“¿Te sobran tres millones?”: qué hay detrás de la plaga de virales de viviendas que jamás podremos comprar

Juanjo Villalba

23 de septiembre de 2024 22:32 h

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Los tragicómicos vídeos del dúo Pantomima Full se han caracterizado en los últimos años por retratar, con un humor muy fino, algunos de los arquetipos que nos rodean. Desde la parejita conformista al pijo rebelde, pasando por el canallita, el coach para ligar o el bartender.

Este viernes lo volvieron a hacer. En esta nueva entrega, uno de los integrantes del grupo, Rober Bodegas, interpretaba a un consultor inmobiliario de fincas de lujo. El vídeo parodiaba una nueva tendencia de vídeos, publicados especialmente en TikTok, en los que profesionales de este ramo —habitualmente jóvenes y extremadamente dinámicos—, muestran pisos y casas de alto standing ubicadas normalmente en zonas privilegiadas de Madrid como el barrio de Salamanca, Goya o La Moraleja. Para hacerse una idea de lo que estamos hablando, quizá lo mejor es ver un ejemplo:

En esta misma línea, Bodegas mostraba con su mejor sonrisa un piso “ideal para independizarte” que costaba 2.400.000 euros. La parodia dura un minuto, lo habitual en el dúo. En este caso, sin embargo, decidieron alargarlo un poco más. 

En el epílogo, el plano se estrecha del formato 16:9 habitual de YouTube al 4:3, más antiguo y claustrofóbico. Este sutil cambio nos conduce a la verdadera vida del vendedor: comparte piso con otros dos chicos en un barrio periférico de Madrid, y su cena no tiene nada de lujosa: solo es una ensalada preparada del supermercado.

Este vídeo, que acumula en el momento de escribir estas líneas más de 370.000 reproducciones, plantea, al menos, dos cuestiones clave. La primera es por qué este tipo de contenidos inmobiliarios se han extendido tanto en los últimos tiempos y por qué resultan tan atractivos para tantas personas y, lo segundo, qué es lo que hay detrás de ellos y qué implicaciones tiene su éxito.

Entre la curiosidad y la indignación

“He de confesar que a mí estos vídeos me divierten mucho”, asegura Ana de Zaragoza. “De hecho, sigo a alguna de estas empresas a pesar de que son pisos de Madrid y que yo jamás me podré comprar uno de ellos. Me gusta ver cómo son por dentro, la distribución, los muebles… Aunque solo sea para criticarlos”. 

Ana reconoce que también se siente entre fascinada y extrañada de la cantidad de pisos de lujo que hay a la venta. “Me parece un poco raro que haya tanta vivienda disponible en el barrio de Salamanca y casi siempre con vistas al Retiro. Pisos enormes de tres, cinco o siete millones. También me pregunto quién compra esas casas porque yo conozco a un chico que es un ejecutivo importante en una empresa en la capital, casado con una chica que también tiene un sueldazo, y han estado muchísimo tiempo buscando comprar un piso en Madrid. Al final lo han encontrado, van a pagar más de un millón y es un piso muy normalito”.

Sigo a alguna de estas empresas a pesar de que son pisos de Madrid y que yo jamás me podré comprar uno de ellos. Me gusta ver cómo son por dentro, la distribución, los muebles… Aunque solo sea para criticarlos

“Creo que este tipo de vídeos de consultores inmobiliarios enseñando pisos de precio inalcanzable triunfan tanto en las redes porque somos muy curiosos y queremos saber cómo son las viviendas de los demás”, opina Janira Planes, periodista analista de cultura digital. “Además, esta curiosidad se ha agudizado mucho en un momento como el actual, en el que comprar una vivienda se está convirtiendo en algo aspiracional”. 

De cualquier modo, Planes señala que este fenómeno tampoco es algo estrictamente nuevo, sino que supone una versión actualizada de pasar el rato mirando el catálogo de una inmobiliaria que nos han echado en el buzón o de lo que en Estados Unidos se llama zillow surfing, “que consiste en entrar en el equivalente yanqui de Idealista, Zillow.com, y tirarse horas mirando casas, viendo cómo son por dentro, cuánto cuestan, etc.”.

Otra de las razones por las que estos vídeos enganchan, según Planes, es porque tienen una estructura narrativa muy sólida, que sigue el patrón aristotélico de planteamiento, nudo y desenlace: un flujo ordenado que comienza mostrando la ubicación del espacio, sus características principales y cuyo momento de revelación o conclusión es el descubrimiento del precio, que nos genera una emoción, que puede ser sorpresa o indignación.

