Ocho de cada diez jóvenes viven con sus padres: solamente un 22,3% (1.506.240) de las personas entre 16 y 30 años ha logrado independizarse de su hogar de origen, debido sobre todo a las limitaciones para acceder al mercado de trabajo y la fuerte temporalidad de sus contratos, que obligan a este colectivo a aplazar la autonomía. Entre los jóvenes de 30 a 34 años la situación es muy diferente, ya que solamente el 25,5% siguen viviendo en el hogar de origen, según datos del último Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España.
Rectificación: en una versión anterior de la noticia, se daba el dato de que el 75% de las personas entre 30 y 34 años viven con sus padres; el dato es erróneo (la cifra correcta es 25%) y se ha eliminado de la noticia.Rectificación:
Esta emancipación ya de por sí escasa es en muy pocos casos en solitario. Son unipersonales solo tres de cada diez hogares de menores de 30 años y la media de habitantes de un hogar joven es de 2,1 personas. Son las mujeres las que más se independizan (907.373 frente a 598.867 hombres emancipados), a pesar de que los sueldos de ellas son más bajos y, por tanto, el porcentaje de ingresos que deben destinar al pago de la compra o alquiler de vivienda es superior al de los hombres.
Los precios de la vivienda han bajado durante la crisis, pero sigue siendo muy alta la proporción de sueldo que los jóvenes asalariados deben destinar a alquilrla o comprarla. Una persona de entre 16 y 30 años debe destinar una media del 61,5% de su sueldo a la compra de una vivienda o un 52,1% al alquiler de la misma. Estos datos provocan que emanciparse sea “una utopía”, como afirmó en la presentación del estudio el presidente del Consejo de la Juventud en España, Héctor Sanz.
El porcentaje de ingresos que un joven tiene que dedicar a la vivienda ha descendido mucho desde el inicio de la crisis, aunque ha repuntado en 2013 (siete puntos porcentuales más para vivienda y cinco para alquiler). Mientras que en el primer trimestre de 2008 un joven tenía que dedicar el 83,8% de sus ingresos si quería optar a una vivienda en propiedad, en el mismo periodo de 2012 este porcentaje había llegado al 52,70%. Respecto al alquiler, el porcentaje también ha bajado desde el 58% en 2008 al 42,1% en 2012.
Esto no quiere decir que los salarios de los jóvenes hayan aumentado (según este estudio, su sueldo medio ha caído un 16,4% desde 2008), sino que los precios de las viviendas tanto en propiedad como en alquiler han bajado desde entonces.
Brecha entre hombres y mujeres
Un dato que se repite en todos los casos es que a las mujeres el gasto en su vivienda les supone un pocentaje de sus ingresos superior que a los hombres. Por ejemplo, en marzo de 2008, cuando el desembolso era más alta, una mujer joven que quisiera comprar una vivienda tenía que aportar el 91,9% de sus ingresos frente al 79,2% en el caso de los hombres. En los datos registrados en 2014 esta diferencia ha decrecido y la proporción de ingresos que las mujeres tienen que dedicar a la vivienda, ya sea en alquiler o en propiedad, ronda los diez puntos porcentuales más que en el caso de los hombres en todas las franjas de edad.
Esta brecha está provocada por la diferencia de salarios entre hombres y mujeres, que también se da en los jóvenes. Las mujeres de entre 16 y 30 años cobran una media de 1.042,75 euros menos al año que los hombres de la misma edad.
Casi la mitad de los menores de 30 años activos -es decir, los jóvenes que están en disposición de trabajar y buscan un empleo- se encuentra en situación de paro y los que tienen trabajo cobran una media de 11.858,44 euros anuales. Este salario es superior en independizados (12.735,34 euros de media) que en no emancipados (11.228,01 euros mensuales).
Por otro lado, el 41,15% de los jóvenes asalariados, un total de 848.247 personas, está sobrecualificado para su puesto, es decir, que tiene un nivel de estudios superior al mínimo que requiere el trabajo que realiza.