“Se ha mejorado mucho. Mira cómo estaban nuestras madres”. Esta frase es una de las llamadas a la paciencia más recurrentes en cualquier conversación sobre igualdad de género. Pero para las nuevas mujeres jóvenes, las llamadas millennials nacidas después de 1980, es una frase que no se soporta en evidencias y ha dejado de tener sentido, al menos en EEUU.
Así lo sostiene el índice sobre brecha de género que elabora Population Reference Bureau, un organismo de referencia en demografía, que en un reciente informe analiza los avances en igualdad entre generaciones de mujeres jóvenes al otro lado del Atlántico con una conclusión demoledora: las jóvenes millennials están peor que las de la Generación X.
Como la mayoría de los indicadores de brecha de género, el índice recopila una serie de variables que conforman una buena radiografía del bienestar de la mujer, sus derechos y su inclusión sociolaboral. Se examina desde la brecha salarial hasta la mortalidad al dar a luz. No todos los indicadores empeoran. En concreto, los relacionados con la educación experimentan generación tras generación una reseñable mejoría con cada vez más mujeres accediendo a estudios superiores. Pero el retroceso en otros inclina la balanza hacia el terreno negativo.
En términos generales (una vez evaluados en conjunto hasta 14 indicadores) el retroceso en igualdad de las mujeres millennials respecto a las de la generación anterior (el estudio las sitúa como las nacidas entre 1965 y 1981) es de un 1%.
Según el mismo índice, tampoco es que las mujeres de la Generación X en EEUU hayan tenido un gran consuelo sobre su situación al mirar a la generación precedente. Las X apenas mejoraron sus derechos un 2% sobre la generación del Baby Boom (1946 a 1964).
En varias ocasiones el organismo estadounidense incide en que, precisamente, la última generación que realmente vio que su vida mejoraba significativamente fue la de las babyboomer. Y desde los años noventa, apenas ha habido mejora en las condiciones de igualdad de género en Estados Unidos.
Aunque es difícil encontrar un informe tan extenso, y sobre todo con tanta perspectiva histórica, en otros países o áreas económicas, la mayoría de los indicadores que rastrean la brecha de género apuntan en el mismo sentido. El más conocido es el informe que realiza el Foro Económico Mundial que organiza la cumbre de Davos, que está muy centrado en variables socioeconómicas.
En su análisis presentado el año pasado, concluía que se había retrocedido casi diez años de forma global en términos de paridad. Los países habían vuelto a la misma situación en la que estaban en 2008, cuando ya el ritmo de avance global era más que tímido. En conclusión, Davos dice que se ha estancado la situación y que en el aspecto económico, la brecha salarial tardaría 170 años en cerrarse.
Este aspecto, el de las diferencias de salarios, es una de las tendencias más preocupantes en el informe sobre las jóvenes millennials. Según sus datos, una de cada cuatro trabajadores de la generación X logró ocupar un puesto de los considerados de “alta remuneración” por el tipo de competencias (normalmente en el sector tecnológico o científico) desempeñado.
La ratio en la última generación de jóvenes cae a una de cada cinco. Además, la tasa de pobreza entre mujeres de 30 a 34 años se ha disparado. Y eso, pese a la mejora en la educación de estas mujeres.
No es la crisis
La tentación de achacar a la crisis estos datos es alta, pero poco fundamentada. En primer lugar, el estudio está centrado en EEUU, un buen barómetro de tendencias para el resto de países desarrollados pero que en el caso de la crisis ha tenido un comportamiento muy diferente. La crisis de 2008 tuvo efectos claros durante un par de años en el país, y en la actualidad la mayor parte de los indicadores económicos están en récord, en una de las fases más largas de bonanza. De hecho, muchos expertos predicen que en EEUU está en lo más alto del ciclo y a punto de caer en otra recesión.
Sí se puede achacar que el indicador tiene algunas particularidades de EEUU muy infrecuentes en el resto del mundo desarrollado, como la subida de la tasa de mortalidad en el parto. También suben los suicidios o la tasa de mujeres condenadas a prisión.