“Finalmente, no descarto que haya algo de rage bating [enfadar al espectador con la finalidad de conseguir visualizaciones y comentarios]”, señala Planes. “Es decir, mostrar pisos que saben que están muy por encima del precio del mercado, que solo se va a poder comprar un expat o alguien inmensamente rico, para generar engagement (enganche), que se compartan...”. 

¿Rage bating o mercado absolutamente disparado? Una pregunta que, en ocasiones, cuesta un poco responder. Especialmente viendo comparaciones como las que realiza en Twitter la cuenta @erraticorunhes, donde vemos cómo en otras grandes capitales mundiales pueden comprarse auténticos palacios por lo que en Madrid cuesta un piso de 200 metros cuadrados.

¿Dónde queremos vivir realmente?

Entrando un poco más en profundidad, este tipo de vídeos de inmobiliarias se ha convertido, en opinión del filósofo Eudald Espluga, en “un género audiovisual propio de la cultura de la autoayuda en el que la visualización y manifestación mental de nuestros deseos se considera una herramienta propia de la psicología positiva para conseguir aquello que queremos (solo hace falta pensar en los vision boards o en las teorías como la Ley de la Atracción)”.

Para el filósofo, dentro de los entornos ultraliberales y de extrema derecha, ligados a las masculinidades burpee y a los tiburones de los bitcoins, donde el modelo de joven emprendedor de sí mismo es el ideal de éxito, esta psicología positiva se vehicula a través de la cultura del esfuerzo: visualización y trabajo. “Por lo tanto, es ese abismo entre la falta de acceso a la vivienda y la mentalidad tecnocasa lo que visibiliza el vídeo de Pantomima Full: de algún modo, retrata cómo las lógicas especulativas del mercado nos llevan a querer desear cierto tipo de casa (y de vida normativa). Las que condenan al 99% de la población a invertir más de la mitad de su sueldo en tener un cama y una mesilla en un piso compartido con cuatro desconocidos en el extrarradio de los centros urbanos”.

Es ese abismo entre la falta de acceso a la vivienda y la mentalidad 'tecnocasa' lo que visibiliza el vídeo de Pantomima Full: de algún modo, retrata cómo las lógicas especulativas del mercado nos llevan a querer desear cierto tipo de casa (y de vida normativa)

“De hecho –continúa el autor de No seas tú mismo. Apuntes sobre una generación fatigada (Paidós)–, ”la proliferación de estos vídeos inmobiliarios cuestiona de lleno nuestro imaginario doméstico: ¿qué clase de casa queremos tener? ¿Con qué tipo de domesticidad asociamos la posibilidad de una vida buena? ¿Hasta qué punto cierto modelo de vivienda está intrínsecamente ligado a un tipo muy concreto de vida familiar heternormativa, hiperproductiva y dependiente del urbanismo fósil?“

La ciudad no debería ser solo para quien se la puede permitir

Por su parte, desde el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Madrid, Pablo Pérez, su portavoz, afirma que “estos vídeos son el escaparate perfecto de la injusticia que estamos viviendo en Madrid. Mientras miles de familias apenas llegamos a fin de mes y buscamos cómo pagar el alquiler de pisos cada vez más caros, nos inundan con imágenes de viviendas que solo los más ricos pueden soñar”. 

Estos vídeos son parte de la misma maquinaria que está expulsando a la gente de sus barrios y nosotras no queremos una ciudad de escaparates para millonarios, sino una ciudad para vivir, para todos

En su opinión, esto no es una casualidad, sino que “quieren que nos acostumbremos a ver cómo unos pocos viven rodeados de lujo mientras el resto peleamos por una vivienda digna. Madrid es una ciudad cada vez más para los ricos mientras las personas trabajadoras nos vemos empujadas a la periferia o a barrios donde los alquileres no paran de subir o a compartir pisos y habitaciones con muy poca protección”.

“Estos vídeos parecen decirnos que la ciudad está para quien se la pueda permitir –continúa– y la realidad, lo que creemos desde el Sindicato de inquilinas, es que la vivienda es un derecho y no debería ser un lujo. Nosotros lo tenemos claro, estos vídeos son parte de la misma maquinaria que está expulsando a la gente de sus barrios y nosotras no queremos una ciudad de escaparates para millonarios, sino una ciudad para vivir, para todos, donde la vivienda es un derecho y no un privilegio de cuatro ricos”, concluye.