Francia quiere recuperar el tiempo perdido con las renovables
Después de un verano en el que los efectos del calentamiento global se han sentido con más fuerza que nunca, y a la espera de un invierno con riesgos reales de problemas de abastecimiento, Emmanuel Macron quiere dar un nuevo rumbo a la política energética francesa. Tres proyectos de ley asentarán los tres pilares de la nueva estrategia decidida por el jefe de Estado Francés: sobriedad, renovables y nuclear. El presidente francés no quiere descuidar el reto energético pese al otoño caliente que se inicia con movilizaciones y huelgas en las refinerías petroléfera, pero que tiene visos de ampliarse a las centrales nucleares o al transporte ferroviario.
La primera piedra legislativa se colocó el pasado 26 de septiembre, con la presentación en el Consejo de Ministros de un proyecto de ley para acelerar el despliegue de la energía solar y eólica a través de la simplificación de los procedimientos administrativos y la limitación de los plazos de examen de los recursos judiciales; un punto identificado por el Gobierno como principal obstáculo al desarrollo del sector.
El presidente había anunciado la medida unos días antes, durante la inauguración del primer parque eólico marino francés, que se sitúa a 15 kilómetros de la costa de Saint-Nazaire (departamento Loira-Atlántico). Frente al puerto de esta localidad pronunció un discurso con aires de hoja de ruta sobre las energías renovables, equivalente al del pasado 10 de febrero en Belfort, cuando afirmó su compromiso para revitalizar la energía nuclear.
Emmanuel Macron considera que su nueva estrategia viene “avalada por la situación de la guerra en Ucrania” y la utilización del gas ruso como elemento de presión por Vladímir Putin. Especialmente si se tiene en cuenta que las necesidades de electricidad del país pueden dispararse “masivamente” en un 40% de aquí a 2050, según advirtió el presidente.
De ahí la urgencia de poner en marcha cincuenta parques eólicos marinos en el mismo periodo, que deben aportar una potencia de 40 gigavatios, al mismo tiempo que las medidas de sobriedad deben ayudar a bajar el consumo. Dos palancas distintas para equilibrar el sistema. El problema es que el sector de las renovables en Francia acusa, como también reconoció su presidente, un importante retraso respecto a sus “vecinos que van mucho más rápido”. Los 80 aerogeneradores franceses están lejos de los 400 de Bélgica, los 630 de Dinamarca, los 1.500 de Alemania y los 2.500 del Reino Unido.
Los expertos estiman que esos países tardan cinco o seis años en levantar una nueva instalación offshore, frente a diez años en Francia. Según Macron, el principal obstáculo es la lentitud y las barreras del proceso, en particular los “recursos dilatorios” a los que se enfrentan los proyectos, a menudo criticados por las poblaciones y autoridades de las comunidades costeras. Efecto de ese retraso, el parque de Saint-Nazaire, que se proyectó en 2012, cuenta con aerogeneradores de 6 megavatios, mientras que los más avanzados actualmente alcanzan los 14.
Retraso acumulado
El resultado es que actualmente, Francia es uno de los países de la Unión Europea con peores resultados en este ámbito. En 2021, estas fuentes de energía sólo representaban el 19,3 % del consumo final bruto de energía, muy por debajo del umbral del 23,7 % necesario para cumplir la trayectoria fijada por la hoja de ruta energética del país, cifra establecida para alcanzar los objetivos de neutralidad de emisiones.
“Francia ha vuelto a encender sus centrales de carbón mientras que 4,7 GW de proyectos eólicos y 3 GW de proyectos solares están bloqueados en el proceso de aprobación. Esta situación es una paradoja y un sinsentido”, analiza Anne-Catherine de Tourtier, presidenta de la organización France Énergie Éolienne (FEE). “La última evaluación de la Comisión Nacional de la Energía confirma que cada proyecto de renovable autorizado supone más dinero para el presupuesto del Estado, y por tanto en beneficio de los franceses, en una situación como la actual con necesidad de medidas de apoyo al poder adquisitivo. Ya no se trata sólo de acelerar la transición energética, también hay una lógica económica igualmente virtuosa a favor de estos proyectos”.
De ahí la necesidad defendida por el Gobierno de un nuevo proyecto de ley para simplificar los procedimientos, liberar espacio para nuevos proyectos y repartir mejor los rendimientos que generan estas fuentes de energía. Para desatascar la situación, el presidente envió a los prefectos (equivalente en Francia del delegado de Gobierno en España) una circular instándoles a “facilitar y acelerar la tramitación de los expedientes”, “identificar los posibles obstáculos” y sensibilizar “frente a un discurso a veces virulento contra de las energías renovables”.
