La huelga de 15 días en Iberia, que se celebra en tres tandas de cinco jornadas entre febrero y marzo, ya está en marcha. Y ha empezado con las protestas de miles de trabajadores en los aeropuertos españoles, que en general han transcurrido con normalidad. Sin embargo, en el aeropuerto de Madrid-Barajas las concentraciones han terminado en altercados: la policía ha cargado contra los trabajadores que se manifestaban dentro de la T4 y ha detenido al menos a tres de ellos.
La protesta pretende frenar 3.800 despidos y una rebaja salarial del 30% en la aerolínea, así como la reducción del 15% de su actividad. Desde primera hora de esta mañana la oficina de prensa de Iberia ha emitido comunicados de “normalidad”, anunciando el cumplimiento de los horarios de los vuelos programados en servicios mínimos. Los sindicatos convocantes (UGT, CCOO, USO, Sitcpla, CTA y Asetma) hablar del 90% en el seguimiento del paro. Las partes, además, se acusan de la responsabilidad en los altercados que se han vivido en los accesos y terminales del aeropuerto de Madrid-Barajas en los que se han producido detenciones.
Con el paso de las horas se comprueba que, mientras los aviones de Iberia protegidos por los servicios mínimos han hecho sus primeros vuelos con normalidad y acumulan retrasos en los saltos posteriores, son otras empresas del grupo, como Vueling, Air Nostrum, e Iberia Express, y sobre todo otras aerolíneas extranjeras, las que se llevan la peor parte.
Trabajadores de aeropuertos
Aunque los aeropuertos españoles están acostumbrados a vivir y a sobrevivir a múltiples jornadas de conflicto social, en esta ocasión existe una novedad. Los principales colectivos que protagonizan los paros son trabajadores de tierra, esto es, los encargados de hacer la facturación y el embarque de pasaje y maletas en los aeropuertos, y los responsables de mantener y revisar los aviones en las escalas.
Las huelgas de tripulantes de cabina de pasajeros y de pilotos (que por otra parte también participan en la protesta, aunque estos últimos se unirán en marzo) han sido combatidas por las aerolíneas con la cancelación previa de todos los vuelos a los que no se aplican los servicios mínimos, mientras que el resto de las operaciones se hacen con normalidad.
En esta ocasión los servicios mínimos en tierra no pueden ser controlados de la misma manera, por lo que la aspiración de las centrales convocantes es conseguir la paralización no tanto de los vuelos de la compañía que preside Antonio Vázquez, sino sobre todo los de sus empresas asociadas -Iberia Express, Vueling y Air Nostrum- y los de otras compañías extrajeras a las que en España sirven los trabajadores de tierra de Iberia. Además, en una buena parte de los aeródromos de la red pública de AENA los trabajadores de Iberia son los que realizan los trabajos de ‘handling’ y mantenimiento para compañías terceras, con lo que estas también se están viendo muy afectadas.
En el pulso que mantienen Iberia y los sindicatos de la empresa los objetivos que persigue cada parte no son secretos. La empresa busca la mayor normalidad operativa en los aeropuertos españoles, aunque ello sea a costa de cancelar un gran número de vuelos y recolocar a sus pasajeros. Los sindicatos pretenden provocar la paralización de la operación y así forzar la intervención del Gobierno, si es posible, a través de un laudo de obligado cumplimiento.
El Gobierno y el Ministerio de Fomento han vuelto a realizar llamamientos a la negociación y se mantienen en una actitud equidistante. Afirman por un lado que Iberia “necesita una reestructuración profunda en salarios y productividad”, pero que “la empresa no puede exigir esfuerzos a los trabajadores sin una garantía de futuro”. El Gobierno, indican desde Fomento, “pondrá en marcha los resortes del Estado para aplicar la solución que proceda conforme a derecho y asumiendo sus atribuciones de reguladores del transporte” si se altera gravemente la normalidad del transporte aéreo.
Parálisis en las reservas
Los efectos de la conflictividad en Iberia ya se han hecho notar de manera en el sector del turismo. Fuentes de las patronales de las agencias de viajes y de las aerolíneas a las que Iberia presta servicios en los aeropuertos han indicado que la perspectiva de un largo contencioso en el primer grupo aeronáutico español ha hecho caer las reservas un 40%. La repercusión negativa se ha trasladado hasta al periodo de las vacaciones de Semana Santa, que este año cae en los últimos días de marzo. Hay que recordar que la tercera tanda de los 15 días de huelga en Iberia solicitados por los sindicatos se llevará a efecto desde el 18 al 22 de marzo. “Habíamos comenzado el año con una tímida mejoría en las reservas de viaje, pero este conflicto la ha frenado en seco”, afirman las fuentes citadas.