Estos días se habla mucho de los tipos negativos de los bancos centrales. En este momento Japón, la zona del euro, Suecia, Dinamarca y Suiza tienen este tipo -que en el euro se llama “de depósito”- en negativo, que quiere decir que los bancos centrales cobran por guardar el dinero de los bancos comerciales. El último en penalizar de esta manera el exceso de liquidez de sus bancos ha sido el Banco de Japón. Incluso el Euríbor ya cotiza en negativo. También se ha comentado mucho que el banco de inversión JP Morgan especula con la posibilidad de tipos tan bajos como el -5%.
¿Por qué los bancos tienen reservas en el banco central?
Una función importante de los bancos centrales es asegurar que el sistema de pagos de su país funciona adecuadamente. El sistema de pagos es como la red eléctrica: sólo nos deberíamos enterar de su existencia cuando hubiese un apagón, y no debería haberlos nunca. Los bancos están constantemente transfiriéndose dinero entre sí para dar servicio a sus clientes cuando éstos sacan dinero de un cajero que no es de su banco, o cuando pagan electrónicamente a clientes de otros bancos.
Para evitar un trasiego constante de furgones blindados entre unos bancos y otros, los bancos mantienen reservas en los bancos centrales, completamente análogas a las cuentas corrientes que sus clientes mantienen con ellos, y se pagan entre sí con ellas. Normalmente una cantidad neta pequeña al final de cada día.
¿Qué importa si los bancos centrales pagan o cobran intereses por las reservas?
El tipo al que los bancos centrales remuneran las reservas excesivas -por encima del mínimo exigido por el banco central- funciona como un mínimo para los tipos interbancarios a los que los bancos se prestan entre sí, como el Euríbor. La base del mercado interbancario es que de un día para otro a algunos bancos les falta liquidez y a otros les sobra. Además, cuando los bancos se pagan entre sí les puede resultar más cómodo sencillamente prestarse el dinero a corto plazo que andar moviendo reservas en el banco central, especialmente para pagos internacionales. Pero si el banco central le paga más a un banco por tener el dinero 'aparcado' en reservas, ¿para qué prestarlo?
¿Por qué los bancos centrales ponen tipos negativos?
En principio, para estimular la economía. Los bancos centrales son de la opinión de que hay demasiado dinero aparcado en reservas y quieren forzar a los bancos a que hagan algo útil con ese dinero, como por ejemplo prestarlo a la economía real. También lo pueden hacer para fomentar una devaluación de la moneda para abaratar las exportaciones y encarecer las importaciones.
¿Por qué los bancos tienen tantas reservas?
Hay dos razones principales. La primera es que las reformas regulatorias introducidas desde la crisis obligan a los bancos a mantener un colchón de activos líquidos de alta calidad, de los que las reservas son el epítome. Otros activos líquidos podrían ser los bonos de gobiernos o de grandes empresas de alta calidad crediticia.
La segunda razón son las políticas de compra de activos por parte de los propios bancos centrales (expansión o relajación cuantitativa, quizás más conocida por las siglas inglesas QE, de quantitative easing). Éstas actúan de dos maneras complementarias. Por una parte les cambian a los bancos los bonos que puedan tener en su balance por liquidez, contribuyendo a las reservas excesivas. Por otra parte, reducen la disponibilidad de bonos de buena calidad, compitiendo con los bancos y con otros inversores institucionales. Esto aumenta los precios de los bonos y baja su rentabilidad, haciéndolos menos atractivos frente a las reservas.
Actualmente ya hay mas de seis veces el PIB de España en bonos con rendimiento negativo en el mundo, y en algunos países como Suiza, Alemania y Japón hay que irse a bonos del Estado a 5, 7 o incluso 10 años para encontrar rendimientos positivos.
¿Y por qué no prestan las reservas?
En realidad no pueden, y por dos razones. La primera es que las empresas y familias continúan sobreendeudadas. El 'desapalancamiento' de la economía que se inició con la crisis continúa, pero a un ritmo muy lento. Y no se puede pedir a la vez al sector privado que se desapalanque, y a los bancos que presten.
La segunda razón es más fundamental, y es que en realidad los bancos no pueden prestar las reservas. Las reservas son un depósito en el banco central, y para darle las reservas a una familia u empresa éstas últimas tendrían que tener cuentas corrientes en el banco central, lo que no es el caso. Si un banco se deshace de reservas comprándole bonos a otro banco, las reservas cambian de titular pero el total sigue invariable.
Sólo hay tres maneras de reducir las reservas. La primera es recomprar los activos del programa de 'expansión cuantitativa' al banco central. La segunda es que los bancos pidan al banco central que les cambie las reservas por billetes, bien para guardarlos en una caja fuerte o porque sean los clientes los que retiren sus depósitos en forma de efectivo. Y la tercera es comprar activos extranjeros, lo cual saca las reservas del eurosistema pero le pasa la patata caliente al banco central de la otra moneda.
Por cierto, el primer banco en poner tipos negativos fue el banco de Suiza, porque no le hizo ninguna gracia que los inversores de la zona del euro se pusiesen a comprar francos suizos a mansalva.
Y todo esto a mí, ¿cómo me afecta?
De momento, y debido a los diferenciales sobre el Euríbor, es poco probable que los bancos tengan que pagarles intereses a sus hipotecados, pero es posible que empecemos a descubrir “cláusulas suelo implícitas” en cero y que el tema acabe en los tribunales por un quítame allá esos puntos básicos de Euríbor negativo.
Un efecto más serio es que mantener depósitos de clientes se vuelve muy caro para los bancos, que ganan sobre los depósitos la diferencia entre lo que pagan en intereses y lo que cobran por las reservas. Pero si las reservas se van a tipos negativos los depósitos salen muy caros.
Por ello vamos a empezar a ver cada vez más comisiones de mantenimiento en las cuentas corrientes, y comisiones por el uso de cajeros de otros bancos (como hemos explicado, usar la tarjeta en el cajero de una red que no es la de nuestra entidad aumenta el trasiego de interbancario y la necesidad de reservas excesivas). Así que es posible que los incentivos bancarios animen cada vez más a la gente a mantener saldos mínimos y funcionar en efectivo.
Pero la vuelta al efectivo va en contra de todas las tendencias a largo plazo. Por un lado está la evolución de los medios de pago: del efectivo a los cheques, de estos a las tarjetas, como en España con la generalización de las tarjetas sin comisiones durante los últimos 20 años, y ahora de las tarjetas a los pagos por móvil. Por otro, están las llamadas a abolir los billetes de alta denominación y limitar las transacciones en efectivo para combatir el crimen organizado, el blanqueo de dinero y el fraude fiscal. Y finalmente, si los bancos centrales continúan queriendo hacer los tipos más negativos para estimular la economía, el efectivo es un obstáculo porque remunera cero.