Nacho Caballero llevaba veinte años en su empresa cuando nació su primer hijo, en 2014. A la baja de paternidad, por entonces de quince días, le sumó otra quincena de vacaciones que había reservado para el momento. “Empezaron a decirme que no podía hacer eso, que no había avisado con tiempo. Yo había seguido el sistema de siempre”.
Dos años después, con la llegada de su segundo hijo, repitió. “Incluso avisé por escrito. Tampoco sentó bien. Me empezaron a poner en una situación complicada, pasé de estar bien considerado a mal. Te van orillando”. Entonces, llegó la gota que colmó el vaso. Nacho decidió coger la hora de lactancia porque su pareja no iba a usarla. “Se me echó en cara en una reunión. Yo dejé claro que no iba a renunciar a mis derechos”. La situación se resolvió con un despido.
La experiencia que vivió Nacho suele estar protagonizada por mujeres: son ellas las que cogen en una abrumadora mayoría de casos las medidas de conciliación en forma de reducciones de jornada, horas de lactancia o excedencias. Sin embargo, la irrupción de una generación de hombres más preocupados por ejercer una paternidad activa y compartir los cuidados hace que algunos empiecen a sufrir algunas de las penalizaciones asociadas a la maternidad.
“En esta casa siempre ha habido un equilibrio, ya lo había antes de los hijos. Ahora, por ejemplo, mi chica tiene una incorporación al trabajo más intensa y soy yo el que está de guardia. Si hay que llevarlos al médico, por ejemplo, lo hago yo. Como yo digo, me dieron a elegir entre la bolsa o la vida y elegí la vida, mis hijos”, resume Nacho.
Un estudio reciente de la Universidad Autónoma de Madrid muestra que solo el 7% de los padres asume alguna de las semanas transferibles del permiso de paternidad. El 20% de las madres se acoge a la reducción de jornada frente al 2% de los padres. En cuanto a las excedencias, los números son parecidos: el 10% de las madres frente al 1% de los padres.
El psicólogo Javier de Domingo cree que, en términos de paternidad y cuidados, “las cosas están mejor que nunca”. “Pero es que estaban tan mal... que dar un paso ya parece mucho. Hay un despertar de la paternidad, pero la realidad nos muestra un problema muy grave: no vivimos en igualdad, el hombre se ha incorporado a alguna tareas pero no es suficiente, y esto va a tardar en cambiar”, dice.
Este terapeuta creó el proyecto Si los hombres hablasen a través del que formó grupos de hombres para hablar de la masculinidad y la paternidad. “Los hombres hablamos pero muchas veces de las cosas equivocadas. Si habláramos de cómo construir conciencia, responsabilidad, respeto, amor, equidad, las cosas cambiarían”, asegura.
Con tres hijos, él mismo trata de pasar de los pensamientos a la acción. Su pareja y él se reparten los días de trabajo y cuidados de forma equitativa para que siempre haya uno de los dos con los niños. “Hay mucho filósofo de salón, pero es que luego hay que ponerlo en práctica. El problema es que aún somos pocos y parece que somos héroes, y no es así”, dice Javier. Los más peligrosos, comenta, “somos los progres, porque creemos que ya solo por eso tenemos el trabajo hecho pero luego perpetuamos roles que encima no asumimos”. Cuando los hombres asumen permisos y medidas de conciliación, reflexiona Javier, se dan cuenta de los obstáculos que implican para las mujeres.
También Eduardo Martínez vio que su empresa le rescindía el contrato después de plantear la posibilidad de flexibilizar su jornada. Acababa de divorciarse y quería ver a sus tres hijos con frecuencia. “La empresa me decía que o tenía jornada completa o jornada parcial, que no había forma de flexibilizar horarios y que el problema era mío. Les dije que si pedía reducción de jornada, tenía protección legal”, resume. Unos días después se enteró de que su relación laboral había terminado a través de un burofax urgente: “No pensé que fueran a llegar a eso”.
No era la primera vez que Eduardo adaptaba su empleo a los cuidados. Durante un año estuvo en excedencia por cuidado de hijo y cambió su horario para poder recogerles del colegio. “Trabaja en la Administración y no hubo problemas”, recuerda. Eduardo critica la pasividad de los poderes públicos para garantizar una auténtica conciliación. “Se deja en manos de una sentencia posterior, y mucha gente no se atreve a ir a los tribunales. No hay una actitud proactiva”.
El estudio de la Universidad Autónoma concluye que la evidencia empírica señala que el uso de los permisos de paternidad aumenta la implicación de los hombres en el cuidado, “lo que muestra que son una herramienta eficaz en la persecución de la igualdad de género”. En ese sentido, los investigadores consideran que la ampliación del permiso a un mes que ha entrado en vigor este año es insuficiente “porque no fomenta su uso cuando la madre se reincorpora al trabajo y porque es poco tiempo para lograr una socialización más efectiva en el cuidado del bebé”.
Un despido viral
El despido hace unos meses de Adrián Cordellat se hizo viral. En un post en su blog Adrián narraba como la organización para la que trabajaba como jefe de prensa le despidió pocas horas después de pedir una reducción de jornada para cuidar de su hija. “Ya sabía que podía causar problemas, pero no sabía hasta qué punto y no quería renunciar a mis derechos. A una compañera le pasó un año antes cuando pidió una reducción de una hora al día. Yo quería salir antes para poder recoger a mi hija del colegio”. La petición de Adrián puso nerviosos a sus jefes y unas horas después le comunicaban su despido por burofax.
Con todo a su favor acudió a los tribunales. La empresa le ofreció un acuerdo económico para no llegar a juicio y su abogada aceptó. Ahora, Adrián se arrepiente de haberse dejado guiar por la prisa y no haber llegado hasta el final. “Han salido impunes”, se lamenta. Es consciente de que lo que le sucedió es algo que sufren muchas mujeres cada día: “Es una cuestión de mentalidad. Esto demuestra que si los hombres damos este paso y cuidamos estamos también expuestos”.
Ese es el motivo, dice Usúe Madinaveitia, creadora del movimiento Mamiconcilia y Papiconcilia, por el que es tan necesario que los hombres también se involucren en los cuidados. “¿Por qué la maternidad me tiene que afectar más a mí como mujer? Tiene que ser un asunto de toda la sociedad. Si eres hombre y de verdad eso te importa debes asumir el riesgo, igual que lo hacen las mujeres. Y si las leyes y los permisos fueran iguales de verdad las cosas cambiarían”, subraya.
Después de que su empresa la “invitara” a marcharse cuando estaba de baja por maternidad, Usúe Madinaveitia creó Mamiconcilia, un proyecto online y también un ebook donde recopiló decenas de casos de mujeres que luchaban por conciliar. “La gente lo leía esperando buscar la gran solución y se encontraba lo contrario, que para conciliar la única salida era renunciar”.
Le llegaron muchos comentarios que pedían un ejercicio parecido con los padres, así que se puso manos a la obra y creó Papiconcilia. Actualmente tiene recopilados 80 testimonios de hombres que concilian; algunos han sufrido las consecuencias, otros son ejemplos “inspiradores”. Al final, explica su creadora, el objetivo es impulsar un cambio social. Porque los padres implicados en la misma medida que las madres son una tendencia “aún muy incipiente”.