No son aquellos productos que verás anunciados en televisión a una mujer delgada y de aspecto saludable y que te sonríe desde su complacida madurez apuntalada; tampoco los clásicos que se asocian a los jovencitos de músculo marcado, barba bien cortada y vaquero ceñido. Son más bien unos discretos 'malditos', de aquellos que se piensa “pero esto: ¿no quedamos en que engorda?” cuando alguien te comenta que tienen virtudes.
Y sin embargo las tienen: aportan elementos a tu dieta que no están presentes en otros productos, sobre todo a nivel de minerales y vitaminas, pero también en cuanto a fibras o ácidos grasos esenciales. Debe quedar claro que este artículo no recomienda abusar de ellos, sino que habla de la conveniencia de incluirlos en una dieta variada y de ingesta moderada.
1. Aguacate
El aguacate es una fruta rara porque en lugar de aportar azúcares su principal fuente de calorías son las grasas, sobre las monoinsaturadas como el ácido oleico, el mismo que presenta el aceite de oliva y que interviene en los niveles del 'colesterol bueno o HDL', que es el que llega a las células para su consumo, evitando deponerse en las arterias.
Es además rico en potasio -evita los calambres al mantener el tono muscular- y magnesio y pobre en sodio. Aporta además pro-vitamina A o betacaroteno, vitamina E -mejora el sistema cardiovascular- y varias vitaminas del grupo de las B como la B6 o Piridoxina, importante en el mantenimiento del sistema nervioso.
2. Plátano
Es otra fruta peculiar por su textura y su alto contenido en hidratos de carbono, que no grasas, de las que carece. No obstante, al igual que el aguacate, supone un gran aporte de energía inmediata para aquellas personas que vayan a hacer un deporte intensivo, así como de potasio, que ayuda a mantener el tono y la contracción muscular.
Tiene además fibra, siempre necesaria, y con efecto laxante. Por otro lado, cuando está maduro aporta sustancias astringentes que pueden ayudar a personas con diarrea. En el campo de las vitaminas, aporta provitamina A, vitamina C y ácido fólico, fundamental para prevenir anemias.
3. Quesos
Los quesos son muy grasos, es cierto, sobre todo en grasas saturadas de origen animal, por lo que conviene no abusar de ellos. Pero eso no quiera decir que se un alimento del que haya que huir, al contrario: son muy ricos en proteína de alta calidad y nos aportan numerosas vitaminas como la importantísima vitamina D, la K2 o el retinol. Además nos proveen de calcio y zinc.
4. Morcilla de Burgos
La morcilla es un alimento hecho en base de sangre animal, por lo que es rico en hierro y zinc, así como alto en proteínas y relativamente pobre en calorías. Cuando es de Burgos, como contiene arroz mezclado, suma este importante aporte calórico del cereal, pero no deja de ser una combinación que resulta muy completa para personas activas y que practican deporte con asiduidad. Si el arroz es integral, una par de rodajas de morcilla pueden funcionar como plato único, con fibra incluida.
5. Huevos con bacon
Sí, el clásico desayuno de los working class y la marinería de la Royal Navy tiene pinta de dejar tu sangre convertida en plastilina al primer bocado, pero además de mucha grasa contiene numerosos elementos valiosos, sobre todo vitaminas y proteínas de alta calidad.
Además, el colesterol del huevo, a parte de ser bueno, ha quedado descartado como responsable de las enfermedades coronarias y lo mismo ocurre con las grasas saturadas del bacon. Eso sí, no es un buen candidato para ser el 'desayuno nuestro de cada día', ya que además de calorías tiene mucha sal. Pero no está mal para introducir variedad en la dieta.
6. Patatas
Las patatas, sobre todo si son fritas, pueden ser una abomba calórica, pero también suponen un aporte de fibra vegetal y de potasio, magnesio, hierro y calcio. En el campo de las vitaminas es donde destacan más, ya que nos aportan vitamina A,C, B12, D y B6. Por lo tanto, el clásico plato de judías verdes con patatas además de rico y apetitoso en invierno, es de lo más completo que puede haber. Sobre todo si le añadimos unas lonchas de bacon para aportar la grasa y la proteína.
7. Salmón ahumado con mantequilla
Parece una combinación satánica desde el punto de vista nutricional. Pero si se deja de un lado la cantidad de grasas saturadas que aporta este acompañamiento para tostadas y se valora su aporte en vitaminas -por parte de la mantequilla- y en ácidos grasos Omega-3 -de la parte del salmón-, resulta que es una deliciosa manera de suplementarse.
Los ácidos Omega-3 son esenciales para nuestra fisiología porque intervienen en múltiples funciones y reducen el riesgo de enfermedades coronarias. Además se cree que favorecen la actividad cerebral y combaten los procesos depresivos, aunque no hay estudios concluyentes al respecto. Por otro lado, no los podemos fabricar a partir de otras sustancias y los tenemos que obtener del alimento, ya sea el pescado azul, de algunos frutos secos como las nueces o de aceites como el de lino.
Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete al boletín de ConsumoClaro
suscríbete al boletín de ConsumoClaroAdemás te recomendamos:
Colesterol malo: seis cosas a comer y otras seis a moderar para mantenerlo bajo control
Colesterol malo: seis cosas a comer y otras seis a moderar para mantenerlo bajo control