Anticonceptivos de larga duración: ¿qué ventajas tienen con respecto a otros métodos?

Aunque el preservativo sigue siendo el método anticonceptivo más usado en España, en los últimos años existe una tendencia en favor de un mayor uso de los sistemas hormonales. Así, el 17,3% de las mujeres españolas reconoce que toma la píldora, frente al 29,6% que prefiere los profilácticos. El porcentaje baja sensiblemente si hablamos de los llamados ‘anticonceptivos de larga duración’ (por debajo todos del 5%), una gama de métodos anticonceptivos reversibles, que actúan durante un período de tiempo prolongado.

Dentro de este grupo, encontramos, principalmente, el SIU (Sistema Intrauterino) y el DIU (T de cobre). Ambos se basan en una suerte de implantes reversibles. El SIU es un pequeño sistema en forma de T, hecho de un plástico flexible, que libera una muy dosis muy pequeña de hormonas y que es colocado dentro del útero. Su duración oscila entre los tres y los cinco años y su eficacia se sitúa en el 99,5%.

El DIU, por su parte, es un pequeño aparato de plástico en forma de T que contiene un alambre de cobre. Debe ser colocado dentro del útero por el médico y tiene una duración según el modelo de entre cinco y diez años, pudiéndose retirar en cualquier momento, al igual que el SIU. Además, presenta una eficacia también del 99,5%.

Ambos métodos están indicados para mujeres de todas las edades, pues como señala el jefe del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Infanta Elena de Valdemoro (Madrid), el Dr. Juan Miguel Rodríguez Candia, “actualmente las guías insisten en la efectividad y las ventajas de la anticoncepción de larga duración a cualquier edad”.

¿Qué otras alternativas hay?

Frente a estos métodos de ‘larga duración’ están los anticonceptivos hormonales de ingesta oral o bien por inyecciones o implantes. Estos métodos suponen la introducción de hormonas que inhiben la ovulación y por tanto el embarazado, con alta eficacia, similar a los anticonceptivos de larga duración. Las inyecciones hormonales se administran con una periodicidad mensual o trimestral, en función del tipo de tratamiento, y tienen una acción prolongada reversible. “Algo similar ocurre con los parches o con el anillo, que se adhieren (normalmente de forma mensual) a la piel y la vagina respectivamente”, apunta este experto.

La píldora anticonceptiva, por su parte, es un método farmacológico que, normalmente, contiene dos sustancias (combinadas): estrógenos y progestina, similares a las hormonas sexuales femeninas. Su principal objetivo es evitar la ovulación, pero también hacen el revestimiento del útero más delgado, de manera que disminuyen las posibilidades que acepte un óvulo fecundado.

Suelen ir en cajas de 21 píldoras, marcadas con un día de la semana, y debe empezarse por tomar el comprimido marcado con el día correcto. Tras tomar los 21 comprimidos, hay que estar siete días sin ingerir comprimidos (interrupción o semana sin tratamiento), durante los cuales empieza la hemorragia.

Las ventajas de los anticonceptivos de larga duración

Los dos métodos, los de larga duración y los hormonales por ingesta, implante o inyección, son igual de eficaces. Sin embargo, los primeros cuentan con una serie de ventajas que a continuación detallamos:

  • No interfieren con otros medicamentos: los fármacos inductores enzimáticos, empleados para tratar las patologías digestivas, neurológicas o tromboembólicas, pueden disminuir la eficacia de la anticoncepción hormonal, explica el Dr. Rodríguez Candia, por lo que hay que tenerlos en cuenta al prescribir la anticoncepción a las pacientes que quieran someterse a ella. En el caso de los anticonceptivos de larga duración no existe tal problema.
  • No generan problemas de absorción intestinal: se ha demostrado que los anticonceptivos hormonales “pueden agravar casos de malabsorción intestinal de determinados compuestos alimentarios, aumentando las diarreas, flatulencias y dolores abdominales”. De nuevo este efecto está excluido en los anticonceptivos de larga duración.
  • No interaccionan con el hígado: tal y como señala el doctor Rodríguez Candia “los anticonceptivos hormonales pueden alterar la función hepática, por lo que en ciertos perfiles con problemas previos en este órgano es preferible evitarlos”. Sin embargo, los de larga duración no interfieren con el hígado.
  • No provocan pérdida de la densidad ósea: en el caso de las inyecciones hormonales, aunque de modo reversible, se evalúa en algunos casos una disminución de entre un 5 y un 7% de densidad ósea en cadera y columna, si bien al abandonar el tratamiento esta ha demostrado ser reversible. De todos modos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda cautela frente a estos tratamientos especialmente en adolescentes, ya que esta pérdida puede afectar al desarrollo normal y completo de la estructura ósea. Este organismo de la ONU recomienda acotar las inyecciones entre los 18 y los 45 años.
  • Permiten una reversión de la fertilidad inmediata: mientras que las inyecciones hormonales requieren de un tiempo específico para normalizar la ovulación y devolver la fertilidad, “en el caso de los anticonceptivos de larga duración, así como en las píldoras anticonceptivas, la reversión se produce de inmediato, a lo sumo en dos meses”, señala el doctor del citado hospital madrileño.
  • No obligan a una atención constante: precisamente su larga duración hace que la persona deba preocuparse solamente de fechas muy concretas cada bastantes meses o años para renovar el método anticonceptivo, cosa que no sucede con las píldoras, donde un descuido puede alterar todo el tratamiento.