Mucho por hacer. Esta es la conclusión a la que llega el Fondo Monetario Internacional (FMI) después de estudiar la situación del sistema financiero mundial, un lustro después de que arrancara la actual crisis. Con motivo de la preparación del encuentro de otoño con el Banco Mundial (que tendrá lugar en apenas dos semanas), el organismo internacional ha publicado dos capítulos de su informe “Global Financial Stability Report” en los que asume que pese a los cambios regulatorios, el mercado crediticio sigue sin funcionar en la mayoría de las economías desarrolladas y que aún quedan asignaturas pendientes claves por afrontar.
Así, el FMI se desmarca de su pasado liberalizador e insta a los organismos reguladores y a los bancos centrales a estudiar en profundidad posibles “restricciones a ciertas actividades del negocio bancario”, con el fin de amortiguar los riesgos sistémicos. Esta llamada hace una clara referencia a la denominada Tasa Tobin, que impone restricciones a los movimientos rápidos de capital. El FMI ya pidió estudiar su posible implementación en el encuentro de otoño de 2009, lo que supuso una auténtica revolución, con desigual aceptación por parte de la comunidad internacional. El departamento de finanzas de la entidad dirigida por Christine Lagarde no ceja en su empeño por imponer este impuesto, que se ha discutido en varias ocasiones en el G-20 y que ha llegado a ser aprobado por el Parlamento de la UE aunque sin llegar a materializarse de forma efectiva. El Fondo pide que la solución que se adopte sea global, de forma que las diferentes regulaciones internacionales no mermen su efectividad.
El estudio de esta restricción sobre la actividad bancaria abre la agenda de reformas pendientes que enumera el FMI bajo la advertencia “Too Important to Fail” (Demasiado importante para fallar). El elenco de asuntos pendientes de adoptar en el sistema financiero se complementa con una llamada a completar los planes de restructuración de las grandes entidades financieras. El Fondo dice que los progresos de este tipo de programas están siendo muy desiguales en los diferentes países y que es necesario que se acelere su implementación.
La agenda pendiente del FMI pasa también por impulsar la regulación transfronteriza en el mercado financiero, con una mejor coordinación de los supervisores nacionales. También recuerda que es necesario potenciar el seguimiento y vigilancia de la cara B de las operaciones financieras, conocido como “banca en la sombra”, es decir, aquellas operaciones que llevan a cabo las entidades de crédito pero que no son las propias de su sector. La banca en la sombra llega a mover un 30% de la actividad financiera mundial y supone operaciones de mucho más riesgo, como las apuestas a la baja o la especulación contra el bono de ciertos países.
Simplificar los productos que se venden al consumidor y mejorar la transparencia es otro de los elementos claves que tras cinco años de crisis financiera no se han resuelto, según el organismo con sede en Washington. Por último, la entidad pide también una mejor evaluación de los riesgos en el comercio de los derivados financieros, uno de los principales causantes de la burbuja de las hipotecas 'subprime'.
Con todo, el Fondo recuerda que sin una fuerte supervisión y los incentivos adecuados al sector privado para poner en marcha las nuevas normas, los esfuerzos por mejorar la regulación serían baldíos.