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ENTREVISTA Economista

Michael Pettis: “Cuando dicen que España debe ser como Alemania quieren decir que España debe bajar sus salarios”

El economista Michael Pettis.

Rodrigo Ponce de León

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Para el economista Michael Pettis no hay ninguna duda de que el mundo perdió una gran oportunidad cuando desechó la propuesta que hizo John Maynard Keynes en Bretton Woods sobre cómo debería ser la economía mundial. La consecuencia de este error es una “polarización global” que durante las últimas tres o cuatro décadas “ha sido muy destructiva. Necesitamos crear un nuevo tipo de globalización”, añade. Pettis, profesor de Finanzas en la Escuela de Administración Guanghua de la Universidad de Pekín, ha escrito con el historiador Matthew C. Klein el libro 'Las guerras comerciales son guerras de clase' (Editorial Capitán Swing), donde explican cómo las guerras comerciales son entre ricos dueños de activos y las familias, de ahí que “la competitividad internacional se ha logrado bajando los salarios”.

Después de leer su libro, queda claro que la manera en la que se ha hecho la globalización ha sido el detonante del incremento de la desigualdad, un argumento que choca con el pensamiento dominante de que la apertura comercial solo trae beneficios para todos.

Mucha gente discute en términos de si estamos al final de la globalización o no. La actual polarización global que ha existido durante las últimas tres o cuatro décadas ha sido muy destructiva. Necesitamos crear un nuevo tipo de globalización. Ahora, desafortunadamente, puede que no lo hagamos. Puede que hagamos lo que hemos hecho en periodos anteriores y nos convirtamos en países menos globalizados, volviéndonos hacia dentro. Lo bueno sería que redefiniéramos el régimen comercial y de flujo de capital siguiendo las líneas que John Maynard Keynes propuso en Bretton Woods en 1944. Si las hubiéramos seguido, podríamos haber tenido una mejor organización mundial.

La globalización ha sido una de las muchas causas del aumento de la desigualdad. Sabemos que desde la década de 1980 se ha producido un enorme aumento de la desigualdad en Estados Unidos y, en menor medida, en Europa y Japón. La versión keynesiana es que en un mundo en el que los países compiten internacionalmente por las exportaciones, hay dos maneras de competir: la buena es mejorando constantemente la productividad de los trabajadores, mientras que la mala es bajando constantemente los salarios. En el libro sostenemos que vivimos en un sistema global en el que la competitividad internacional se ha logrado bajando los salarios, no solo en los países con superávit, sino también en los países deficitarios.

Janet Yellen, la secretaria americana del Tesoro, dice que vamos a “la globalización entre amigos” (friendshoring). Se estaría produciendo una fragmentación en la que por una parte estarían EE UU y Europa y por la otra China, Rusia, Irán, Corea del Norte, etcétera.

Esa opinión se basa en un malentendido del comercio. No necesitamos friendshoring, lo que realmente necesitamos es una reorganización de los acuerdos comerciales. Vivimos en un mundo en el que el capital puede circular libremente y, desgraciadamente, gran parte de ese capital es especulativo, por lo que crea enormes problemas. Entre 2000 y 2003 empezamos a ver cómo entraba dinero en España procedente de Alemania, que se tradujo en un crecimiento explosivo de la deuda de los hogares. Esto fue un verdadero problema para España, porque no podía absorber tanto capital entrante.

Así que una globalización mejor es aquella en la que hay más restricciones a los flujos de capital y más limitaciones a la capacidad de los países para aplicar políticas que conducen a superávits comerciales permanentes.

En su libro señalan que unos superávits persistentes son casi siempre la consecuencia de una distribución altamente desequilibrada de los ingresos a favor de las empresas y los ricos. Pero en España, un país que casi siempre ha tenido déficit, el superávit se ha asumido como una meta política a la que debemos aspirar, ser como Alemania.

Ese es el problema, porque obviamente no todos podemos ser como Alemania. Cuando dicen que España debe ser como Alemania, lo que están diciendo básicamente es que España debe bajar sus salarios. Lo que importa son los salarios en relación con la productividad. Alemania tiene sueldos más altos que España, pero la mano de obra en Alemania es más barata que en España porque los trabajadores alemanes retienen una parte menor de lo que producen que los trabajadores españoles [exportan más]. Así que desde el punto de vista de la producción, los trabajadores alemanes son muy baratos. El problema es que un país como España debe bajar los salarios para competir con los alemanes o perderá fabricación. España también podría aumentar la productividad de los trabajadores, pero es bastante difícil de hacer e implica enormes cantidades de inversión. Así que, en última instancia, el camino más fácil es bajar los salarios.

La forma en la que se pretende que España llegue a ser tan competitiva como Alemania es básicamente bajar los salarios hasta que la relación entre la productividad y los salarios en España sea la misma que en Alemania. Es lo que llamamos una política de empobrecer al vecino. El problema es que si bajas los salarios, reduces el consumo. Si cae el consumo, entonces disminuyen los motivos para que las empresas inviertan. Así solo se conduce a un crecimiento más lento y al aumento de la desigualdad.

El discurso imperante es que uno de los principales objetivos de la economía es tener superávit.

