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Delirium hospitalario: qué es y cómo abordarlo

El estado confusional agudo o delirum hospitalario es un trastorno de origen psicológico que se da en personas mayores hospitalizadas y que puede tener graves repercusiones tanto sobre la salud física como la mental de la persona, a veces incluso derivando en la demencia irreversible o la muerte. La desorientación, el aumento de la ansiedad, la dificultad para pensar con claridad o la depresión son algunos de sus síntomas. Generalmente, si la estancia no se alarga, suelen ser reversibles.

Las causas directas de este cuadro se relacionan con la tensión psicológica y el estrés que genera en la persona el estar fuera de su ambiente, sus rutinas y su intimidad, rodeado de personas extrañas y además en condiciones de salud precarias, lo que contribuye a la merma inmunitaria y neurológica. Hay que tener en cuenta que si, para el común de las personas la hospitalización significa una situación desagradable, para los ancianos el umbral de tolerancia es mucho más reducido.

Además, el delirium hospitalario es una situación con un gran coste económico y social, puesto que la persona enferma que padece este trastorno requiere una mayor atención por parte del personal sanitario, la cual genera a su vez un plus de estés en el mismo, disminuyendo su eficiencia. Tanto por estos motivos como con el fin de aminorar el sufrimiento y mejorar la salud durante la estancia de los pacientes aquejados, los hospitales diseñan estrategias que combatan este estado confusional agudo.

Programa del Paciente Frágil

El Hospital Universitario Infanta Elena, integrado en la red sanitaria pública madrileña, ha puesto en marcha el Programa del Paciente Frágil para conseguir que los pacientes mayores ingresados tengan el menor deterioro funcional posible durante su estancia hospitalaria. El programa tiene tres direcciones prioritarias.

  • La primera es la creación de protocolos para detectar aquellos pacientes que ingresan y que son más susceptibles de padecer delirium.
  • La segunda es un programa específico para tratar y aminorar el delirium cuando se produce. 
  • La tercera consiste en una estrategia de prevención en todos los ámbitos hospitalarios de este trastorno, de modo que el hospital sea percibido de entrada como algo más humano y menos ajeno y estresante.

Por el momento el programa está demostrando su eficacia, ya que desde su instauración más de 200 pacientes con riesgo han sido objeto del él, con un 80% de éxito en lo que se refiere a su vuelta a la vida normal sin haber mostrado síntomas del problema. Para ello ha sido fundamental la identificación temprana del o la paciente sensible a sufrir el trastorno.

“Los pacientes frágiles son muchos y su definición es compleja”, explica la doctora María Herrera, jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario Infanta Elena y responsable del proyecto en el centro, “pero algunos factores pueden ayudar a decidir su inclusión en el programa, como sufrir pérdida de peso, disminución de la velocidad de marcha o sarcopenia”.

En cuanto la persona con riesgo es detectada, se le aplica el plan específico citado como segundo objetivo del programa. En primer lugar, se le propone una tabla de ejercicio físico diario adaptado a su edad y enfermedad, que se realizará con ayuda de los familiares y el personal sanitario. Estas rutinas se verificarán por una pulsera de actividad que se le dará al paciente en el momento de su ingreso. También se promueven los autocuidados como el vestirse solos, el ir solos al baño, el uso de espesantes en el caso de pacientes con dificultad para deglutir, etc.

Finalmente, la tercera pata es una estrategia de 360º para aminorar el riesgo de que los pacientes sensibles sufran el trastorno. Para ello se han creado protocolos de medicación y extracción de sangre para análisis que respeten sus horas de sueño y por tanto reduzcan las interrupciones nocturnas.

Objetos familiares en la habitación

También se fomenta la presencia de objetos familiares en la habitación, como fotografías, ropa de casa, zapatillas, algunos elementos decorativos e incluso muebles, que ayuden al paciente a situarse. Adicionalmente, se extienden tanto por habitaciones como por pasillos numerosos calendarios y relojes que impiden que la persona enferma pierda la noción del tiempo y el paso de los días.

La doctora Herrera termina explicando que “el programa adapta el hospital al paciente, en lugar de que sean los pacientes quienes tengan que hacer ese esfuerzo”, y añade que gracias a él “se mejora la funcionalidad del paciente y la relación familiar, fomentado así el cuidar bien y dejarse cuidar, tan importante en las fases avanzadas de la vida”.

De este modo se incrementan las posibilidades de que la persona ingresada se vaya de alta sin haber perdido actividades básicas de su vida diaria, como la deambulación, la continencia y otras, lo que evitará que termine siendo derivada a residencias u hospitales de apoyo y por tanto asegura un menor índice de depresión.