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Seis empresas que se preocupan por su huella ambiental y están trabajando para reducirla

Todas las empresas generan un impacto ambiental en los entornos en los que actúan, unas más que otras, pero ninguna está exenta de ello. Cuando hablamos de “impacto ambiental” nos referimos a las consecuencias que produce en nuestro entorno natural el desarrollo de una actividad, el rastro de contaminación que deja en su proceso productivo: la huella ambiental. Indicios que se pueden medir y que permiten conocer cuántos recursos se utilizan y la cantidad de desechos que se generan y, lo esencial, reconocer si ese espacio es capaz de soportarlos sin provocar daños al medio ambiente.

La huella ambiental es un concepto amplio y no debe confundirse con la huella ecológica. Se trata de un método que analiza los impactos ambientales que se pueden generar directa o indirectamente a lo largo del ciclo de vida de un producto. Para ello, se centra en conceptos que definen si el comportamiento de una entidad es sostenible o no.

Conscientes de la problemática actual, cada vez son más las empresas que se preocupan por el impacto que sus acciones generan y están trabajando para reducirlo. No en vano, según revela el Ministerio para la Transición Ecológica ya son más de 600 las empresas que han empezado a registrar su huella ambiental.

La responsabilidad social corporativa, las ventajas competitivas en los mercados extranjeros y la reducción del consumo son solo algunas de las ventajas que pueden encontrar quienes apuesten por ello.

Pero, ¿qué entidades se preocupan por su huella ambiental y qué están haciendo al respecto para mejorarla? A continuación, encontramos seis ejemplos:

Banco Santander

Banco SantanderLa entidad puso en marcha su primer plan de eficiencia energética, denominado 20-20-15, para reducir el 20% del consumo eléctrico y de las emisiones de CO2en tres años. En este tiempo, redujo casi el 18% el consumo de agua por empleado y en un 16,3% el uso de papel.

Entre las medidas implementadas para la reducción del consumo eléctrico y de las emisiones de CO2 destacan la automatización y monitorización energética en sucursales, la instalación de detectores de presencia y regulación de la iluminación y la puesta en marcha de programas para eliminar el papel en la actividad de banca comercial en países como España, Polonia, México, Brasil y Reino Unido.

La entidad ha involucrado a sus empleados en la huella ambiental a través de campañas de concienciación y voluntariado como ‘La hora del planeta’, la mayor acción de sensibilización a nivel mundial organizada por World Wild Fund (WWF).

La propia sede corporativa del grupo, en Boadilla del Monte, conocida como “ciudad financiera”, es un ejemplo de edificios sostenibles, pues cuenta con una cubierta vegetal instalada en los tejados de sus 25 edificios energético-eficientes.

CVNE

La Compañía Vinícola del Norte de España (CVNE) es una bodega familiar que se fundó en 1879 en la localidad de Haro, incluida en la Denominación de Origen Calificada Rioja. En 2013 fue la primera del sector vinícola en reconocer una doble huella ambiental tras calcular la huella de carbono y la hídrica que generaba al elaborar su Cune Crianza. Tras diseñar el proyecto Ecofriendly, el primer paso fue medir la cantidad de CO2 que emitía para producir su vino crianza y la herramienta adecuada para controlarlo fue la huella de carbono. Del estudio se concluyó que la fase con mayor impacto medioambiental era la de envasado y preparación, por la producción de vidrio y la elaboración y transporte de barricas.

En el caso de la huella hídrica, controlaron el volumen de agua dulce usada para producir el producto, medido a lo largo de la cadena de suministro. Concluyeron que con la mitad de uso de agua que la media nacional eran capaces de producir la uva necesaria para la elaboración del vino gracias a la gestión eficiente de las prácticas agronómicas.

Aeropuerto Adolfo Suárez

El aeropuerto madrileño es otra entidad con conciencia medioambiental, ya que ha reducido en 586,1 toneladas sus emisiones de CO2 mediante la optimización energética en el transporte de equipajes, entre otros.

Danone y Apple

Danone y Apple son otros dos buenos ejemplos. La empresa alimentaria trabaja para reducir sus emisiones de CO2 a la mitad antes de 2030. Por su parte, la multinacional tecnológica ha conseguido que el origen del 100% de la energía en todas sus instalaciones proceda de fuentes renovables.

Havi

Havi y Scania han anunciado recientemente una nueva iniciativa para minimizar la huella ambiental de la cadena de suministro de McDonald’s en España. La red logística de McDonald’s recorre más de 400 millones de kilómetros al año para transportar productos alimenticios. Havi España tiene previsto añadir 14 vehículos a gas a la flota que distribuye productos a los restaurantes McDonald’s desde sus centros en Madrid y Barcelona. De ellos, 12 funcionan con gas natural licuado (GNL) y los otros dos con la versión comprimida (GNC).

Estos camiones están diseñados para reducir las emisiones de carbono en los núcleos urbanos hasta en un 20%, y se prevé que la cadena de suministro de McDonald’s llegue a utilizar en el futuro biogás licuado y comprimido que se pueda mezclar con el gas natural o reemplazarlo por completo. Al emplear este biocombustible, la reducción de las emisiones de CO2 llegará hasta un 90%.

¿Cómo se calcula la huella ambiental?

Para conocer la huella ambiental hay que cuantificar una serie de indicadores que hacen referencia al cambio climático y la destrucción de la capa de ozono, así como los impactos sobre la salud humana, la toxicidad de los productos, con y sin efectos cancerígenos, las partículas que se emiten y que afectan al sistema respiratorio, o la radiación ionizante.

El estudio se completa con un análisis de la alteración de la composición química y la pérdida de la capacidad neutralizante del suelo y del agua, conocida como acidificación; o la autrofización, cuando se acumulan residuos orgánicos en el litoral marino o en un lago. También la ecotoxicología, que investiga el efecto que producen los compuestos químicos tóxicos sobre los seres vivos y el consumo de recursos hídricos, minerales y fósiles.

La norma internacional ISO 14046, con entrada en vigor en el año 2014, marca los principios, requisitos y directrices para la gestión de la huella hídrica. Las empresas e instituciones que pretendan reducir su impacto ambiental tienen en ella toda la información necesaria para ejecutar un plan de acción eficaz.