Las familias multiplican por 200 sus inversiones en letras del Tesoro en un año
Las familias han multiplicado por 230 sus inversiones en letras del Tesoro desde hace un año. Los particulares han pasado de tener apenas 16 millones de euros en deuda a corto plazo del Estado en enero de 2022 a cerca de 3.700 millones. Esta cifra es casi un 5% del total del tipo de deuda que vence en 12 meses o menos, por el mayor interés que paga España para financiarse respecto a los últimos años.
Las sorprendentes colas en la puerta del Banco de España para comprar letras del Tesoro de principios de 2023 no fueron una simple anécdota. La deuda pública a vencimientos de un año o menos ha llegado a superar el 3% de rentabilidad en estas últimas semanas, desde el 0% que ofrecían hace apenas meses, y se ha convertido en la opción más atractiva y segura para invertir los ahorros de las familias y contrarrestar el daño que infligen las subidas de precios.
A cierre de enero, el rendimiento de los depósitos de los bancos, los productos financieros más básicos, seguía de media en el 0,5%, pese a las subidas de los tipos de interés oficiales del Banco Central Europeo (BCE) para luchar contra la inflación, del 0% de julio de 2022 al 3,5% actual.
Mientras, el Tesoro colocaba y sigue colocando letras, con las que el Estado financia parte del gasto público que no cubren los ingresos, a tipos de interés 2 puntos y hasta 2,5 puntos por encima. Y con comisiones de 1,5 euros por cada 1.000 euros (la inversión mínima en deuda pública). Es decir, mucho más barato que cualquier otra oferta similar de una entidad financiera.
En volumen, las familias españolas nunca habían tenido tantas letras del Tesoro como ahora, según los últimos datos publicados, a 31 de enero de 2023. En porcentaje sobre el total de la deuda de este tipo, es un máximo que se remonta a 2008, cuando llegaron a suponer algo más de un 9% de los tenedores. En 2007, incluso rozaron el 11%.
Pero los particulares no son los únicos que han visto una oportunidad en financiar a su país a vencimientos cortos. Las empresas no financieras han pasado de tener 250 millones de euros metidos en letras del Tesoro en enero de 2022 a 3.274 millones un año después. En su caso, acumulan casi el 4,4% de la deuda total de España a 12 meses o menos, desde el 0% de 2020.
Este nuevo peso de familias y empresas en la financiación del Estado ha sustituido la progresiva retirada del BCE. Durante años, la institución, a través del Banco de España y del resto de bancos centrales de la eurozona, ha comprado deuda de los países del euro para favorecer la recuperación económica. Primero para superar la crisis financiera, después, el shock de la pandemia.
Desde hace unos meses, el BCE solo reinvierte los vencimientos de la deuda de los países que ya tiene y ha dejado de realizar nuevas adquisiciones, como parte de su estrategia (junto a las subidas de los tipos de interés oficiales) de endurecer las condiciones de financiación en general para ahogar la economía y moderar así la inflación. En julio de 2022, el Banco de España llegó a tener el 10% de las letras del Tesoro emitidas. En enero de 2023, ya solo tenía un 2,5%.
El otro actor que ha perdido peso frente a familias y empresas no financieras han sido los bancos nacionales, que llegaron a tener un 21,1% de las letras en 2020 y que ahora tienen algo menos de un 18%.
La dependencia del Tesoro de la banca en la colocación de letras llegó a superar el 50% en 2008 y hasta el 60% en 2002. La situación es mucho más 'sana' ahora, con la participación de otros tenedores, como las propias familias o empresas no financieras, pero también aseguradoras, fondos de inversión, inversores internacionales y el propio BCE.
Menor dependencia de la banca
El Tesoro emite tres tipos de deuda: letras, bonos y obligaciones del Estado. Cada denominación para la deuda pública se corresponde con distintos vencimientos: de un mes hasta 12 en el primer caso, de 2 a 5 años en el segundo o de siete años o más en el tercero.
Para los particulares o empresas no financieras, vencimientos mayores de un año implican iliquidez, lo que resta mucho atractivo para invertir el ahorro, ya que pueden obtener cupones (rendimientos) del 3% o más (los tipos de interés que el Tesoro se compromete a pagar), pero la inversión en el principal de la deuda se queda paralizada hasta que termina el plazo de cada emisión (el más común es de 10 años).
En estos bonos y obligaciones del Estado, con los que se financia la mayor parte del gasto público que no cubren los ingresos, la participación del Banco de España (o lo que es lo mismo, del BCE) llegó a ser de hasta el 34% en 2021 y 2022. Este peso prácticamente no ha variado de momento, y tampoco el de la banca nacional, que está algo por debajo del 15%.
Antes del estallido de la crisis de deuda en 2011, las entidades financieras nacionales llegaron a tener un 30% de esta deuda pública a medio y largo plazo. Es decir, la banca y el Estado estaban estrechamente relacionados. Ahora, el BCE irá cediendo terreno como tenedor de la deuda de España y tendrán que ser precisamente los bancos nacionales e internacionales (pero no solo ellos, también aseguradoras o fondos) los que vayan ocupando ese papel. Al tiempo que el Estado debería ir reduciendo sus necesidades de financiación.
Las necesidades de endeudamiento (el déficit presupuestario) tienen que menguar (este año se elevan a 70.000 millones de euros, igual que en 2022, por la crisis de inflación y la guerra) porque España se financia actualmente mucho más caro que en los últimos años. El tipo de interés medio de las nuevas emisiones de letras, bonos y obligaciones alcanzó en marzo el 3,4%, un récord desde 2011.
Sin embargo, la situación no es la de entonces. De hecho, las diferencias son fundamentales. Por un lado, el BCE ha reiterado su flexibilidad para atender cualquier tensión que pudiera producirse en los países más sobreendeudados de la eurozona, como es el nuestro. Por otro, el tipo de interés medio de toda la deuda en circulación, que el Tesoro llegó a rebajar al mínimo histórico del 1,6% en 2022 gracias a que durante muchos meses consiguió financiación al 0%, apenas ha ascendido al 1,8%.
Este tipo de interés medio es el que se traslada finalmente a la factura de intereses de la deuda que el Estado paga cada año, y que se espera que de momento se mantenga contenido en el 5,5% de los ingresos, como se observa en el gráfico anterior.
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