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Florentino Pérez y los Benetton, una tormentosa relación por liderar el sector de las autopistas

El presidente de ACS, Florentino Pérez, en una fotografía de archivo.

Cristina G. Bolinches

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“Nosotros no hemos hecho este acuerdo para despiezar Abertis y repartirnos los activos. Punto. Hemos hecho un proyecto a largo plazo y con la ilusión de que dure toda la vida”. Así explicaba Florentino Pérez, presidente de ACS, el acuerdo que acababa de cerrar con el grupo Atlantia para repartirse el capital de Abertis, la principal concesionaria de autopistas en España. Era marzo de 2018.

“Luego la vida es como es”, matizó el también presidente del Real Madrid en la rueda de prensa donde la empresa controlada por la familia Benetton y la constructora anunciaron un pacto que ponía punto y final a la carrera por hacerse con el control de Abertis.

Hasta ese momento, la concesionaria de autopistas estaba bajo el paraguas de Criteria, el brazo de inversión empresarial de Caixabank. Entonces, ACS y Atlantia llevaban semanas pujando por el control de Abertis. Pusieron encima de la mesa más de 16.000 y 18.000 millones de euros, respectivamente. Hasta que llegaron a la conclusión de que era mejor repartirse el pastel que pelear por él. 

“El tiempo nos ha hecho pensar que era mejor esta alianza que cualquier otra cosa”, concluyó Florentino Pérez en la primavera de hace cuatro años. El tiempo ha pasado y ahora, esa alianza, ya no es el mejor acuerdo para ambas multinacionales.

En líneas generales, lo que acordaron ACS y Atlantia fue repartirse el control de Abertis a través de una sociedad conjunta. El grupo italiano se aseguró el 50% de esa sociedad más una acción y, por tanto, podía consolidar los resultados de Abertis en su balance. A cambio, también tenía que apuntarse la deuda. El otro 50% menos una acción quedaba en manos de ACS, pero no de forma directa sino a través de una filial, la alemana Hochtief. 

¿Qué quiere ahora ACS?

ACS persigue ahora hacerse con el control total de Abertis, pero no en una operación en solitario, sino a tres bandas, con los fondos GIP y Brookfield. Entre los tres, están analizando la adquisición de Atlantia. En este caso, a diferencia de lo que ocurrió con Abertis, sí se plantean un reparto de activos, según la información adelantada este miércoles por la agencia estadounidense Bloomberg.

El grupo constructor no da la operación como algo cerrado, sino que habla de ella como una opción en fase de análisis. “En relación con la noticia (...) sobre el posible interés de ACS en Atlantia podemos confirmar que ACS tiene un acuerdo exclusivo con dos de los grandes fondos internacionales de inversión (GIP y Brookfield) en el cual ACS acabaría comprando la mayoría del negocio de concesiones de autopistas, sin que a fecha de hoy haya tomado una decisión al respecto”, ha asegurado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

De esta forma, a la constructora le interesaría tanto Abertis como los activos en América Latina. La compañía no da más información al respecto y, de momento, limita su comunicación pública a lo indicado al supervisor de la bolsa española.

Los Benetton no parecen dispuestos a vender Atlantia

Atlantia está controlada por la familia Benetton, que tiene más del 30% del capital a través de la sociedad patrimonial Edizione. Con ese porcentaje de control, si una OPA quisiera hacerse con el 100% del accionariado, tendría que tener el beneplácito de la familia dueña de la cadena textil. A día de hoy, el valor en bolsa de Atlantia supera los 16.000 millones de euros, aunque suma una deuda cercana a los 30.000 millones, entre otros motivos, porque consolida la de Abertis. 

De entrada, los Benetton no parecen proclives a un pacto por vender. Al contrario, están planteando su propia oferta para aumentar su control en la compañía. Y tampoco van solos, sino de la mano de Blackstone, el gigante de la inversión, sobre todo, inmobiliaria. “Se están manteniendo conversaciones con el grupo Blackstone, como posible socio, pero aún no se ha llegado a ningún acuerdo”, ha asegurado la compañía a la bolsa italiana. 

Tanto ACS como Atlantia están comenzando a enseñar sus cartas en una operación corporativa que podría convertirse en una de las grandes adquisiciones de 2022. 

Abertis es el eje sobre el que gira esta compraventa, y la parte que interesa a ACS. La compañía opera actualmente autopistas en una decena de países. El principal, España. El pasado año el Gobierno eliminó el peaje del tramo catalán de la AP-7, que pasó a ser gratuita, a cambio de un pago por el Estado a Abertis de 1.000 millones.

Pero Abertis no es la única pata de negocio de Atlantia. La compañía italiana también gestiona los aeropuertos romanos de Fiumicino y Ciampino; y los franceses de Niza, Cannes y Saint Tropez. Infraestructuras que, a priori, no encajarían en el modelo de negocio de la constructora de Florentino Pérez.

En estos cuatro años de alianza entre los Benetton y ACS, la compañía italiana también es más pequeña en lo que se refiere al negocio de las autopistas. A mediados de 2021 finalizó la venta de su filial de autopistas Austostrade per l’Italia (ASPI) a la entidad pública Cassa Depositi e Prestiti (CDP), valorada en más de 9.000 millones de euros. Una filial por la que también llegó a pujar ACS.

No fue una operación voluntaria, sino que se vio forzada a ella como consecuencia del colapso de un viaducto en Génova en agosto de 2018, en que hubo decenas de fallecidos y que puso en entredicho el modelo de construcción y su mantenimiento

El próximo 6 de mayo, ACS tiene convocada su junta anual de accionistas, por lo que es previsible que en este mes haya avances sobre hacia dónde va la operación corporativa sobre Atlantia. Además, la compañía tiene caja, porque la constructora acaba de ingresar 5.000 millones por la venta a Vinci de su negocio industrial, Cobra. Atlantia no será el único tema a tratar en la junta, porque los accionistas también deberán votar la elección de Juan Santamaría como consejero ejecutivo, quien será el segundo de abordo, por detrás de Florentino Pérez.

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