Kevin Kühnert, el líder de los jóvenes socialdemócratas alemanes que quiere colectivizar BMW

Apenas tiene 29 años, pero son suficientes para guiar el actual debate sobre cuestiones económicas y sociales de la izquierda en Alemania. Se llama Kevin Kühnert. Con sus sonadas propuestas suele agitar al establishment político alemán. Sus ideas, como esa que formulaba hace unos días y según la cual sería bueno “colectivizar” una empresa tan importante como el fabricante de coches BMW, levantan ampollas, especialmente en la que es su familia política: el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD).

Kühnert, el líder de Jusos –la organización juvenil del SPD–, se empeña últimamente en traer ingentes dosis para el gran partido de centro-izquierda germano de eso que el semanario liberal británico The Economist llama “Socialismo milenial”. Sus ideas no pasan desapercibidas porque tienen mucho que ver con un número creciente de cuestiones que preocupan a grades sectores de las sociedades occidentales.

De hecho, Kühnert se ha hecho un nombre en política hablando de problemas como la precariedad y la temporalidad en el mercado de trabajo, de la necesidad de un mayor salario mínimo, de imponer mayores impuestos a las rentas más altas o, más recientemente, la colectivización. Estos son temas con los que han crecido en influencia y relevancia figuras de la política internacional como la congresista estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez o el actual líder del laborismo británico Jeremy Corbyn.

Control democrático de los beneficios

En su última y más comentada intervención, Kühnert se mostraba a favor de una colectivización de empresas como BMW en una larga entrevista sobre el tema del socialismo concedida a la revista Die Zeit. BMW es una de las compañías que ejercen de referente internacional para la reputada industria alemana del automóvil. “El reparto de los beneficios debe estar controlados democráticamente”, decía Kühnert a Die Zeit en su primer número de mayo a cuenta de la colectivización de BMW.

Por hacer esas declaraciones a Kühnert le llovieron críticas por todas partes. Las hubo de otros socialdemócratas y, por supuesto, de responsables de partidos rivales: liberales, conservadores y ultraderechistas. Asociaciones empresariales también salieron a la palestra para criticar al líder de Jusos. “¡Populistas del mundo uníos!”, llegó exclamar el diario conservador Die Welt, ilustrando en fila a Kühnert junto a Jean-Luc Mélechon, líder de Francia Insumisa, y a Pablo Iglesias, líder de Podemos, entre otros.

En declaraciones a la revista Der Spiegel, Kühnert se reafirmaba días después de la lluvia de críticas tras la publicación de la entrevista y decía haber hablado “en serio” cuando mencionaba la idea de colectivizar empresas como BMW. La colectivización no figura precisamente entre las prioridades del SPD, partido que actualmente forma una coalición gubernamental con la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Angela Merkel y la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), partido conservador bávaro hermanado a la formación de la canciller.

De ahí que hubiera personalidades del SPD, como el diputado del Bundestag Johannes Kahrs, que descalificaron abiertamente al líder de Jusos. “Menudo disparate. ¿Qué ha fumado éste?”, afirmaba Kahrs en su cuenta de Twitter. En tono menos ofensivo pero no por ello más conciliador reaccionaba la presidenta del SPD, Andrea Nahles. “Veo equivocadas las respuestas que da Kevin Kühnert”, dijo la lideresa de los socialdemócratas germanos. Sin embargo, en el SPD, también los hay comprensivos con Kühnert y con los motivos por los que el líder de Jusos habla ahora de colectivizar BMW o, como el año pasado, de subir el salario mínimo a 12 euros la hora cuando ese mismo salario mínimo estaba entonces en algo más de 8,5 euros la hora. La coalición de Gobierno lo incrementó a 8,84 euros el año pasado.

“La excitación causada por las afirmaciones de Kühnert muestran que ha planteando el buen interrogante: (…) la cuestión del reparto de la riqueza”, ha dicho en este sentido el responsable de Interior de la ciudad-estado de Berlín, el también socialdemócrata Andreas Geisel. Con él coincide Alexander Kritikos, del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW, por sus siglas alemanas).

Un SPD sumido en una crisis existencial

“Uno tiene que diferenciar entre esas afirmaciones de Kühnert y el por qué él dice lo que dice. A saber, uno tiene que pensar en qué se puede hacer para que la economía de mercado funcione mejor”, dice Kritikos a eldiario.es. “Hay problemas como el reparto de la riqueza. En los últimos años, aunque hubo crecimiento económico, la mitad menos favorecida no sacó provecho de ese crecimiento”, abunda este investigador. Éste es el contexto en el que se expresa Kühnert, quien no habla de socialismo queriendo repetir experiencias como la de la extinta República Democrática de Alemania (RDA).

El SPD, como muchos otros partidos socialdemócratas en Europa, se ha convertido de un tiempo a esta parte en un partido en crisis. Los socialdemócratas, liderados por Martin Schulz, firmaron el peor resultado de su historia en las pasadas elecciones generales de 2017 (20,5%). Ese desastre electoral forzó en último término que a Schulz le sustituyera Nahles. Pero con ella al frente, el SPD, que en su día fue el gran referente de la izquierda alemana, sigue sumido en una profunda crisis existencial.

Los sondeos no hacen pensar que la depresión políltica socialdemócrata esté resuelta. Al partido los sondeos de intención de voto le atribuyen ahora un 15%. El SPD está por detrás en las encuestas de la CDU/CSU (29%) y de Los Verdes (20%), y no muy por encima de la ultraderecha. La formación ultra Alternativa por Alemania (AfD) se identifica hoy por hoy con un 13% del electorado.

Las ideas de Kühnert, aunque no sirvan para reanimar del todo a su partido, permiten al SPD no perder de vista lo que parece ser para la izquierda el signo de los tiempos. “No sé si la idea de la colectivización va ayudar al SPD a forjarse un perfil, pero el SPD tiene todavía que plantearse qué políticas quiere representar, y posicionarse”, concluye Kritikos.