En Europa, el indicador homólogo que sigue la brecha de género solo tiene datos desde 2005 y el último informe publicado data de 2015, pero hace un balance de los avances entre 2005 y 2012 (está a punto de salir una nueva actualización). El informe concluye que en esos siete años, la mejora fue “marginal”. Algunos países han dado pasos muy importantes, pero un buen puñado de ellos ha retrocedido en igualdad en ese periodo de tiempo.
Destaca Reino Unido (que ha descendido cuatro puntos en igualdad pero se mantiene por encima de la media de la UE) y algunos países de Europa del Este. España subió con fuerza entre 2005 y 2010 pero en los siguientes dos años descendió ligeramente hasta quedarse en 53,6 puntos, cuando 100 es la igualdad.
Además de estos índices que miden bienestar material con datos objetivos, es reseñable también cómo han caído las percepciones alrededor de la brecha de género. Ya en 2009 una prestigiosa pareja de economistas estadounidenses, Justin Wolfers y Bestsey Stevenson, rubricaron un celebrado informe sobre “La paradoja de la felicidad menguante en las mujeres”. Los autores detectaron cómo hasta los años setenta, las mujeres aseguraban ser más felices que los hombres, pese a estar en condiciones objetivamente mejorables en cuanto a derechos.
Pero conforme las mujeres fueron conquistando derechos y accediendo al mundo laboral, su grado de satisfacción comenzó a decaer. Se han buscado varias explicaciones a esta tendencia, (en la UE ha seguido el mismo camino aunque todavía las mujeres dicen ser algo más felices que los hombres), pero la más generalizada es que la inclusión en un mercado laboral que las discrimina ha generado frustración en esta parte de la población que, además, sigue asumiendo la carga de trabajo en el hogar.
“La oportunidad genera un coste de oportunidad”, recordaba The Economist en su análisis sobre este estudio, el primero de muchos que han apuntado en la misma dirección. “Las expectativas de las mujeres han subido, lo que ha hecho aún más difícil alcanzarlas”, concluía también. A las mujeres les dijeron que si estudiaban podrían conseguir un trabajo, y luego se encontraron que en su empleo cobrarían menos o tendrían menos responsabilidades que un hombre (lo dicen las estadísticas).
Vuelta a casa
Además, el terreno de las percepciones sociales sobre el papel de la mujer también está estancado. En otro informe, en este caso de dos sociólogos, se analizaron las tendencias en el papel de la mujer que atribuían las diferentes generaciones desde hace cuarenta años. Como en los otros estudios, el seguimiento evidenciaba un aumento de la perspectiva igualitaria entre 1977 y el principio de la década de los noventa, momento en el cual... de nuevo se estancaba.
En 1994, solo un 42% de los estudiantes de secundaria pensaban que el mejor modelo de familia era el que tenía un hombre al frente. En 2014, ya era un 58% los jóvenes que tenían esa opinión, recoge The New York Times. En la misma línea, en 1994, solo un 30% de los estudiantes de instituto pensaban que el hombre debía tomar las decisiones importantes. En 2014 lo pensaba ya un 40%.
Son muchos los estudios y expertos, también en España, que advierten sobre la subida del machismo entre los adolescentes, muy mediatizado por las redes sociales, donde se ejerce un mayor control.
Por ahora en España el INE recoge en múltiples indicadores los diferentes avances en materia de género pero aún falta un gran índice que evalúe de forma global el fenómeno. Tras la Ley de Igualdad de 2007, el país se disparó en todos los indicadores, sobre todo por representación política, un efecto que se vio potenciado por la crisis económica en la que los hombres fueron los más perjudicados en los primeros compases del estallido de la burbuja del ladrillo.
Pero escapar de la tendencia global de estancamiento o retroceso en términos de igualdad será muy difícil para cualquier país. El último barómetro del CIS no da muchas esperanzas de que España sea different en esto.