¿Pueden intoxicarnos los empastes de plata de nuestras muelas?

María, socia y lectora de eldiario.es nos escribe la siguiente petición: “Hola, podríais aclarar un poco la polémica sobre si las amalgamas dentales de plata con mercurio son tóxicas? Y si conviene quitarlas o no”. Por su parte otro socio con el nombre de usuario de Chifus también nos conmina a hablar del tema en los comentarios de nuestro artículo sobre el triclosan y asegura que “en España las llevamos más del 80% de la población”.

Lo cierto es que, tal como se refleja en esta publicación, desde su popularización a principios del siglo XIX, la amalgama de plata -que en realidad contiene un 30% de plata, un 50% de mercurio y un 20% de otros metales, entre ellos el estaño, el cobre y el zinc- ha arrastrado una ardua polémica sobre su posible toxicidad por la liberación del mercurio del empaste a la sangre.

La OMS recomienda no usarlas

Dicha polémica ha provocado cismas en asociaciones de odontólogos e incluso prohibiciones que con el tiempo se han levantado para finalmente volver a decretarse en los últimos años por parte de la Unión Europea (UE), a raíz de las recomendaciones de la OMS, que considera las amalgamas como potenciales fuentes de mercurio tóxico, si bien no certifica que dicha intoxicación se produzca por sistema.

En concreto la OMS dice: “La amalgama dental es una fuente de exposición potencialmente importante ya que puede contener hasta 50% de mercurio elemental. Se libera como vapor, iones o partículas finas y puede inhalarse o ingerirse. Aunque no se han demostrado efectos adversos para la salud, el uso de la amalgama dental está disminuyendo rápidamente. La amalgama también puede representar un riesgo laboral para los dentistas y puede causar la liberación de mercurio a la atmósfera durante la cremación”.

En cuanto a la prohibición de la UE, subrayar que no es total: afecta a menores de 15 años, dientes de leche, embarazadas y mujeres que dan el pecho. Así que podríamos decir que, en efecto, se considera a las amalgamas de plata como potencialmente tóxicas. Pero dichas restricciones también se producen para cumplir con el Convenio de Minamata, firmado en Japón en 2013 y que establecía una serie de pautas para cumplir con la reducción del uso de mercurio en las diferentes industrias con el fin de limitar su presencia en el medio ambiente dada su toxicidad.

La toxicidad del mercurio

El mercurio es un elemento de elevada toxicidad, tal como explicamos en Pescado azul y verano: ¿hasta qué punto es saludable?. Según la OMS, “tanto el mercurio elemental como el metilado son tóxicos para el sistema nervioso central y periférico. La inhalación de vapor de mercurio puede producir efectos nocivos en los sistemas nervioso, digestivo e inmunológico, los pulmones y los riñones, y puede ser fatal. Las sales inorgánicas del mercurio son corrosivas para la piel, los ojos y el tracto gastrointestinal y pueden inducir toxicidad renal si se ingieren”.

“Pueden observarse trastornos neurológicos y de comportamiento después de la inhalación, ingestión o aplicación dérmica de diferentes compuestos de mercurio”, prosigue la OMS: “Los síntomas incluyen temblores, insomnio, pérdida de memoria, efectos neuromusculares, dolores de cabeza y disfunción cognitiva y motora. Se pueden observar signos subclínicos leves de toxicidad del sistema nervioso central en trabajadores expuestos a un nivel de mercurio elemental en el aire de 20 μg / m3 o más durante varios años”.

El organismo también destaca que “se han reportado efectos renales e inmunitarios”, aunque destaca que “no hay evidencia concluyente que vincule la exposición al mercurio con el cáncer en humanos”, si bien reconoce que “Los niños son especialmente vulnerables y pueden estar expuestos directamente al comer pescado contaminado”.

También pone énfasis en que “el metilmercurio bioacumulado en el pescado y consumido por mujeres embarazadas puede ocasionar problemas de desarrollo neurológico en el feto en desarrollo. La exposición transplacentaria es la más peligrosa, ya que el cerebro fetal es muy sensible. Los síntomas neurológicos incluyen retraso mental, convulsiones, pérdida de visión y audición, retraso en el desarrollo, trastornos del lenguaje y pérdida de memoria”.

Un material en desuso

LA OMS se refiere en sus escritos a la toxicidad de altas dosis de mercurio, ya sea por exposición atmosférica en zonas industriales o bien por intoxicación por una excesiva ingesta de pescado que lo acumule. No obstante expone sus dudas ante la intoxicación desde las amalgamas si bien no la descarta ni la ve imposible y recomienda abandonar su uso.

Pero el caso es que actualmente dicho uso es residual, según el presidente del Consejo General de Dentistas de España, Oscar Castro Reina, ya que “en España en la actualidad el uso de empastes de mercurio es casi anecdótico; por tema estético y otras cuestiones, se han visto desplazados por los composites”. El problema que presentaban estos empastes es que se ennegrecen en contacto con la saliva y adquieren un aspecto poco agradable a la vista, como si la muela estuviera en descomposición.

Actualmente se emplean resinas sintéticas, denominadas genéricamente “composites”, que mantienen el color, no emplean metales y son también de una elevada durabilidad. No obstante, algunos odontólogos creen que el composite también puede producir problemas, ya que algunas de las sustancias de degradación que contienen se consideran disruptores endocrinos, y aseguran que “se han demostrado efectos tóxicos en el genoma humano con toxicidad celular y capacidad mutagénica”.

¿Debemos pedir que nos las quiten?

Hay que tener en cuenta que son tal vez cientos de miles de personas las que en España conserven todavía en sus muelas estas amalgamas, por lo que la pregunta es procedente. Castro Reina asegura que las amalgamas son completamente seguras, y de la misma opinión es el propio Consejo, que lo expone en una nota de prensa donde destaca que la FDA norteamericana ha confirmado su absoluta inocuidad para la salud.

De hecho niega que sea recomendable la retirada de los empastes en las personas que actualmente los conserven, a pesar de que un informe de expertos toxicólogos de 2008 realizado para el gobierno sueco aseguraba que uno de cada cien portadores de amalgamas padecen enfermedades autoinmunes por su causa.

La retirada de las amalgamas no parece ser tanto un problema de coste como de que su extracción supone un peligro para los dentistas por el riesgo de inhalación de vapores o contacto con el metal, así como que su eliminación sin afectar al medio ambiente exige unos protocolos complejos y costosos.

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