Aceitunas ecológicas contra la despoblación
Producir calidad es un camino de revalorización del campo más olvidado. La Asociación Vida Sana en la Mancomunidad de las Sierra de las Nieves (Málaga) ha desarrollado este concepto en un emprendimiento encaminado a convertir a los agricultores locales en emprendedores ecológicos. Su arma: el aceite obtenido con técnicas respetuosas y de alta calidad. El resultado: la transformación social de una comarca en declive.
La Sierra de las Nieves es una Reserva de la Biosfera. Es una joya verde. Pero su orografía, tradición y estructura económico-productiva la tenían abocada a la despoblación. Los nueve municipios de la comarca malagueña están encuadrados en un territorio donde se conservan casi 17.000 hectáreas dedicadas a una agricultura de tipo tradicional, de las cuales 7.000 son de olivar. “Nuestro cultivo estrella”, dicen. Sin embargo, “la agricultura ecológica era prácticamente inexistente y el conocimiento de sus técnicas por parte del sector muy escaso”, recuerdan desde la asociación.
La producción de aceite estaba, de acuerdo con su análisis, caracterizada por lo abrupto del paisaje, el minifundismo y la producción a pequeña escala. Esto provocaba “altos costes de producción y, por lo tanto, escasa rentabilidad de las produccciones”. En 2009, Vida Sana lanzó su proyecto. Se trataba de poner en marcha una transformación del tejido productivo cualitativo más que cuantitativo. De manero que lo primero fue paliar “el bajo nivel formativo” detectado en las cooperativas olivareras. La fase comprendía “la sensibilización, formación, información y el asesoramiento de personal especializado”.
Mediante este emprendimiento más de 600 fincas han iniciado su conversión a la explotación ecológica (“cuando esperábamos 150”, citan). De esa manera, unas 1.000 hectáreas están en transformación. “Unos 140 agricultores han adoptado la nueva forma de trabajar”. Y se han creado dos nueva explotaciones que rechazan “el uso de fitosanitarios químicos en la agricultura convencional que provoca la eliminación de fauna y flora
beneficiosa con la consiguiente pérdida de biodiversidad“.
En contraposición, los negocios se constituyen en fincas ecológicas que “ahora mantienen y aumentan la fertilidad del suelo con aportaciones de materia orgánica de origen natural, por lo que contribuimos a la limpieza de suelos y cursos de agua y los alimentos que se obtienen están completamente libres de residuos químicos”, aseguran.
La parte final es colocar el producto en el mercado para que el negocio rente. Actúa de ancla para la población actual y horizonte para la futura. El sistema previsto es mediante la acreditación de este aceite y la comercialización específica. El gerente de la Mancomunidad, Tomás Rueda, asegura que se trata de “trabajar para la preservación de nuestros olivos por su inestimable riqueza ambiental, social y económica”. El proyecto recibió el premio Premio Andrés Núñez de Prado a la Defensa y Fomento en Agricultura y Ganadería Ecológica en 2012.