Fábricas españolas que pueden hacer mascarillas llevan semanas paradas: “Es todo muy lento y confuso”
Durante la declaración del estado de alarma, el presidente del Gobierno anunció que el Ministerio de Sanidad podría “intervenir y ocupar transitoriamente” industrias, fábricas y talleres privados. Siete días más tarde, el 21 de marzo, Sánchez aseguró que Sanidad e Industria estaban “organizando la producción nacional para garantizar el suministro de todos los materiales necesarios de fabricación española”.
Poco después, el 23 de marzo, el Ministerio de Industria comunicó que se encontraba coordinando la “reorientación de la industria española” a la fabricación de material sanitario. Este incluye mascarillas de todo tipo, gafas, batas desechables, electroválvulas y respiradores: productos fundamentales para proteger a sanitarios, trabajadores y atender a pacientes contagiados por coronavirus.
Han pasado ya tres semanas de aquello y algunos proyectos están un poco enquistados. eldiario.es solicitó un listado de empresas que hubieran reorientado su producción al Ministerio de Industria, que dijo no disponer de él. El Ministerio de Sanidad tampoco facilitó la información. Son las asociaciones empresariales —las patronales del automóvil, sector farmacéutico, textil o químico— las que dan estos datos.
En el sector automovilístico, por ejemplo, Seat reanudó la producción de respiradores el día 3 de abril tras recibir el visto bueno de Sanidad y después de que su comité de empresa criticara el “cambio constante de directrices técnicas” y la “burocracia” a la que se enfrentaban. Junto a Seat, la madrileña Hersill es la única que dispone de autorización para su producción. Ese mismo día, la Agencia Española del Medicamento emitió autorizaciones temporales para que ocho empresas fabricaran geles y soluciones hidroalcohólicas.
En el frente de las mascarillas —uno de los productos más demandados y cuyo uso generalizado recomendará pronto el Gobierno— las cosas van aún más lentas. La confederación ModaEspaña, que agrupa a las asociaciones de confección y fabricación textil patrias, ha explicado a este diario que más de 400 empresas se han puesto ya a disposición del Ministerio, pero que de momento están casi todas en 'stand by'.
“Tiene que haber una homologación y todo el proceso administrativo está siendo muy lento y confuso”, explican. “Hablamos constantemente con Industria. También con Sanidad, que da las directrices. En el BOE hay varios documentos con requisitos para la fabricación y qué deben cumplir los talleres. Ahora mismo estamos esperando a que nos den la homologación”.
Solo dos talleres fabrican mascarillas quirúrgicas (y aún no están homologadas)
Según estas mismas fuentes, a día de hoy solo hay dos talleres en España trabajando en mascarillas quirúrgicas (las de tela, que evitan que alguien contagiado transmita el virus) bajo la tutela del Ministerio de Industria. Están los dos en Castilla-La Mancha: uno es el Centro Tecnológico de Talavera de la Reina y otro un centro textil en San Pablo de los Montes. El primero realiza el corte y el segundo la confección. Según explicaron ambas empresas a la edición regional de eldiario.es hace varias semanas, las mascarillas van envasadas al vacío y se entregan directamente al ministerio. Desde la confederación ModaEspaña indican que hay unas 150.000 terminadas y que aún no están homologadas. Esto es, que no se pueden distribuir.
La ministra de Industria, Reyes Maroto, dijo el pasado miércoles en rueda de prensa que “con los proyectos en marcha, se cuenta con más de dos millones de mascarillas” y reconoció que no es suficiente para toda la población. No detalló el tipo de mascarilla, que tampoco dan desde su Ministerio. Pero según explica Luis Gil, secretario general de la Asociación de Empresas de Equipos de Protección Individual (Asepal), en España no hay producción de mascarillas FFP2 y FFP3, las que protegen a la persona que la lleva puesta.
¿De dónde salen esos dos millones entonces? Desde el Ministerio no lo aclaran. Apuntan de vuelta a las asociaciones empresariales y al acuerdo firmado con Bexen Medical, una cooperativa de Mondragón con la que Sanidad ha firmado un contrato para la producción de 60 millones de mascarillas en los próximos seis, a razón de 2,5 millones semanales. Según dijo el ministro Illa en el Congreso este miércoles, la maquinaria para su fabricación llegará “en unos días” y los primeros pedidos “podrían estar listos en un plazo de tres o cuatro semanas”.
