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Grecia apura las últimas horas para esquivar la quiebra: cómo, cuándo y qué la puede evitar

La CE dice que la propuesta de los acreedores es equilibrada e incluye ya concesiones

Belén Carreño

Dos economistas al servicio de un banco de inversión (una pata de Citigroup) acuñaron en 2012 el término “grexit”. Un concepto tan absurdo como “juernes” con el que los mercados juguetean desde hace años, flirteando con el desastre de uno de los países fundadores de la Unión Europea. Los patentadores del 'grexit' se han pasado ahora al 'grimbo'. Un juego de palabras algo más elaborado que sitúa a Grecia en un limbo próximo al olimpo de sus dioses. Un territorio “gris” en el que su posible quiebra no afecte a los socios del euro. El rincón de pensar de los deudores de la troika.

“La zona gris” con la que especulan los bancos de inversión no es ningún caramelo. Es gris porque también está oscuro y hace frío. Pero es una solución que ha calado en los mercados y que ya ha adoptado también otro de los grandes inversiores institucionales: Bank of America-Merrill Lynch. Estos gigantes financieros (que no están radicados en la zona del euro) especulan con algo más de sangre fría sobre las peleas europeas y ya descuentan una solución mala pero no imposible: pactar un corralito con Grecia, es decir, cortar las salidas de capitales, permitir un impago de sus deudas en los próximos meses y prolongar el castigo hasta que se vuelva a llegar a un acuerdo. Nada tan descabellado pensando en el experimento chipriota.

Con este corralito pactado, los socios crean un cordón sanitario para que no se propague la fuga de capitales a otros países del euro, especialmente los periféricos como España, pero no caen en el anatema de expulsar a un país de la moneda única. Admitirían, hipotéticamente, no atender los pagos más inminentes (al FMI el 30 de junio) e incluso al BCE el 20 de julio, pero sin sacar a Grecia del programa de rescate lo que les permitiría acceder a más dinero más adelante. Lo más importante en opinión de los expertos es no tomar medidas irreversibles. Se seguiría ganando tiempo para un posible acuerdo, aunque con cada vez menos escapatorias para Atenas que se iría quedando poco a poco sin oxígeno.

Esta tercera vía adentraría el conflicto en un territorio desconocido, que genera muchas dudas sobre todo sobre el uso cotidiano que se haría de la divisa en Grecia o de cómo afrontar sus pagos internos, básicamente nóminas y pensiones. También en cómo se terminarían pagando a esas dos entidades estas dos letras morosas. Pese a que la zona gris está tan difusa, los mercados la han aceptado con cierta filosofía y el viernes las principales bolsas cerraron planas a la espera de conocer el desenlace de la tragedia griega.

Paradójicamente, en Grecia ya existen zonas grises, unos peñascos en el Mar Egeo que se disputa con Turquía a cuenta de unos mapas poco precisos. Estas pequeñas zonas grises recuerdan una de las razones por las que la Unión Europea no puede dejar caer al país heleno: su posición geoestratégica sigue siendo, más que nunca, imprescindible. Además, el experimento chipriota demostró lo difícil que es levantar un control de capitales una vez impuesto: casi dos años ha tardado el país en recuperar una cierta normalidad financiera.

En Bruselas oficialmente nadie habla de esta posibilidad un tanto onírica del limbo griego, pero lo que se discute en voz alta no parece ninguna solución. Una lucha de egos y de poder ha enquistado las negociaciones en el Eurogrupo donde Yanis Varufakis apeló a razones casi de índole humanitaria para posponer los pagos más inmediatos y se encontró con un muro de números por parte de sus compañeros.

Tampoco ayuda en la parte griega que su primer ministro, Alexis Tsipras, corriera a los brazos de Vladímir Putin al día siguiente del rechazo del acuerdo, o que el comité de la deuda resolviera en el Parlamento que los créditos contraídos con los países del euro son ilegítimos y no deben ser pagados (calificando a los acreedores de poco más que criminales).

En cualquier caso, quedan, por supuestos, alternativas más “al uso”. Una concesión por parte de Atenas de algunos cambios (IVA, salarios públicos y poco más) y una aceptación del aplazamiento de pagos por parte de los acreedores (que es una quita camuflada). Pero esa vía clásica es la que más se ha ido quemando en estas últimas semanas sin que se reblandezcan posiciones.

Durante el fin de semana se sucederán con toda probabilidad llamadas entre los líderes del euro. Pero da la sensación de que será más para “amortiguar” el accidente que para frenarlo. Estas son las fechas claves a las que ahora se enfrenta la negociación y sus protagonistas según están pactadas en el momento de publicar esta información.

