España pierde casi un 16% del impuesto de sociedades por la fuga de beneficios a Países Bajos, Irlanda o Suiza
España pierde casi un 16% del impuesto de sociedades por la fuga de beneficios corporativos generados dentro de nuestras fronteras a Países Bajos, Irlanda, Luxemburgo o Suiza y a paraísos fiscales oficiales, como las Islas Vírgenes Británicas, las Caimán, la de Man o la de Jersey. Nuestro Estado deja de ingresar alrededor de 4.000 millones de euros por el traslado de ganancias de las empresas a países con sistemas fiscales más ventajosos para ellas, aunque en la mayoría de los casos no se considera evasión por parte de la Unión Europea (UE).
Es precisamente a esos sistemas fiscales con impuestos de sociedades más bajos que en España a los que más empresas mueven sus beneficios. En concreto, “por esta vía de evasión a zonas grises, en el límite de la legalidad”, se escapa cerca de un 13% del impuesto de sociedades, según los datos reunidos por primera vez por el Observatorio Fiscal de la UE, un centro de investigación independiente creado en 2021 que ha puesto a trabajar a más de 100 expertos para elaborar un informe global sobre evasión fiscal, “a menudo en colaboración con las administraciones tributarias”.
España recaudó algo más de 32.000 millones de euros por el impuesto de sociedades en 2022. Una cifra que, como explicó elDiario.es en esta información hace un año, tiene distintas fugas por las exenciones para repatriar dividendos de filiales en el extranjero o la compensación por pérdidas del pasado. Hasta el punto de que el tipo efectivo que pagan las empresas se reduce cuanto más grandes son. Ahora, el Observatorio Fiscal de la UE ha puesto cifras a lo que se pierde por el traslado de las ganancias.
Estos agujeros fiscales en el impuesto de sociedades impidieron que en 2022 se alcanzara un récord de recaudación en nuestro país por este tributo pese a los beneficios históricos de las empresas. Sociedades fue el único gran impuesto que no alcanzó su nivel máximo el año pasado pese a que las ganancias corporativas alcanzaron los 327.241 millones, el registro más alto de la historia tras un crecimiento del 17% frente al ejercicio anterior.
El caso de Ferrovial, que decidió esta primavera mover su sede social a Países Bajos para pagar el impuesto de sociedades allí ha sido el ejemplo más escandaloso y mediático de los últimos años, por su condición de grupo concesionario, nutrido durante décadas por contratos públicos de infraestructuras y servicios. Recientemente, otra compañía similar, Acciona, ha amagado con seguir el mismo camino.
“En las últimas décadas, la globalización ha abierto nuevas posibilidades de evasión explotadas por empresas multinacionales y personas ricas de todo el mundo. Durante demasiado tiempo, esta evasión ha sido aceptada como una parte inevitable de la naturaleza humana”, lamenta el premio Nobel en Economía Joseph Stiglitz en el prólogo del informe del Observatorio Fiscal de la UE.
“Pero la evasión fiscal y, en términos más generales, la elusión fiscal, no es inevitable; es el resultado de decisiones políticas, o de la incapacidad de tomar decisiones políticas que actúen para detenerlo”, continúa este prestigioso economista.
El informe desvela que España pierde un mayor porcentaje del impuesto de sociedades que Estados Unidos, Italia o Francia por el traslado de los beneficios de las empresas. Mientras que Alemania deja de ingresar hasta un 25% de lo que debería con su sistema fiscal. La media de la UE se queda en el 20%. “La evasión fiscal no es una ley de la naturaleza sino una opción política”, recalca el estudio.
Entre los socios europeos, destaca el caso de Irlanda como zona gris o sistema ventajoso para las empresas. En este país, el porcentaje de empresas extranjeras que pagan el impuesto de sociedades se ha disparado de cifras normales hasta alcanzar el 90% del total en menos de una década, apenas desde 2014. Otros países del entorno donde ocurre lo mismo son Países Bajos, Bélgica o Luxemburgo. A los que hay que sumar Suiza, y los paraísos fiscales reconocidos, repartidos por todo el mundo.