Esa maquinaria viene de China, como la mayoría del material que llega estos días a España en avión. Allí las fábricas reorientaron su producción durante la crisis, porque detectaron que harían falta material. Ahora lo venden a precio de oro al resto del mundo, que pelea a pie de pista por llevárselo. En declaraciones a Efe, el presidente de la vasca Bexen explicó que el encargo llegó hace un mes, antes del estado de alarma, cuando Industria los contactó para exponer la necesidad de “contar con producción nacional” de mascarillas.
Es decir: que, a día de hoy, España apenas cuenta con producción propia de mascarillas quirúrgicas homologadas. La empresa de Alcalá la Real (Jaén) que se hizo famosa por fabricar 80.000 mascarillas al día tampoco contaba con la autorización para hacer productos sanitarios por parte de Sanidad, aunque tras su intervención se les homologó.
La propia Maroto reconoció este miércoles que “si algo hemos aprendido es que la deslocalización de industrias esenciales ha sido un problema por falta de abastecimiento”.
El Gobierno rebaja la normativa ante la escasez de material
Ante la lentitud del Gobierno han sucedido dos cosas. La primera, que muchas empresas se han puesto a fabricar material de manera altruista y sin homologación. La segunda, que la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios ha rebajado su propia normativa para agilizar la producción nacional.
En una orden ministerial publicada el 6 de abril, la AEMPS establece que otorgará a las empresas que lo soliciten licencias excepcionales para fabricar mascarillas y batas quirúrgicas. Lo hace en colaboración con el Ministerio de Industria, para acelerar la producción de todos esos proyectos que llevan tres semanas parados. La orden matiza que las licencias solo se otorgarán siempre que los productos sean para “atender a los afectados por la pandemia” y “sin la obtención de ningún tipo de beneficio empresarial”.
Esta rebaja de las condiciones plantea cuestiones de seguridad y responsabilidad. ¿Qué sucede si no funcionan, si algún trabajador contagia o se contagia por llevar material de mala calidad? La orden indica que la responsabilidad la asume la Administración General del Estado siempre que se cumplan los anteriores supuestos.
“Las mascarillas quirúrgicas, las que la gente se ha puesto a hacer de manera altruista en su casa o para las que algunas industrias han adaptado su producción, no dejan de ser un producto que debe cumplir con ciertos requisitos”, señalan desde Asepal. “Nosotros defendemos que, aunque la situación es de emergencia, debe mantenerse la seguridad. Sobre todo en productos destinados a profesionales. Es un acto de generosidad que las industrias adapten su producción, pero esta debe ser supervisada o avalada por las autoridades”.
Como las autoridades no han dado abasto para hacerlo, han optado por rebajar los controles. También han publicado una guía para la confección de mascarillas caseras, aclarando que estas cumplen “propósitos meramente higiénicos” y que no son “un Equipo de Protección Individual (EPI) ni tampoco un Producto Sanitario (PS)”. Y justo ayer, jueves 9 de abril, la Asociación Española de Normalización publicó una especificación para la fabricación de mascarillas higiénicas no reutilizables (ni quirúrgicas ni filtrantes). Lo hizo en colaboración con Industria, Sanidad, Trabajo y Consumo y una decena de entidades, Asepal entre ellas.
“Esta iniciativa cobra relevancia ante el hecho de que centenares de empresas están haciendo un esfuerzo extraordinario en la producción de material de protección en el combate contra el coronavirus”, dice su comunicado. “Algunas lo fabrican habitualmente, pero para muchas es un campo nuevo”.
Asepal reclamó hace ya días que las autoridades actuaran ante la fabricación artesanal, pues las mascarillas no homologadas pueden producir una “falsa sensación de protección”.
“Lanzamos el aviso porque vimos que nuestros homólogos europeos también lo hacían”, concluye su secretario general. “Nos llama la atención que, mientras se hacen esfuerzos para mantener la seguridad de productos como los respiradores o las mascarillas filtrantes, FFP2 y FPP3, estén siendo mucho más laxos respecto a las mascarillas sanitarias. Es genial que existan iniciativas altruistas, pero no se debe ver comprometida la seguridad del producto y, por ende, la del profesional”.
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