Intolerancia a la lactosa: 6 preguntas para aclararnos de una vez

Foto: Joe Loong

Jordi Sabaté

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En muchas familias el tema de la intolerancia a la lactosa y la leche sin ella se ha convertido ya en una cuestión casi de Estado. A unos miembros les gusta la leche normal y corriente además de entera, pero otros se empeñan en comprar leche sin lactosa porque han leído u oído que es más saludable, que adelgaza al quitar el azúcar o que hincha menos la barriga.

¿Qué hay de cierto en ello? Tienen los beneficios de la leche sin lactosa base científica o son leyendas urbanas, mitos y malos entendidos? A continuación te lo respondemos a través de las seis preguntas sobre la intolerancia a la lactosa más comunes.

1. ¿Es la lactosa mala? 

La lactosa no es ni buena ni mala, simplemente es el azúcar propio de la leche, que se encuentra en una proporción del 5%. Se trata de un disacárido formado por una molécula de glucosa y otra de galactosa, un azúcar que en el hígado se transforma en glucosa. La lactosa no se puede absorber por vía intestinal, pero sí la glucosa y la galactosa por separado.

Para romper la lactosa de modo que se pueda absorber tenemos la enzima lactasa, muy abundante en los bebés pero que con la edad vamos perdiendo, ya que se supone que no nos debemos alimentar de leche.

No obstante, evolutivamente nos hemos acostumbrado a alimentarnos también de leche, a diferencia de otros mamíferos, y por eso la mayoría de las personas mantenemos ciertos niveles de producción de lactasa.

2. ¿Por qué se produce la intolerancia a la lactosa?

Algunas personas, y algunas razas -por falta de costumbre de consumir leche- pierden tras la infancia la capacidad de producir la enzima lactasa y, por tanto, de romper la lactosa. En consecuencia, este azúcar pasa por el intestino sin romperse ni absorberse y llega a la flora intestinal, donde es consumido por las bacterias, que producen gases y agua.

La consecuencia, que no siempre se manifiesta, pueden ser desarreglos intestinales, cólicos, diarreas y deshidratación. Es una cuestión relativa en adultos, pero conviene vigilarla en niños. Por otro lado, la producción de lactasa puede desactivarse si no se toma lactosa o activarse si se toma, por lo que poblaciones que no suelen consumir leche, al hacerlo, padecen desarreglos al principio pero luego acaban acostumbrándose. En estos casos hablamos de intolerancia transitoria frente a la permanente.

3. ¿Son las personas intolerantes a la lactosa mayoría en el mundo? 

Solo un 3% aproximado de los menores y un 5% del total de personas somos intolerantes permanentes a la lactosa. Dicha intolerancia, por otro lado, debe ser verificada por un médico mediante pruebas de diagnóstico que implican análisis de sangre y biopsias.

Es decir: la inmensa mayoría somos tolerantes a la lactosa. Otra cuestión es que si nos pasamos años sin probar la leche, después nos cueste activar la producción de la enzima lactasa y nos convirtamos en intolerantes transitorios.

4. ¿Cómo sé si soy intolerante a la lactosa?

Los síntomas más comunes de la intolerancia a la lactosa son:

  • Digestión pesada tras tomar leche.
  • Cólicos intestinales, es decir retortijones.
  • Gases y flatulencias con ventosidades recurrentes e incontrolables.
  • Diarrea inducida por la malabsorción intestinal y la inversión de la presión osmótica a través de las paredes intestinales.
  • Náuseas en algunos casos de intolerancia muy pronunciada.

Si cada vez que ingerimos leche padecemos alguno de estos síntomas, podríamos ser intolerantes permanentes a la lactosa, es decir estar dentro de ese 3-5% de europeos que maneja la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria), pero estos indicios son de todos modos muy relativos.

5. ¿Causa la lactosa hinchazón de barriga?

Los síntomas de la intolerancia a la lactosa pueden ser, en efecto, gases, pero se expresan en el intestino grueso, no en el estómago, en forma de flatulencias, no de hinchazón de estómago. Este último fenómeno se produce por otro tipo de fenómenos de rechazo alimentario relacionados con alergias poco definidas.

6. ¿Es más saludable la leche sin lactosa?

Una argumentación no solo sin base alguna sino también ilegal si figura en el etiquetado de este tipo de leche. La Autoridad Europea se Seguridad Alimentaria (EFSA) ha emitido un dictamen en el que advierte que está prohibido emplear el reclamo health claim (alegación saludable) para la eliminación de la lactosa de un producto. Todavía no se ha demostrado que, para un individuo sano, la ausencia de lactosa repercuta positivamente en la digestión.

Por otro lado, lo que hacen las empresas lecheras para eliminar la lactosa no es quitarla, sino romperla tal como haría el aparato digestivo de los que somos tolerantes. Es decir, le añaden lactasa para que la rompa en glucosa y galactosa, azúcares que sí pueden ser absorbidos por el intestino de los intolerantes. Para ello emplean levaduras y bacterias inocuas y específicas.

Por lo tanto, la leche sin lactosa sigue teniendo exactamente la misma proporción de azúcares que la leche con lactosa, en torno a 5 gramos por cada 100 gramos. Queda así claro que la leche sin lactosa no es ningún remedio para consumir una leche con menos azúcares.

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