Un equipo de personas con discapacidad transporta los mensajes del puerto de Valencia
El puerto de Valencia es cabeza europea del comercio europeo. Su actividad es, día a día, más que febril. Cualquiera que se acerque a la capital del Turia podrá ver la silueta imponente de las grúas que se afanan por cargar y descargar las mercancías que llegan y parten de España mediante las aguas valenciana del Mediterráneo. El frenesí portuario exige un sistema de comunicación entre empresas, estibación, autoridades… del que depende que el engranaje esté en perfecto engrasamiento.
Una vez hecha esta breve introducción a lo que es la importancia del puerto de Valencia y su posición preeminente en la economía, ahora vamos a poner el foco en esas pequeñas partículas que van y vienen por el puerto con documentos en sus valijas: Port Mail. Una empresa que por un lado: “está especializada en el servicio de transporte, gestión y entrega de documentación portuaria, aeropuerto y Polígonos Industriales” y por otro, tiene un 90% de su plantilla compuesta por personas con alguna discapacidad. Por eso son una empresa como cualquiera, en el sentido de atención, rentabilidad y búsqueda de la calidad, cosa que hacen mediante unos “mensajeros que tramitan habitualmente en la Autoridad Portuaria, en Sanidad, en el PIF, en las Confrontas, en la Aduana, con las Navieras, Transitarios, Agentes de Aduana, en las empresas de carga aérea, etc. funcionando además como enlaces entre nuestros clientes y los transportistas”, explica. Pero además, logran que “personas con discapacidad se integren plenamente en la sociedad a través del empleo les genera mucha confianza y dignidad, al adquirir independencia y autonomía”. El proceso se realiza mediante un itinerario en el que los trabajadores adquieren los conocimientos propios del puesto de trabajo pero fundamentalmente las habilidades y destrezas necesarias para desenvolverse en las distintas facetas de la vida“. cuentan sus cabezas visibles Mila Valera y José Antonio Ordaz.
A la hora de desarrollar su nicho económico, Port Mail, ha montado una estructura que merece darle un poco de luz protagonista. La documentación es confiada a un equipo de 19 mensajeros que son parte de la plantilla estable. Hecho diferencial. Los motoristas no son autónomos, ¿por qué? Contestan ellos mismos: “el mensajero no se limite a entregar documentación, sino que en todo momento comprenda que está integrado en la cadena de valor del cliente”. Aseguran que es el motivo de su éxito. También se diferencian en que su flota de vehículos es propia. Los coches, las motos y las furgonetas pertenecen a Port Mail “garantiza su puesta a punto en todo momento y su renovación frecuente, ambas circunstancias que redundan en una mayor garantía de servicio”, justifican.
El proyecto, nacido en 1999, está en expansión para ofrecer más servicios. Con todo, les dicen a sus clientes que “apoyan firmemente la inserción en el mercado laboral de personas en situación vulnerable”. La idea es que se impulse con la actividad económica la inclusión socio-laboral mediante una formación continuada y un acompañamiento de los individuos. Con esto, no sólo se consiguen buenos trabajadores para Port Mail, explican, sino que se convertirán en buenos profesionales para cualquier otra empresa: garantía de herramientas con las labrar su propio futuro.