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El Brexit se ceba con una banca europea ya castigada por las complicaciones de su modelo de negocio

El banco británico Barclays refuerza su posición en la eléctrica lusa EDP

Marta Garijo

La decisión de Reino Unido de abandonar la UE sigue generando incertidumbre en los mercados. Las dudas se traducen en bolsas a la baja, la libra desplomándose y la búsqueda de activos refugio. El sector bancario es el gran protagonista de los números rojos en las bolsas, con unas pérdidas que el viernes rondaron el 20% para muchas entidades y que en el caso de algunas repitieron caídas de doble dígito en la sesión del lunes.

Los más afectados son los bancos británicos y por extensión aquellos que están expuestos a Reino Unido en su negocio. El Brexit llega, además, en un momento en el que el sector atraviesa una segunda reestructuración en un contexto de bajos tipos de interés donde las entidades no encuentran la fórmula para mantener beneficios.

Las dudas sobre cómo será la desconexión de Reino Unido de la UE generan incertidumbre especialmente en el negocio financiero. Londres era el centro financiero de la UE y los analistas dan por supuesto que el negocio de la City londinense se transvasará al menos en parte a otros mercados. Al perder la libre prestación de servicios, los bancos dejarían de tener el pasaporte financiero que les permitía, hasta ahora, prestar servicios desde Londres al resto de países sin tener que contar con la regulación local.

Eso permitía ahorres de costes y además disfrutar de la flexibilidad normativa de Londres, especialmente favorable para el mundo bancario. Si se impone alguna suerte de restricción o arancel a estos servicios en un entorno de márgenes bancarios ya muy constreñido, el modelo de los bancos cada vez se pondrá más en cuestión.

Además, el Brexit pone sobre la mesa dudas sobre cómo evolucionará la incipiente unión bancaria y el efecto que tendrá la salida de las entidades británicas de esta. El primer alto cargo británico en renunciar en Europa ha sido precisamente el comisario de servicios financieros, Jonathan Hill. La Agencia de Supervisión Bancaria (EBA por sus siglas en inglés) también se irá de Londres.

Además, la devaluación de la libra y la previsible reducción de la economía británica pasan factura, sobre todo, a las entidades del Reino Unido y aquellas que tiene exposición a este mercado, como es el caso del Banco Santander y del Banco Sabadell.

En la bolsa de Londres, Barclays se desplomó el lunes un 17,35% después de haber caído ya el viernes otro 17,89%. No es el único que sigue cayendo. RBS ha perdido un 15% tras haberse dejado un 18% el viernes mientras que Lloyds se deja un 10% tras haber perdido un 29% el viernes.

Las dudas sobre la evolución del negocio bancario ya habían castigado a los bancos en los mercados y ahora se suman las dudas sobre cómo afectará el Brexit a los resultados de las entidades.

“El Brexit es un elemento adicional sobre la ya de por sí baja rentabilidad de la banca europea en un contexto de muy bajos tipos de interés y de elevado volumen de activos problemáticos en varios países. La banca de la eurozona tiene 950.000 millones de euros en activos problemáticos, lo que equivale al 9,5% del PIB”, explica Joaquín Maudos, catedrático de la Universidad de Valencia y director adjunto del IVIE.

El castigo en bolsa

¿Está sobredimensionado el castigo recibido? Santiago Carbó, catedrático de Economía de la Bangor University e investigador de Funcas, apunta que “sí hay algo de sobrerreacción, aunque tampoco debemos olvidar que España está muy expuesta al Reino Unido”. A estas exposición se suma que “es un sector sensible porque, en toda Europa e internacionalmente, está sometido a una presión regulatoria creciente y al reto de la rentabilidad. El año sigue pintando, en todo caso, complicado, porque el Brexit no va a ayudar, ni tampoco las perspectivas de crecimiento mundiales”.

La banca se enfrenta a un problema sobre cómo conjugar la digitalización de los servicios bancarios, los tipos de interés negativos con el aumento de exigencias regulatorias para conseguir volver a los grandes beneficios. Después de haber vivido una primera reestructuración durante la crisis con las fusiones entre entidades y reducción de sucursales, ahora los bancos se plantean cómo llevar a cabo esta segunda para ganar grandes cantidades de dinero sin seguir perjudicando la imagen ya dañada del sector.

El problema se agrava además cuando entramos en un “círculo vicioso”, según explica Juan Antonio Maroto, catedrático de la Universidad Complutense, en el que la banca conforme se producen caídas se incrementa la necesidad de capitalización de los bancos. ¿Cómo se rompe esto? “Estamos ante un problema de confianza y de que los inversores valoren en qué medida les va a afectar que los bancos británicos se vayan de la UE”, apunta Maroto.

En el Ibex 35, los bancos más penalizados son los que tienen relación con Reino Unido. El Santander computó un 23% de sus beneficios en Reino Unido. Sus acciones cerraron la sesión el viernes con una caída del 19,8% y el lunes prolongaron sus pérdidas un 2,48% que llevan a que sus títulos valgan 3,3 euros. La entidad envió a cierre de mercado un hecho relevante a la CNMV destacando su presencia en diez mercados diferentes y cómo hizo frente a la crisis en Brasil.

Por su parte, el Sabadell tiene el 21% de sus activos en Reino Unido después de que comprara en 2015 la entidad británica TBS. La entidad cayó el viernes un 19,9% en bolsa y el lunes bajó un 3,72%.

Los bancos italianos

La banca italiana ha sido otro de los grandes perjudicados tras el Brexit y el Gobierno del país está preparado para inyectar hasta 40.000 millones de euros en las entidades que más lo necesiten, según recoge una información publicada por Bloomberg y medios italianos. Esta decisión estaría todavía sin tomar y se estaría negociando la cantidad a inyectar en la banca del país. “Dudo que con los instrumentos que se han puesto en marcha se resuelva el problema de la banca italiana. Habrá que poner fondos y tendrá que haber una mayor monitorización e intervención europeas. La morosidad es muy alta, no se ha contenido y puede ser mayor incluso por temas de problemas de reporting y transparencia”, explica Carbó.

La debilidad de la banca italiana ya era conocida antes de conocerse la salida de Reino Unido de la UE. “Antes del Brexit, la banca italiana ya estaba en el ojo del huracán por dos motivos: una tasa de morosidad muy elevada (por encima del 16%) y una reducida tasa de cobertura con provisiones de esos activos problemáticos. Si ahora se añade las consecuencias del Brexit, la preocupación es aún mayor”, explica Maudos.

“Por tanto, además de la necesidad de un plan para reestructurar esos activos problemáticos, como la creación de un banco malo, no es de descartar que se aplique las nuevas reglas del bail-in (rescate desde dentro) que están en vigor desde enero de 2016 y que suponen que acreedores y accionistas deben soportar pérdidas. El interrogante es si Italia está dispuesta aplicar ya esta nueva regla, sin inyectar fondos públicos”, añade.

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