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¿Qué debemos saber de la alergia al pescado?

Un plato de pescado.

Mercè Palau

El pescado tiene unas propiedades saludables y beneficiosas destacadas: brinda proteínas de alta calidad fáciles de digerir y, además, es una fuente importante de yodo. Sin embargo, para algunas personas tiene una cara no tan amable. Este alimento es uno de los que de forma más común provoca una alergia alimentaria. 

De hecho, se trata del tercer alimento que causa alergia alimentaria con más frecuencia, por detrás del huevo y de la leche, en los niños. Aunque puede aparecer a cualquier edad, lo más común es que se manifieste a partir de los dos años, coincidiendo con la introducción en la alimentación del niño. Pero los adultos no se escapan; la alergia al pescado representa en este sector de la población el 12-14% de las alergias alimentarias. 

Además, puede ocurrir con frecuencia que esta alergia coexista con otros grupos de alimentos. 

Qué causa la alergia al pescado

Las alergias en general están causadas por una respuesta inmunitaria anormal a un desencadenante de alergia que, de otra manera, sería inofensivo: el alérgeno. Cuando esto sucede, el sistema inmunitario libera una sustancia conocida como inmunoglobulina E (IgE), que hace que las células sanguíneas liberen histamina en el torrente sanguíneo. 

En el caso del pescado, casi todas las alergias están relacionadas con la proteína parvabúlmina, presente sobre todo en el tejido muscular del pescado. Esto explicaría por qué especies como el atún, con mayor presencia de tejido muscular rojo, se toleran mejor, porque tienen un bajo contenido de parvalbúmina.

Como demuestran algunos estudios científicos,  el nivel de parvalbúmina es hasta 100 veces mayor en especies como la carpa que en otras como la caballa o el atún. En España, como admite la doctora Mar Fernández-Nieto, médico adjunto del Servicio de Alergología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, “el gallo y la merluza son los pescados más frecuentemente implicados en los casos de alergia”. 

Además, hay que precisar que una persona alérgica a un tipo específico puede tolerar otros pescados de otras familias y también el marisco. El tipo de pescado implicado varía en función de patrones como los hábitos alimentarios y la cultura gastronómica de cada país.

Debe tenerse en cuenta también que las parvalbúminas son muy tolerantes al calor, lo que significa que no se descomponen fácilmente, ni siquiera tras horas de cocción. Por tanto, podemos ser sensibles tanto a un trozo de salmón al horno como al sashimi crudo.

La sensibilización de las personas al pescado puede presentarse de varias formas: mediante la exposición a través de la ingesta (que es la principal vía); a través del sistema respiratorio; o por contacto con la piel. Por tanto, la alergia al pescado puede desencadenarse no solo al comerlo sino también al tocarlo o consumir alimentos que usan subproductos del pescado. 

“Muchos alimentos preparados, como gelatinas o complementos alimenticios, pueden contener trazas de pescado”, aclara Fernández-Nieto, que destaca también que el pescado es un alérgeno de declaración obligatoria cuya presencia tiene que indicarse en los menús de restaurantes, en el etiquetado de comidas preparadas, etc. 

Cuáles son los síntomas de la alergia al pescado

Cuando una persona se expone a un alérgeno alimentario pueden aparecer diferentes síntomas sugestivos de una  reacción alérgica, que pueden ser de leves a más graves. Entre las manifestaciones clínicas más habituales de la alergia al pescado se encuentran signos cutáneos como urticaria; síntomas digestivos como dolor abdominal, náuseas, vómitos o diarrea; o manifestaciones respiratorias, como tos o asma, que aparecen sobre todo tras la inhalación de los vapores de cocinado. 

Cómo sé si tengo alergia al pescado 

Una alergia al pescado puede reconocerse por la aparición de síntomas poco después de haber comido pescado. Pero, para confirmar con certeza que el pescado es la causa, un alergólogo es el que realizará las pruebas necesarias. En la mayoría de los casos suelen usarse dos tipos de pruebas mínimamente invasivas.

Las pruebas cutáneas en piel, mediante el método prick-prick, consisten en realizar una punción con el pescado sospechoso en la epidermis del paciente. Si se es alérgico, se desarrollará un habón al cabo de unos minutos. 

También puede diagnosticarse mediante pruebas más sofisticadas como las moleculares en sangre, para verificar la presencia de parvalbúminas y otros alérgenos del pescado.  Según una investigación publicada  en Frontiers in Allergy, el diagnóstico de la alergia al pescado es más complejo que el de otras alergias debido a la variedad de especies, la cantidad de alérgenos que contienen y los métodos de procesamiento del pescado que pueden alterar la composición y reactividad IgE.

En cualquier caso, a día de hoy la eliminación del pescado responsable de la dieta es la única forma de evitar la alergia, una medida que incluye también siempre leer todas las etiquetas de los alimentos y preguntar cuando vayamos a comer a un restaurante antes de consumir un plato.

Para Fernández-Nieto es muy importante también, en el caso de que ya estemos diagnosticados de alergia, llevar siempre encima el autoinyector de adrenalina, un “salvavidas” para las personas alérgicas.

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