La sociedad se enfrenta a un periodo de inestabilidad global que recientemente ha provocado un encarecimiento de la vida y en el que el término inflación ha pasado a ser uno de nuestros compañeros habituales. Un contexto que dificulta el día a día de todos: la subida de precio de la cesta de la compra o hacer frente a las hipotecas tras el aumento de los tipos de interés son un claro ejemplo del sobrecoste al que se enfrentan muchos hogares españoles.
¿Cómo afronta el sector financiero la actual incertidumbre económica? La banca española busca el equilibrio entre poner en marcha medidas enfocadas a proteger a los ciudadanos y mantener al mismo tiempo la solvencia, es decir, contar con los recursos propios suficientes para poder asumir los riesgos que se derivan de su actividad, contribuyendo así a la estabilidad del sistema financiero.
Nuestro país siempre se ha caracterizado por ofrecer créditos a precios muy competitivos, lo que ha permitido el acceso al mercado hipotecario a muchos segmentos de la población. Y tampoco ahora los bancos están trasladando con tanta rapidez toda la subida de los tipos de interés al precio de los créditos. España es uno de los países de Europa que menos tipos cobra: según los datos del Banco de España, en abril los préstamos a familias fueron los quintos más baratos de Europa; y los cuartos más baratos en créditos a empresas. En este último caso, la media es del 3,9% frente al 4,2% en la zona euro. Y ha sido así históricamente: en los últimos 20 años los tipos de interés medios en nuestro país han sido 79 puntos básicos más bajos que en la eurozona.
Inflación y tipos de interés: relación causa y efecto
La actual subida de tipos es fruto de la labor de los bancos centrales para tratar de atajar la inflación. En el caso de Europa, el BCE, como institución pública e independiente —los bancos comerciales no pueden influir en sus decisiones— es el encargado de definir la política monetaria para garantizar la estabilidad de los precios. Este organismo decidió en julio de 2022 aumentar los tipos de interés oficiales por primera vez en 11 años, una tendencia que ha mantenido desde entonces para cumplir su mandato.
Y es que inflación y tipos de interés están íntimamente ligados y hay una relación de causa y efecto entre ambos: cuando los precios aumentan con rapidez, subir los tipos para contener la demanda ayuda a que vuelvan a los niveles objetivo. Los expertos aseguran que una inflación alta persistente es mucho más nociva para las empresas y las familias que un período de enfriamiento económico.
Por otra parte, en contra de la creencia generalizada de que el beneficio de los bancos crece mucho en ciclos alcistas de tipos, lo cierto es que la diferencia entre lo que pagan por los depósitos y lo que cobran por los préstamos no representa el margen de la entidad. La realidad es que hay muchos factores que lo reducen, como los colchones de capital que exige la regulación, los costes de personal, el mantenimiento de los canales de distribución, la comercialización y diseño de productos para adaptarlos a las necesidades de los clientes, las provisiones para hacer frente a impagos, etc. De hecho, los márgenes de la banca son mucho menores que los de la mayoría de los demás sectores.
Si en un contexto de tipos negativos como el de los últimos años es muy complicado que el negocio bancario sea rentable, una subida rápida como la actual es difícil de digerir por empresas y familias y, por tanto, influye mucho en la demanda de crédito y en la capacidad de los clientes para hacer frente a las deudas. También a los bancos les cuesta más financiarse y les impide recuperar la rentabilidad que han perdido durante tantos años operando en tipos ultra bajos o incluso negativos. Una prueba es que el beneficio en España de las entidades continúa siendo un 23% inferior al que había antes de la crisis financiera.
En cuanto a la remuneración de los depósitos, la fuerte reducción de la demanda de crédito como consecuencia del aumento del coste de la vida dificulta que los bancos puedan pagar los depósitos de una manera atractiva. Frente a las críticas de que el sector remunera ligeramente por debajo en comparación a otros países, lo cierto es que su posición más holgada de liquidez hace que no necesiten captar depósitos. Tampoco hay que olvidar que, en los años de tipos negativos, en España no se ha cobrado por los depósitos a los clientes minoristas, algo que sí se hizo en otros países de Europa.
Además, la banca de nuestro país es mucho más competitiva en productos que pueden ser más rentables y está asesorando a sus clientes para que dirijan sus ahorros hacia estas alternativas: los datos muestran que el volumen de los fondos de inversión y de deuda pública en manos de familias está en máximos históricos. También ha aumentado mucho la amortización anticipada de hipotecas.
Apoyo a familias y empresas
Los bancos están muy comprometidos con los clientes y buscan soluciones tanto para las familias como para las empresas que se encuentran en dificultad. Un ejemplo es el Código de Buenas Prácticas para deudores hipotecarios, que permite ampliar el plazo para devolver el crédito hasta 40 años, acogerse a periodos de carencia o congelar las cuotas durante un año, entre otras medidas. Así, una persona con ingresos inferiores a 25.200 euros y que tenga una hipoteca puede ampliar el plazo para pagar el crédito y establecer una carencia de hasta cinco años a Euribor-0,10%. En el caso de los hogares con ingresos entre 25.200 y 29.400 euros y en los que la cuota mensual de la hipoteca represente al menos el 30% de estos, se pueden congelar las cuotas hasta 12 meses y alargar el plazo de amortización siete años.