El Fondo Monetario Internacional (FMI) descarta que España pueda reducir el endeudamiento al nivel pre COVID en el próximo lustro. El organismo estima que la deuda pública caerá al 116,4% respecto al PIB (productor interior bruto) en 2022, desde el 118,7% de 2021 y tras superar el 120% en 2020. La proyección se extiende hasta 2027. Y según calcula el FMI, hacia ese horizonte, seguirá por encima del 114%, muy lejos del 95,5% previo a la pandemia y del 88,9% del conjunto de la eurozona, pese a la recuperación económica.
El esfuerzo en el gasto público que vuelve a exigir el impacto en la actividad y en la inflación de la guerra en Ucrania cronifica el sobreendeudamiento de España, en un momento en el que los costes de financiación ya han empezado a aumentar desde mínimos históricos.
Entre las principales economías de la eurozona, el endeudamiento de nuestro país solo lo supera el de Italia, que se quedará en el 150,6% del PIB en 2022, según las mismas estimaciones. El de Francia estaría en el 112,6%, y el de Alemania en el 70,9%, con la proyección a 2027 de una reducción hasta el 58,7%.
El impacto de la guerra también se refleja en las previsiones de déficit (diferencia entre ingresos y gastos del Estado que se cubre con deuda), que en España se iría hasta el 5,3% respecto al PIB este año, desde el 11% de 2020 y el 7% de 2021. Y en la eurozona al 4,3% en este mismo 2022, en conjunto.
Más allá, el FMI calcula que el déficit de nuestro país caerá otro punto en 2023, hasta el 4,3%, pero se estancará en el 3,9% en los siguientes ejercicios. En cambio, en el club del euro llegaría a descender al 1,7% hacia 2027, con Alemania incluso en superávit. Estas previsiones implican que España no podría cumplir con las reglas fiscales de la Unión Europea (60% de endeudamiento y 3% de déficit), suspendidas desde la irrupción de la COVID y ahora en debate.
Endurecimiento del coste de financiación
El encarecimiento de lo que se paga por la deuda responde a las expectativas de retirada de estímulos monetarios y subida de los tipos de interés oficiales por parte de los bancos centrales mundiales. Y concretamente del BCE, precisamente con el objetivo de retirar liquidez de los mercados financieros para contener la escalada generalizada de los precios.
La aceleración de la inflación ha sido alimentada en buena parte por la disrupción que supone la invasión de Ucrania en los mercados internacionales de materias primas relacionadas con la energía, y también con la industria o la alimentación.
Mientras, los gobiernos están aprobando planes de respuesta (más gasto público) al golpe que supone esta inflación para la actividad económica, y particularmente para los hogares más vulnerables, con menos ingresos y menos ahorros.
El Ejecutivo de España aprobó recientemente un paquete de medidas (de 6.000 millones de euros y otros 10.000 millones en avales y financiación) para paliar temporalmente estos efectos de la inflación. Y está a la espera de la aprobación por parte de la Comisión Europea de la “excepción ibérica”, la propuesta de España y Portugal para limitar el precio del gas en el sistema de fijación de la factura de la electricidad.
El propio FMI reconoce que la normalización de la política monetaria de los bancos centrales de las economías avanzadas implica “caminar sobre la cuerda floja” de luchar contra la elevada inflación y salvaguardar la recuperación en un momento de mayor incertidumbre sobre las perspectivas.
“En el aspecto fiscal, el margen de actuación ya se vio erosionado en muchos países por el gasto [público] relacionado con la Covid”, recuerda el FMI. “Los niveles de deuda han aumentado significativamente y se esperaba que el apoyo fiscal extraordinario se eliminara en 2022 y 2023”, continúa, y advierte: “La guerra y el aumento inminente de las tipos de interés reducirán aún más el espacio fiscal en muchos países”. En este sentido el organismo multilateral recomienda evitar una rebaja de impuestos y centrarse en ayudas directas para las capas de población más vulnerables.
La recuperación continúa pese a la guerra
El martes, el FMI limitó el impacto de la guerra en Ucrania en el crecimiento económico de España en 2022 a punto porcentual y dio la previsión más optimista entre las principales conocidas hasta ahora: un 4,8%. Para 2023, el organismo estima un incremento de la actividad económica del 3,3%, apenas 0,5 enteros menos que antes de la invasión de Rusia y muy por encima de la eurozona en conjunto (2,8% este año y 2,3% el próximo) y de sus principales comparables.
Estas expectativas alejan la amenaza de estanflación (inflación sin crecimiento) y descartan el riesgo de recesión. La previsión para el avance de los precios se queda en el 5,3% de media este año en nuestro país, en línea con el conjunto de la eurozona, y por debajo de otras estimaciones que se han presentado recientemente.
Por otra parte, el FMI confirma que la recuperación de nuestro país es la más rezagada entre las economías avanzadas. El PIB real de Estados Unidos cerrará 2022 6 puntos por encima del nivel pre Covid y el de la eurozona casi 2 puntos. España, por el contrario, tendrá que esperar a 2023 para completar la reconstrucción.
Eso sí, el crecimiento que estima el FMI para España tras calcular el impacto de la invasión de Ucrania es el mayor entre las economías comparables de la eurozona. Entre otras razones, porque nuestro país sufrió el golpe más duro y duradero en la pandemia, dado el mayor peso del turismo y de los servicios sobre el conjunto de la actividad económica.