Fin de semana 20 y 21 de junio

El semicorralito chipriota se fraguó un viernes por la tarde y el mundo se desayunó con él un sábado por la mañana. Ahora mismo la posiblidad de que haya un corralito está minimizada por la decisión el viernes del Banco Central Europeo de ampliar la línea de liquidez extraordinaria (ELA) a la banca griega en un montante lo suficientemente alto para sobrevivir hasta el lunes.

Con todo, los principales fiascos económicos se hacen en fin de semana, a la espera de que el cierre de los mercados y la digestión de las informaciones sirvan para amortiguar, en lo posible, la onda expansiva. Nada es descartable de suceder en fin de semana.

Lo previsible es que el fin de semana se dedique a la diplomacia. François Hollande y Angela Merkel pilotan aparentemente las conversaciones para llevar una postura fijada el lunes cuando se encuentren con los otros líderes del euro. En la medida de lo posible, los aliados (todos excepto Grecia) intentarán fijar una posición.

Tampoco se puede olvidar que el fin de semana será el momento en el que Alexis Tsipras y Yanis Varufakis intentarán recabar apoyos en la población griega, tensionada hasta el extremo y harta de las negociaciones. Por lo pronto, Syriza ha convocado ya el domingo por la tarde una gran manifestación frente al Parlamento griego que caliente motores para las reuniones del lunes.

Lunes 22 de junio: abren los bancos

Lo esperable y deseable es que las entidades financieras abran sus puertas en lunes por la mañana y alarguen su agonía 24 horas más hasta saber si hay o no acuerdo. La volatilidad será elevada en las bolsas. ¿Qué quiere decir esto? Montaña rusa. Subirán, bajarán, darán bandazos sin mucho sentido a la búsqueda de aprovechar los remolinos de desconcierto.

15 horas: Eurogrupo extraordinario

A las tres de la tarde Bruselas acogerá un Eurogrupo extraordinario en el que los ministros de Finanzas exigirán a Varufakis medidas nuevas. Aunque se supone que lo que hay es una desconfianza generalizada a que se cumplan las medidas que ya existen, desde el Eurogrupo se reclama que Varufakis aporte “algo” nuevo. Si ese “algo” implica recortar las pensiones, mejor que mejor. Los representantes financieros insisten en este punto: el acuerdo se debe cerrar primero en el lado técnico para poder pasar al nivel político.

19 horas: cumbre de líderes

Después de la discusión entre ministros de Finanzas, sus jefes tomarán las riendas de la situación en busca de afinar los números con compromisos políticos. La reunión se prolongará probablemente entrada la noche si se quiere jugar con la posiblidad del acuerdo. La apertura de las bolsas asiáticas suele fijar el tope del encuentro.

Jueves y viernes 25 y 26 de junio

Era la fecha fijada inicialmente para la cumbre de líderes.

Martes 30 de junio: último día para pagar al FMI

Esta fecha es la que marcaría el impago o no del crédito que Grecia tiene con esta pata de la troika y que asciende a 1.600 millones de euros que ahora mismo no están ni se les espera en las arcas griegas. Un impago con el FMI no acarrearía automáticamente ninguna consecuencia e incluso los bancos especulan con que algunas agencias de calificación no lo tuvieran que considerar como “quiebra”. Tampoco tendría que repercutir con los compromisos que Grecia tiene pactados con la zona del euro. El FMI ya ha advertido que no alargará ni un día más el periodo de gracia para pagar

Miércoles 1 de julio: sin liquidez

En el caso de que Grecia no haya pagado y Standard and Poor's (la agencia de calificación) haya evaluado esta acción como “default”, las posiblidades de que el BCE sigan suministrando liquidez mediante la línea extraordinaria a Grecia se esfuman al considerar que con su insolvencia se quedan fuera del programa de rescate. Esto no tiene por qué suceder el mismo día 1 pero sí en las siguientes jornadas.

Lunes 20 de julio: último pago al BCE

Este es el hito más importante para los expertos al que se debe enfrentar Grecia en su carrera de pagos e impagos. Aunque la posiblidad de no atender los pagos al FMI es grave, no sería tan clave como la de no pagar al BCE. Si Atenas no satisface los 700 millones de euros a sus socios del euro (accionistas en última instancia del BCE) las consecuencias para el programa y para el mantenimiento de Grecia en el euro serían casi imposibles. El impago al BCE ya toca el bolsillo de los contribuyentes europeos. Aunque los parlamentos nacionales estarían de vacaciones en su mayoría, sería una decisión muy difícil de defender a lo largo de Europa.

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