La Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) corregirá el ejercicio de transparencia publicado este martes tras detectar un “error técnico” que minusvaloraba de manera significativa el nivel de capital (el colchón para hacer frente a las crisis) con plena implantación de Basilea III. En el informe inicial, la banca española salía como la menos solvente de la Unión Europea si se tienen en cuenta las futuras exigencias de capital que entrarán en vigor en 2019, a pesar de que su rentabilidad y eficiencia son de las mejores del Viejo Continente. En la ratio mal computada, ESpaña tenía de media un 9%, muy por debajo del 11,8% de la media del sector europeo.
La Autoridad envió una nota advirtiendo del error a primera hora de la mañana y corregirá el examen. Mientras tanto, la banca española sufría cuantiosas pérdidas a media sesión.
Razones inicial para salir peor
Tras conocer el primer informe (erróneo) fuentes bancarias habían declarado que no se considera preocupante porque el modelo de la banca española, centrado en el negocio a particulares y empresas, consume más capital y existen actualmente penalizaciones como las participaciones superiores al 10% en otras entidades, han explicado hoy a Efe fuentes financieras.
Estas dos razones, entre otras, deslucen la comparativa de la banca española respecto a la del resto de competidores, aunque no se puede ignorar que en otros apartados como la rentabilidad y la eficiencia, el sector español está entre los mejores.
Así, si la rentabilidad media sobre el capital en la Unión Europea está en el 9,1%, en el caso de la banca española se eleva hasta el 12,8%, muy superior a la del conjunto del sector de cualquiera de los países grandes de la región. Contribuye especialmente que los préstamos estén rentando a la banca española un 3,1%, por encima de la media europea del 2,2%.
En cuanto a la eficiencia, la banca española también destaca frente al resto de competidores, con un porcentaje del 47%, lo que equivale a que gasta 47 euros por cada 100 euros de ingreso. De esa cantidad, el 82%, lo que equivale a 255.182 millones de euros, correspondía a deuda española en manos de las entidades financieras del país, un porcentaje, sin embargo, menor que el 85 % del cierre de 2014 o el 89 % de finales de 2013.
La cartera de préstamos del sector español al término del primer semestre de 2015 ascendía a 1,79 billones de euros, de los que 602.000 millones, un 34%, estaban concedidos a familias y empresas del propio país.
La morosidad media de los bancos de la Unión Europea a junio de 2015 estaba en el 5,6%, con grandes diferencias entre países y con España por encima, con un 7,1%, aunque esto suponga un punto menos que al acabar 2014. Este volumen de impagados respecto a la riqueza del conjunto de la región arroja una proporción del 7,3 %, que en el caso de España se dispara al 15,8 %.