El truco del Gobierno para inflar los presupuestos: así se han quedado sin gastar 120.000 millones desde 2012
“El margen que hemos ido ganando con la reducción del déficit se dirige a gasto social, dependencia, fomento del empleo, políticas de apoyo a productividad y eficiencia, en infraestructuras, I+D+i, lucha contra la violencia de género”, así presumía Alberto Nadal de la situación económica en la presentación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2018.
Estas cifras anunciadas a bombo y platillo por el Secretario de Estado de Presupuestos son realmente un espejismo, ya que se refieren a una previsión de lo que España gastará en el próximo curso. Otra cosa muy distinta es lo que finalmente el Gobierno se acaba gastando realmente. Y ello a pesar de horas y horas de debates parlamentarios, como los que estamos viviendo estos días en el Congreso, y de supuestas concesiones a los grupos nacionalistas para obtener el apoyo a las cuentas públicas, que en muchos casos ni se concretan.
Esto es lo que se llama ejecución presupuestaria. Por ejemplo, si en una reunión con tus amigos anuncias que hay presupuesto para comprar diez manzanas pero cuando vuelves del supermercado solo has comprado seis, la ejecución de tu presupuesto es del 60%. Sin embargo, si solo avisas de tu presupuesto de manzanas y no del gasto final, tus amigos no lo notarán.
Con los presupuestos, a una escala mucho mayor, pasa algo parecido: entre 2012 y 2016 (último año con datos completos disponibles), el Gobierno dejó sin gastar más de 120.000 millones de euros aprobados en los presupuestos definitivos -tras créditos extraordinarios y otras modificaciones-. Una cifra que no se reparte igual entre el presupuesto de manzanas y galletas.
¿Sabes cuánto se ha gastado el Gobierno de Mariano Rajoy en I+D+i frente a lo que anunció en los Presupuestos? ¿Cuánto crees que se dejó de gastar en deuda pública ¿Y en Sanidad? Descúbrelo en nuestro test.
Lo cierto es que los presupuestos engañan: las diferencias el Gobierno presenta y lo que realmente se gasta provoca que lo que se aprueba en el Congreso acabe, en muchas ocasiones, en papel mojado. Gracias a los datos de liquidación de los presupuestos generales desde 2012 hasta 2016, publicados por la Intervención General del Estado, es posible conocer qué políticas de gasto se quedaron sin usar.
Los datos analizados incluyen la liquidación del presupuesto de la Administración General del Estado y sus organismos dependientes (por ejemplo, el Museo de El Prado, el Instituto Carlos III o el Servicio de Empleo Público Estatal). No están incluidos los gastos de la Seguridad Social, que no se publican desglosados por políticas.
El siguiente gráfico muestra el porcentaje del presupuesto definitivo que se gastó realmente en cada área de gasto. Las políticas de investigación y desarrollo o las de industria y energía fueron las más perjudicadas por la ejecución del presupuesto. Frente a ellas, políticas que prácticamente gastaron el 100% de lo aprobó: Pensiones, Deuda Pública o Defensa.
Los datos señalan que una gran parte de los presupuestos presentados por el Gobierno de Rajoy se quedaron únicamente en el papel.
“Da la sensación de que los presupuestos son un acto simbólico que no tiene ninguna validez”, comenta María Jesús Fernández, economista de Funcas. La ilusión de los presupuestos presentados en el Congreso es doble: por un lado, el Gobierno puede destinar nuevos fondos a través de créditos extraordinarios y otras modificaciones, y , por el otro, puede no ejecutar parte de esas partidas.
El Gobierno dejó sin gastar más de 13.000 millones de euros en investigación y desarrollo y otros 2.400 millones en comercio, turismo y pymes que aprobó en los presupuestos de 2012 a 2016. Gracias a este mecanismo, el Ejecutivo ha podido camuflar recortes mayores en esas partidas durante la crisis.
Entre 2009 y 2016, el presupuesto en I+D+i se recortó un 43%. Si solo tenemos en cuenta el gasto real ejecutado, el recorte sería de un 66%.
“Es una estrategia que han utilizado tradicionalmente los distintos gobiernos: inflan los ingresos presupuestarios y, como la recaudación casi nunca llega a lo que se presupuestó, el gasto se acomoda y hay que hacer una baja ejecución”, explica José María Mollinedo, portavoz del Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha).
Si vamos al detalle de cada política concreta, las diferencias entre las distintas partidas es aún mayor. Además de investigación y desarrollo, ¿en qué partidas ha dejado el Gobierno más presupuesto sin gastar?
Los datos de la Intervención señalan como el Ejecutivo apenas ejecutó el 55% del presupuesto en Cooperación para el desarrollo, el 54% en Comercio y el 33% de Ordenación y promoción turística.