Hay mucha gente que no se da cuenta de que un superávit comercial permanente no es natural. Si preguntas a la gente en España, ¿por qué Alemania tiene superávit comercial? Dirán que es porque los alemanes son muy trabajadores, muy eficientes y muy ahorradores. Todo eso son tonterías. Si eres un trabajador eficiente y ahorrador, tu recompensa no es un superávit comercial, sino que puedes importar aún más cosas del extranjero. La recompensa de las buenas exportaciones son las importaciones. Si quieres un superávit comercial, significa que no estás recibiendo importaciones por tus exportaciones. Y la razón es porque a los hogares no se les paga lo suficiente para importar lo que deberían estar importando. Así que un superávit comercial no es un signo de trabajo duro o de ahorro, sino un signo de bajos salarios en relación con la productividad. Necesitamos un mundo que no recompense a los países por bajar salarios, sino que recompense a los países por aumentar la productividad.

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Leo en su libro: “Mientras escribimos esto, Europa sigue estando comprometida a utilizar el gasto extranjero para rescatar sus mal encaminados fetiches de la competitividad y los presupuestos equilibrados”. ¿Seguimos cometiendo los mismos errores?

Es muy difícil para los países europeos subir los salarios sin perder competitividad en el sector manufacturero. Hace diez años, durante la crisis financiera, escribí que mientras la Unión Europea estuviera encerrada en una moneda única es muy difícil para los países arreglar sus problemas individualmente, solo pueden arreglarlos colectivamente. La deuda no es un problema cuando se invierte más rápido que el valor de la deuda. El problema es que hay un grupo de países, Alemania y los Países Bajos, que quieren un conjunto de soluciones y el resto de Europa necesita otras muy diferentes.

Lo que Europa necesita en general es más demanda, que viene impulsada por más inversión o más consumo. El sector privado no invertirá si el consumo es demasiado débil. ¿Cómo conseguir que la gente consuma más? Hay dos maneras: aumentar su deuda, que no es sostenible, o aumentar sus ingresos. El problema es que el sistema está globalizado y si España sube los salarios los que se pueden beneficiar serán los fabricantes alemanes que verán cómo sus productos son más competitivos. No tiene sentido para los países tratar de resolver el problema por su cuenta, tiene que ser resuelto globalmente o, al menos, a nivel europeo.

Otro tema muy interesante es que ponen en duda que sea buena idea ser emisor de moneda de reserva, como es el dólar, ya que siempre habrá un conflicto entre las necesidades domésticas y la demanda global de activos de reserva. Y ahora Estados Unidos tiene más difícil absorber los desequilibrios del ahorro del resto del mundo.

Los países utilizan el dólar no porque quieran ser generosos con Estados Unidos, sino porque tienen que invertir sus excedentes en algún lugar. Y el lugar más seguro para invertirlos sigue siendo Estados Unidos y el Reino Unido, razón por la cual esos países tienen déficits permanentes muy grandes. Para que el dólar deje de ser la moneda de reserva dominante sería necesario que Washington actúe para limitar la capacidad de los extranjeros de adquirir activos estadounidenses. Creo que eso sucederá, pero probablemente tardará al menos diez años. Y hasta entonces, el dólar seguirá siendo la moneda dominante y EEUU seguirá teniendo déficits muy elevados.

Algunos analistas aseguran que China está tratando de conseguir “el nacimiento del petroyuan (el intento de convertir a la moneda china en la divisa de comercialización del crudo). Si el petroyuan despega, alimentaría el fuego de la desdolarización. ¿Cree que es posible?

Algunos analistas dicen que por razones políticas China, Rusia, Irán, etc. crearán una alternativa al dólar. Eso es una tontería. La cuestión es que China tiene superávit y los países de la OPEP, también. No pueden invertir sus excedentes unos en otros, pero cuando se tiene superávit te conviertes en un inversor neto en el extranjero. Así que tanto China como los países de la OPEP tienen que invertir sus excedentes en un país deficitario. Tienen que invertir en países en desarrollo que estén dispuestos a tener déficit, lo cual tiene muchos riesgos, o en economías avanzadas. Los japoneses y la Unión Europea se niegan a tener déficit. Los únicos países ricos en los que pueden invertir sus excedentes son las llamadas economías anglófonas: Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia. Si nos fijamos en el 80% de los déficits mundiales, corresponden a esos cuatro países.

¿Es creíble la aparición de la India como un posible sustituto de China? No creo que darle un nuevo papel con mayor responsabilidad a un país con semejantes desigualdades vaya a mejorar la situación global.

La India tiene un modelo de crecimiento muy diferente. Hasta los años setenta u ochenta, su modelo de crecimiento era el de un país en desarrollo tradicional. Los países en desarrollo tenían déficits porque importaban capital extranjero. Ahora, algunas personas en India quieren replicar el modelo chino, que requiere una enorme contracción de la participación de los hogares en el PIB y ese dinero volcarlo en inversiones. En la actualidad, la India tiene una gran necesidad de inversiones, pero políticamente es muy difícil que establezca las instituciones necesarias para ese tipo de modelo. India crecerá con bastante rapidez, pero creo que será un crecimiento mucho más equilibrado, mientras que el crecimiento chino ha sido muy desequilibrado.

¿Puede China cambiar ese modelo de crecimiento tan desequilibrado?

Llevan hablando de reequilibrio desde 2007, hace 15 o 16 años, y no han sido capaces de hacerlo. Cada vez más economistas se dan cuenta de que tienen un problema muy grave con su economía: está generando demasiada inversión deficiente y demasiada deuda, además deben redistribuir la renta para aumentar la cuota de consumo. Pero es muy complicado, no se trata de un simple ajuste económico, hay que cambiar las estructuras y las instituciones políticas y económicas. Para un economista es fácil decir que hay que cambiar, pero es mucho más difícil hacerlo.

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