El euro busca un flotador
Hay luz al final del túnel. El problema es que nadie sabe si es la salida o un tren que viene en dirección contraria. El Foro Económico de Bruselas de 2013, organizado el pasado miércoles por la Comisión Europea, ha intentado aclarar cuál de entre ellos es el escenario más probable para la eurozona. Pese a la entrada en vigor de nuevos instrumentos para “mejorar la gobernanza fiscal y macroeconómica entre los países miembros”, lo que se traduce en una mayor vigilancia e intervención sobre los presupuestos, la moneda única aún “navega en aguas revueltas”, de acuerdo con el vicepresidente de la Comisión, Olli Rehn.
Las palabras de Mario Draghi, gobernador del Banco Central Europeo (BCE) “Haremos lo que sea necesario para salvar el euro” ofrecieron un balón de oxígeno a los mercados el pasado verano, poniendo un parche al riesgo de desintegración de la unión monetaria. Rehn considera que este peligro ya solo es un recuerdo. La situación griega, las tasas récord de desempleo, las débiles previsiones de crecimiento para la segunda mitad de este año y los elevados niveles de deuda soberana, sin embargo, demuestran que aún hay numerosas cuestiones pendientes de solucionar en una eurozona que pronto se ampliará a 18 miembros con el ingreso de Letonia. El antídoto propuesto por Bruselas para solucionar todos sus problemas es la integración bancaria y fiscal. Enda Kenny, primer ministro irlandés, ha asegurado en un vídeo mensaje que su implementación es “una prueba de credibilidad” y que las instituciones europeas no pueden permitirse fallar.
Uno de los principales objetivos de la unión bancaria, según Rehn, consistirá en romper el estrecho vínculo entre bancos y gobiernos y evitar así el rescate de países en dificultad. El vicepresidente de la Comisión ha avanzado que en la cumbre del Eurogrupo de este jueves se acordará el funcionamiento de la recapitalización directa de la banca por parte del Mecanismo Europeo de Estabilidad y que los ministros de finanzas de la zona euro, reunidos en Luxemburgo, estudiarán también la posibilidad de nombrar un representante de Bruselas en el consejo de administración de las entidades rescatadas. Estas medidas encuentran la oposición de países como Alemania, Finlandia y Francia, que rechazan ceder parte de su soberanía a un control central. El gobernador del banco central finés, Erkki Liikanen, al mismo tiempo, ha manifestado que le gustaría ver en función para 2015 mecanismos de rescate donde acreedores y accionistas asuman las pérdidas, como en el caso de Chipre.
Reformas cosméticas
Reformas cosméticasEn los últimos años, no han faltado iniciativas para poner remedio a la crisis de la eurozona, tanto a nivel de las instituciones comunitarias, como de los países miembros a golpe de recortes y reformas. ¿Entonces qué es lo que ha fallado? El profesor Peter Bofinger, miembro del Consejo alemán de expertos económicos, pone como ejemplo una persona obesa con un estilo de vida poco saludable. “Si sufre un infarto, primero hay que actuar para reanimarle y luego intervenir para mejorar sus hábitos”, explica. Más allá de la metáfora, el experto apunta a que la crisis de la banca, la de las finanzas públicas y de la macroeconómica se retroalimentan, como demuestran los casos de España, Irlanda y Chipre, y que la deuda soberana seguirá aumentando en 2014, según las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI). “El impacto de las reformas estructurales ha sido sobrestimado. Se han puesto en marcha muchos programas, pero solo se han generado cambios superficiales”, añade. Lo que se necesita en este momento, según Bofinger, son “los clásicos programas de estímulo e incentivar las inversiones públicas”. El profesor alemán ha insistido también en la importancia de los subsidios a las renovables, que España, en cambio, suprimió el año pasado.
“Reformar no significa cortar el gasto público”, según Fabian Zuleeg, economista del European Policy Center. “Al revés, las reformas al principio cuestan. Hay que actuar para la liberalización de los mercados, mejorar el acceso al capital y atraer la inversión privada”. Volver para atrás no es una opción. “Sería una catástrofe, significaría un colapso financiero, económico y político. Si no se produce un cambio, estaremos en una situación en la que la próxima generación estará peor que la anterior, pero el ajuste necesita normas y voluntad política”, ha explicado.
Crisis existencial
Crisis existencialPor si fuera poco, a la crisis económica y financiera, se añaden otros factores. Pascal Lamy, director general de Organización Mundial del Comercio (OMC) habla de crisis existencial del proyecto europeo, que pone en entredicho su legitimidad, su credibilidad y su modelo social. “Se trata de un mensaje difícil de aceptar para el español medio”, dice en alusión a los duros recortes aprobados por el gobierno popular, “pero ya hemos abierto la caja de Pandora y hay que seguir adelante”. Lamy, que en septiembre acabará su mandato al frente de la OMC, asegura que no se trata solo de una cuestión económica. “Están en juego la identidad y el valor. No podemos pensar en integración política si no existe un sentimiento de pertenecer a una comunidad por parte de los europeos. No me refiero a un artículo en un tratado, sino a modificar perspectivas”.