Que el verano no te coja desprevenido: cómo actuar en caso de mareos, lipotimias, desmayos o golpes de calor
Durante los meses de verano, cuando las temperaturas son elevadas, nuestro cuerpo tiene que luchar para mantener las condiciones internas más o menos equilibradas y para que la temperatura interior ronde los 37,5ºC. Para conseguirlo, tenemos una variedad de reflejos que se activan como respuesta a la lucha contra estas altas temperaturas.
Pero esto no siempre es posible, lo que explicaría por qué en verano aumenta el riesgo de sufrir mareos, golpes de calor, lipotimias y desmayos como efecto del aumento de los viajes en coche, las altas temperaturas y la deshidratación. Ante este escenario, es importante saber qué hacer cuando aparecen.
Disfrutar del sol sin riesgo de sufrir una lipotimia, más común en verano
La lipotimia es uno de los principales riesgos de las altas temperaturas. Solemos identificarla rápidamente en forma de sudoración y pérdida de líquidos y la vasodilatación puede acabar disminuyendo el flujo sanguíneo del cerebro, lo que termina en una sensación de mareo y, en algunos casos, de pérdida de conciencia momentánea.
Desde la Escuela de Enfermería del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, que nos da algunas pistas sobre cómo actuar frente a determinados problemas más habituales en verano, advierten de que algunos de los pasos más importantes a seguir para atender a alguien que sufre una lipotimia no pasan ni por dar de beber ni de comer ni por mojar la cara ni levantarla rápidamente, como suele pensarse de forma errónea.
Sí es clave, en cambio, mantener a la persona tumbada en el suelo con la cabeza protegida, las piernas levantadas en un ángulo de 45 grados para mejorar su flujo neuronal y cardiaco y con la cabeza hacia un lado para evitar que vomite. Es fundamental también aflojar cinturones o corbatas para que pueda respirar mejor, así como evitar que se acumule mucha gente alrededor y taparla si siente frío.
Si, en vez de una lipotimia, la persona se ha desmayado, los expertos aconsejan comprobar que respira bien. De no ser así, deberá empezarse la reanimación cardiopulmonar o RCP y llamar al 112 enseguida si no da señales.
Golpe de calor, un problema que obliga a actuar rápido
Las enfermedades relacionadas con el calor se producen cuando el cuerpo no es capaz de regular la temperatura que aumenta de forma rápida y peligrosa. Para que este funcione con normalidad, necesita una temperatura constante por debajo de los 37ºC, de acuerdo con la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). En los días de mucho calor, nuestro organismo pone en marcha sus mecanismos de defensa, como la expulsión de calor en forma de sudor. Cuando el cuerpo no puede enfriarse por sí mismo es cuando se produce el golpe de calor.
Un problema que afecta, sobre todo, a lactantes y niños menores de cuatro años porque no tienen tanta capacidad para regular la temperatura; personas mayores de 65 años porque disminuye la sensación de sed y se alteran los centros de termorregulación del organismo; así como embarazadas y personas con afecciones crónicas como diabetes, enfermedades cardiovasculares, respiratorias, renales o neurológicas, de acuerdo con la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
Si esto sucede, pueden aparecer sobre todo síntomas como mareos, aumento de temperatura, dolor de cabeza y sed intensa. El golpe de calor es la patología por calor más grave y, además de los signos y síntomas anteriores, se observan alteraciones neurológicas —alteración del comportamiento, del nivel de conciencia o convulsiones—, además de temperatura corporal, que puede, incluso, exceder los 40ºC. Por tanto, estamos frente a una emergencia médica frente a la que hay que actuar rápido.
Hacerlo sin demora es clave: el objetivo es conseguir una temperatura de 38,5-30ºC en la primera hora y de 38ºC en la segunda. Lo primero, por tanto, es trasladar a la persona a un lugar con sombra y fresco, sentada con la cabeza elevada, para que empiece a perder calor. Es importante además aflojar la ropa y empezar a aplicar medidas de enfriamiento con compresas frías. También ayudará administrarle, si está consciente, pequeños sorbos de agua fresca. Una vez recuperada, lo más recomendable es acudir a Urgencias.
Viajes en coche sin sorpresas, sobre todo si vamos con niños
Otro de los grandes clásicos de verano son los viajes y, si vamos en coche, tendremos que incluir en nuestro plan de vacaciones el riesgo de que se mareen. Esto ocurre porque sus sentidos les están engañando: la vista les envía señales de que están quietos mientras que sus oídos perciben la sensación de que se mueven.
Evitar que esto suceda pasa, según el doctor José Miguel Villacampa Aubá, otorrinolaringólogo de los hospitales universitarios Infanta Elena y Fundación Jiménez Díaz, por colocar al niño de manera que pueda ver el paisaje y evitar que se dediquen a juegos que requieran mucha concentración. Tampoco es aconsejable que coman o beban mucho antes de viajar porque, además de marearse, aumentará el riesgo de vómito. “Lo ideal es situarlo en la banqueta del medio en el coche para que pueda verlo todo”, reconoce el experto.
Vértigo, un problema no exclusivo del verano pero que sí puede agravarse
Aunque el verano no influye en el vértigo, sí es verdad que el calor y el riesgo de deshidratación puede aumentar, como hemos visto, el riesgo de padecer síntomas parecidos —inestabilidad, malestar, náuseas o vómitos— que no suelen durar más de dos días. Son síntomas que podremos atenuar guardando reposo en la cama, en una habitación con luz tenue o sin luz y con la medicación que haya prescrito el médico.