Madrid, 24 feb (EFE).- Endesa obtuvo el pasado año un beneficio neto de 1.394 millones de euros, ocho veces más que los 171 millones que registró en 2019, cuando el resultado se vio impactado por el adelanto del cierre de las centrales de carbón.
Sin ese efecto y otros extraordinarios, el beneficio ordinario neto de la compañía alcanzaría los 2.132 millones, un 36 % más que los 1.582 millones que logró en 2019 por este concepto, ha informado la sociedad a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
En el conjunto del año, los ingresos se elevaron a 17.560 millones de euros, un 12,9 % menos que los 20.158 obtenidos un año antes; además, como consecuencia de la pandemia de coronavirus, la compañía ha asumido un impacto de 120 millones en su ebitda o beneficio bruto de explotación.
Excluidos los impactos en gastos de personal derivados de la aplicación del V Convenio Colectivo Marco y las provisiones asociadas al Plan de descarbonización y digitalización de procesos, su ebitda fue de 4.027 millones.
Si se tienen en cuenta esos conceptos, el ebitda se sitúa en 3.783 millones, un descenso del 1,5 % respecto al año anterior.
Endesa repartirá la totalidad de su beneficio ordinario neto de 2020 entre sus accionistas, indica en su nota, y a partir de este año emprenderá una nueva senda de progresiva reducción del “payout” o porcentaje del beneficio que se destina al pago a accionistas, desde el 80 % hasta el 70 % anunciado para 2022 y 2023.
Su objetivo es adecuar el incremento de la inversión prevista para los próximos años: 7.900 millones entre 2021 y 2023, y 25.000 millones hasta 2030.
En 2020 Endesa prosiguió con su política de descarbonización del mix de generación, y los cierres en junio de las plantas de Compostilla y Andorra, que funcionaban con carbón nacional, supusieron la reducción de un 43 % de la potencia instalada (2.100 MW).
La compañía prevé mantener esta tendencia a lo largo de este año con los cierres de los otros 2.500 MW distribuidos en As Pontes y Carboneras, lo que dejará operativos sólo 200 MW con esta tecnología, ubicados en Baleares.
De este modo, solamente el 1 % de los ingresos de Endesa se produjo de su negocio de generación de carbón, y la proporción de electricidad procedente de este combustible fósil sobre el total de la electricidad producida por la compañía fue ya sólo del 2,5 % durante 2020.
El volumen de potencia instalada en fuentes renovables (hidráulica, solar y eólica) creció en 400 MW, hasta cerrar el año en 7.800 MW; este aumento de la potencia “limpia”, unido al retroceso de la capacidad instalada de carbón, situó la producción eléctrica de Endesa libre de emisiones de CO2 en la península en un 85 %.
En total, la producción de electricidad de fuentes renovables se incrementó un 33 %, hasta 13,4 teravatios/hora.
La inversión bruta ejecutada por la compañía en 2020 se redujo un 19 %, hasta 1.600 millones de euros, en parte por la ralentización que sufrieron algunos proyectos de plantas renovables durante el confinamiento derivado del covid.
Por lo que respecta a su deuda, se situó en 6.899 millones de euros al cierre del ejercicio, un 8,2 % más que un año antes.
El consejero delegado, José Bogas, destaca en el comunicado que Endesa ha superado el impacto de la covid-19 y ha asumido el proceso de transición energética que “debe ser justa, así como el golpe del coronavirus” contra el que ha desplegado un plan de responsabilidad pública dotado con 25 millones de euros.