aventura que lo hará incluso con rapidez. La previsión es que sea del 6,4% en 2023 (un 4,4% en España) frente al 9,2% del pasado año. Pero uno de los problemas seguirá siendo la subyacente, es decir, la que no tiene en cuenta ni los precios de la energía ni de los alimentos frescos. “La inflación subyacente todavía es alta y no ha llegado a su punto máximo”, Pierre Gramegna, el director del MEDE, que recordó a los países que deben ir eliminando las ayudas genéricas que se pusieron en marcha en 2022 y limitarlas a sectores muy determinados.
Y una de las señales a las que la UE tendrá que seguir prestando atención es a la pérdida de poder adquisitivo que se ha producido ante el incremento de la inflación. Los salarios no han crecido al mismo ritmo que los precios y ahí se ha producido un desfase, a pesar de que los datos de empleo están marcando récord. De momento las ayudas y el ahorro han permitido capear el temporal. También influye en la pérdida de poder adquisitivo la subida de los tipos de interés por parte del BCE para ahogar la economía como estrategia para rebajar los precios. Esta medida se ha traducido ya en mayores costes de hipotecas para las familias y del crédito para las empresas.
Otro de los retos que la UE tiene por delante es la deuda, “que es bastante elevada en algunos países”, según recordó este lunes Gramegna. Está por encima del 180% en Grecia o del 150%, en Italia. Y ahí viene otra de las batallas de los próximos meses: el debate sobre las reglas fiscales. La Comisión Europea ha planteado un sistema que las flexibiliza -la velocidad de ajuste no será uniforme sino que dependerá de planes para cada país a cambio de un régimen de sanciones más útil-, pero está por ver en qué deriva un asunto en el que siempre hay diferencias notables.
La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, ha señalado como “urgente” para España que la Comisión Europea acuerde un marco para revisar las reglas fiscales que permita avanzar “lo máximo posible”. Calviño ha puntualizado que debería estar culminado en la segunda mitad del año, coincidiendo con la presidencia española del Consejo. El debate acerca de la reforma de la normativa fiscal debería tener una propuesta legislativa por parte de Bruselas para el paquete de primavera, según ha explicado la vicepresidenta.
Y a las casuísticas derivadas de la invasión rusa de Ucrania y los propios fallos del sistema europeo, se suma ahora una guerra comercial con China y ahora EEUU después de que Joe Biden haya anunciado una ley de reducción de la inflación (IRA) con la que pondrá sobre la mesa 369.000 millones de dólares para la industria verde. Las alarmas han sonado en la UE, que ve cómo su tejido industrial puede resquebrajarse ante las condiciones ventajosas que se ofrecen al otro lado del Atlántico. Bruselas ha activado la maquinaria para elaborar un plan de respuesta que ha dado ya sus primeros pasos, aunque la posibilidad de que se rompa el mercado único beneficiando a Alemania y Francia, por su mayor fortaleza financiera, genera reticencias dentro del club.
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