El Observatorio explica que “algunas de las prácticas que cubrimos son claramente ilegales, como no declarar los ingresos obtenidos. Otros se encuentran en una zona legal gris entre la elusión y la evasión, como el traslado de ganancias a empresas fantasma sin sustancia económica. Otros son claramente legales, como mudarse al extranjero para beneficiarse de regímenes fiscales especiales diseñados para atraer a personas ricas” y empresas.
“Sin embargo, todos permiten que los actores económicos que más se han beneficiado de la globalización reduzcan sus tasas impositivas a niveles aún más bajos, reduciendo los ingresos gubernamentales y aumentando la desigualdad. Lo que está en juego en todos los casos es la cuestión de la sostenibilidad social de la globalización y de los sistemas tributarios modernos”, incide el informe publicado este lunes. “Como naciones interconectadas, podemos elegir políticas de todos contra todos que permitan que se agrave, o podemos elegir la coordinación para frenarlo”, añade.
Lo que hay que celebrar y lo que hay que abordar
El estudio se detiene en las evoluciones positivas detectadas. “En primer lugar, la evasión fiscal extraterritorial por parte de personas ricas se ha reducido en tres veces en los últimos 10 años gracias al intercambio automático de información bancaria”, señala.
Por otro lado, “el impuesto mínimo global del 15% sobre las multinacionales, que generó grandes esperanzas en 2021, se ha debilitado dramáticamente. Inicialmente se esperaba que aumentara los ingresos por impuestos corporativos globales en cerca de un 10%, pero una lista creciente de lagunas jurídicas ha reducido esta expectativa a una tercera parte”.
Por último, “la evasión fiscal –incluida la evasión en las zona grises en el límite de la legalidad– está ocurriendo cada vez más. Los multimillonarios tienen tasas impositivas efectivas equivalentes entre el 0% y el 0,5% de su riqueza, debido al uso frecuente de empresas fantasma para evadir el impuesto a la renta. Hasta la fecha no se ha hecho ningún intento serio de abordar esta situación, que corre el riesgo de socavar la aceptabilidad social de los sistemas tributarios existentes”.
Las necesidades del cambio climático
El Observatorio hace algunas propuestas para abordar los problemas fiscales identificados a nivel global. Una de las principales “es instituir un impuesto mínimo global a los multimillonarios, equivalente al 2% de su riqueza”. El potencial de esta medida es una recaudación extra de 250.000 millones de dólares de menos de 3.000 personas anualmente.
Otra propuesta es “un impuesto mínimo global reforzado sobre las empresas multinacionales, libre de lagunas jurídicas, que recaudaría otros 250.000 millones de dólares adicionales por ejercicio”, prosigue el Observatorio.
“Para dar una idea de las magnitudes implicadas, estudios recientes estiman que los países en desarrollo necesitan 500.000 millones de dólares anuales en ingresos públicos adicionales para abordar los desafíos del cambio climático, necesidades que, por lo tanto, podrían abordarse plenamente mediante las dos reformas principales que proponemos”, concluye.
“Obviamente, los ingresos que se recaudarían si hiciéramos mella en la evasión y la elusión son fundamentales para las sociedades, mientras los países de todo el mundo enfrentan los desafíos del cambio climático, las pandemias y la desigualdad, y mientras los gobiernos tienen que hacer inversiones esenciales en educación, salud, infraestructura y tecnología [con endeudamientos elevados tras el shock de la COVID]”, considera Joseph Stiglitz.
“Pero hay más que eso en juego. Si los ciudadanos no creen que todos están pagando la parte que les corresponde de impuestos (y especialmente si ven que los ricos y las corporaciones ricas no pagan la parte que les corresponde), entonces comenzarán a rechazar los impuestos”, advierte el economista.
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