La mayoría de estas partidas sufrieron recortes durante la crisis que se han unido a la baja ejecución presupuestaria en los años posteriores. En cooperación y ordenación turística, el gasto real ha caído más de un 90% desde 2009.
Mollinedo argumenta que hay políticas en las que hay “poco margen de maniobra” para reducir el gasto mientras que en otras es más fácil ajustar las cuentas públicas. “Son las partidas menos sensibles al bienestar de los ciudadanos”, comenta.
¿Cómo es posible que haya partidas en las que no se gaste ni el 60% de los que se aprobó en los presupuestos? Entre los trucos del Gobierno está el destinar una gran parte del presupuesto para préstamos en determinadas políticas como, por ejemplo, investigación y desarrollo.
“La cifra se ha maquillado con subidas de créditos -la parte más difícil de ejecutar-. La medida estrella del pacto con Ciudadanos (Red Cervera) llevaba 480 millones de crédito en la letra pequeña”, publicó Jorge Barrero, director de la Fundación Cotec, en su cuenta de Twitter.
eldiario.es ha analizado los datos de ejecución presupuestaria al mes de diciembre en los años 2015, 2016 y 2017, publicados por la IGAE. Estas cifras, que no incluyen los organismos públicos, muestran como la mayoría de las partidas en las que se gastó ni un solo euro estaban destinadas a préstamos que no se concedieron.
Por ejemplo, el Gobierno dejó sin utilizar los más de 613 millones de euros presupuestados en 2016 y 2017 para apoyar proyectos de I+D+i a través del CDTI. En 2017, apenas gastó el 5% de los más de 1.200 millones para el Fondo para la Investigación Científica y el Desarrollo Tecnológico, dedicada a financiar distintos proyectos de investigación para organismos públicos y empresariales.
Fuentes de la Secretaría de Estado de I+D+i reconocen que existe una “elevada inejecución de carácter estructural” en la partida de créditos financieros a la investigación española. Aseguran que estas cifras se deben a que estas líneas de financiación “han perdido atractivo” frente a las condiciones que ofrece la banca privada y apenas se solicitan.
Esta regla también se repite en otras políticas de los presupuestos con baja ejecución como turismo, comercio o, incluso, cooperación al desarrollo. En 2017, el Gobierno no gastó ni un solo euro de las partidas presupuestarias de financiación a empresas turísticas y escuelas de hostelería, de las aportaciones al Fondo para la Internacionalización de la Empresa (FIEM) o de los fondos para el Fondo para la Promoción del Desarrollo (FONPRODE).
“Es un recurso para decorar y decir que gastar mucho cuando realmente después no lo estás gastando”, comenta Alain Cuenca, economista de la Universidad de Alcalá. El 62% del presupuesto de las partidas que menos se ejecutaron en 2017 estaban destinadas a préstamos, según el análisis realizado por eldiario.es.
“Presupuestar partidas para préstamos que no se conceden es inflar el presupuesto”, sentencia Cuenca.
A pesar de que año tras año la mayoría de esas partidas se quedan sin gastar, el Gobierno las sigue incluyendo en los Presupuestos Generales del Estado. Uno de los casos más claros es el del Fondo para la Internacionalización de la Empresa (FIEM), que básicamente se dedica a conceder créditos a grandes empresas para financiar proyectos en el extranjero.
Entre 2015 y 2017, se presupuestaron aportaciones al fondo por casi 700 millones de euros. No se usó ni un solo euro. Fuentes del Ministerio de Economía explican que esos fondos “tienen recursos suficientes para asegurar su auto-sostenibilidad” por lo que “no ha sido necesario” utilizar las dotaciones presupuestarias.
En los presupuestos de 2018, el Gobierno ha vuelto a incluir 218 millones de euros para el FIEM.
Además de los préstamos, el Gobierno también ha engordado las cifras que Montoro presenta en los presupuestos incluyendo partidas para obras que no se ejecutan o proyectos que no se desarrollan.
En 2017, el Gobierno dejó sin utilizar los más de 80 millones presupuestados para las obras de la carretera de La Aldea (Gran Canaria), el eje Norte-Sur de Fuerteventura o para actuaciones relacionadas con el Anillo de Tenerife. Estas partidas fueron incluidas tras el acuerdo del PP con Nueva Canarias para aprobar los presupuestos.
Tampoco se utilizaron los casi 500 millones de euros destinados a crear la Red Cervera en 2017, resultado del acuerdo con Ciudadanos, ni los más de 700 millones de euros presupuestados en 2016 para mejorar la red ferroviaria en toda España. Los presupuestos de Rajoy engañan: no es lo mismo lo que se presenta que lo que se acaba gastando.