Macron ha querido subrayar también su apuesta por los incentivos, “más dinero y un rendimiento justo” para las comunidades, los residentes locales y los pescadores. Así se estima que el parque eólico de Saint-Nazaire va a aportar 9 millones de euros en impuestos a los ayuntamientos de la región, de los cuales el 50% se destinará a las comunidades costeras, y el resto a los pescadores, las asociaciones medioambientales y los salvamentos.
“El proyecto de ley se basa en un diagnóstico incompleto, que hace de los procedimientos administrativos la principal causa de nuestro retraso en el despliegue de las energías renovables y que hay que actuar ‘por decreto’ ante la urgencia”, matiza Alexis Monteil-Gutel, responsable de proyectos de energías renovables en la asociación CLER - Réseau pour la transition énergétique. “Pero al desarrollar rápidamente y al menor coste posible, corremos el riesgo de concentrar los parques eólicos en el norte de Francia o los fotovoltaicos en el sur. Hay que facilitar los procedimientos administrativos, pero al mismo tiempo se debe buscar un desarrollo equilibrado y sostenible de los proyectos, gracias a los mecanismos de apoyo que garantizan una distribución equilibrada de los lugares de producción”.
Empresas españolas
Las empresas españolas del sector van a jugar un papel fundamental en la revitalización del sector. Siemens Gamesa ha arrancado este año la producción de palas y de nacelles (estructuras) en su fábrica de Le Havre, en Normandía. Esa planta ya está produciendo componentes clave de aerogeneradores que se están instalando en parques como el que se está construyendo en Saint Brieuc (Bretaña), un proyecto de Iberdrola. La empresa vasca participará además en los próximos meses en Francia en tres subastas de generación de eólica marina con una capacidad global de 1.650 MW.
La eólica offshore no es la única filial que el Gobierno francés quiere impulsar. De hecho, la necesidad ha hecho que Emmanuel Macron se haya convertido a la eólica terrestre, que hasta ahora había evitado. También se impulsará la extensión de la energía fotovoltaica; en particular la llamada agrivoltaica, que permite desplegar paneles solares en terrenos agrícolas y que debe suponer una fuente de ingresos adicional a los agricultores.
El objetivo declarado es poner en marcha un proyecto de energía solar en tres años y de energía eólica marina en cinco. Un ritmo que podría permitir a Francia recuperar el terreno perdido. En este sector Iberdrola también trabaja en Francia con la química Solvay en el desarrollo de una nueva instalación que suministrará electricidad a las plantas de Tavaux y Saint Fons. ACCIONA Energía, por su parte, ha entrado este año como primer accionista en Eolink, una ‘startup’ de eólica marina flotante que trabaja en el desarrollo de un nuevo generador, y también ha adquirido el 85% del capital de la también francesa Eqinov, especializada en servicios de eficiencia energética y gestión de energía para empresas.
Papel de EDF
Apenas unas horas después de presentar el texto legislativo sobre el despliegue de las energías renovables, la ministra de la Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher, desvelaba su “equivalente” nuclear, un proyecto de ley destinado a facilitar la puesta en marcha de los futuros reactores EPR 2. El destino de los dos textos puede estar ligado, ya que el Gobierno debe lograr la aprobación de los dos proyectos de ley después de perder su mayoría parlamentaria en las pasadas legislativas. De ahí que en los últimos días la ministra multiplique las consultas, especialmente con miembros de Europa Ecología-Los Verdes, del Partido Socialista y de Los Republicanos.
Se acaba de presentar el último elemento de la estrategia energética: el plan de sobriedad. Su objetivo es reducir el consumo de energía en un 10% para 2024, primer paso para alcanzar ese 40% en 2050 anunciado por Macron. El texto da prioridad a los incentivos y la educación, con varias docenas de líneas de actuación en varios sectores para reducir el consumo, resultado de consultas en diferentes grupos de trabajo destinados a cuestiones como la calefacción, la iluminación, los viajes y el uso de herramientas digitales.
Por otro lado, un actor fundamental de la nueva estrategia gubernamental será Luc Rémont, nuevo presidente de la recientemente nacionalizada EDF. Su primera responsabilidad será pilotar la reactivación del actual parque nuclear existente: de los 56 reactores del grupo, 26 están actualmente parados por mantenimiento, problemas de corrosión o recarga de combustible. Según ha anunciado EDF, 22 de ellos deberían volver a estar en funcionamiento de aquí a febrero. Además, debe llevar a cabo el despliegue de los seis reactores de nueva generación (EPR) y recuperar el terreno perdido por la energética francesa en el sector de las renovables.
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