Cuando la accesibilidad no va sobre ruedas: así es viajar en el metro de Bilbao para una persona con movilidad reducida
La expresión 'Mind the gap' es casi un icono más de Londres junto con sus autobuses Routemaster o los taxis. Se repite en las estaciones del suburbano como recordatorio de la distancia entre los vagones y el andén y ya se puede adquirir como taza, postal o camiseta. Sin embargo, lejos de ser algo pintoresco para la mayoría en un viaje habitual en transporte público, para las personas con movilidad reducida puede llegar a convertirse en toda una odisea. También en el metro de Bilbao. Y no sólo por el 'gap'. La falta de ascensores, el poco espacio para colocar una silla de ruedas o la altura en la que se encuentran las canceladoras de billetes o los dispensadores de gel, ahora tan necesarios con la pandemia, son algunas de las dificultades con las que se encuentran estas personas a la hora de viajar en metro.
Josean viaja dos veces por semana de Sopelana a Bilbao y aunque confiesa que el metro “le da la vida” porque sin él no podría viajar, es consciente de las dificultades con las que se encuentra debido a que viaja en silla de ruedas. “Lo que queremos es entrar como cualquier persona. Tenemos el mismo derecho a utilizar el transporte público porque pagamos los mismos impuestos. Mientras yo no pueda utilizarlo al mismo nivel que el resto de ciudadanos no siento que esté teniendo los mismos derechos. Si hay una estación en la que no puedo bajar o no puedo subir ya no lo utilizo como cualquiera y si tengo que hacer un viaje y tengo que planear de antemano dónde puedo subir y dónde puedo bajar ya no estoy utilizándolo como cualquiera”, señala Josean a este diario.
El metro de Bilbao tanto en su página web como en sus estaciones se anuncia como “accesible”. Sin embargo, a pesar de que existan estaciones en las que esa accesibilidad sí que se cumple, hay otras como el caso de Neguri o Berango, en las que la distancia o altura entre coche y andén impiden que se pueda cruzar con una silla de ruedas. “Algo tan simple como ir a la playa de Neguri, yo en silla de ruedas no puedo hacerlo. Y ya no hablo solo de las personas con una discapacidad, personas que hoy están bien, el día de mañana pueden tener un problema de movilidad. No queremos que mejoren las instalaciones solo para nosotros, queremos que las mejoren porque es bueno para toda la sociedad en general”, asegura Josean.
“Hemos visto que en otros transportes como el tranvía o la nueva línea 3 de metro que el andén y el vagón están a la par, una silla de ruedas entra casi directo, sin ningún golpe y sin que se enganche la rueda, como suele pasar. Llevamos años pidiendo que se mejore, pero ellos argumentan que entraña dificultades técnicas y económicas. Ponemos como ejemplo una obra que se hizo en el metro de Valencia en la que se elevó el andén y también de estaciones de este metro como Abando donde la distancia está bien y esa es la prueba de que se puede hacer en todas o al menos intentarlo”, señala Aitor Esturo, responsable de Accesibilidad de Fekoor, la Federación Coordinadora de Personas con Discapacidad Física y/u Orgánica de Bizkaia, que se reúne anualmente con Metro Bilbao para proponerle mejoras.
Alberto Ahumada es de Cantabria, pero ha pasado los últimos cuatro años estudiando en Euskadi. A raíz de una paraplejia causada por una inflamación de médula que tuvo a los 19 años, utiliza una silla de ruedas para moverse, aunque “puede mover un poco y siente las piernas”, según indica. Al igual que Josean, Alberto se mueve por la ciudad en metro. Su parada habitual era Aiboa, en Getxo, entre Neguri y Algorta.
La estación de Aiboa saltó a las noticias en 2019 cuando una pasajera que también iba en silla de ruedas perdió el control al bajar del tren y cayó a las vías de enfrente. Para no quedarse trabada entre el hueco del vagón y del andén, la mujer salió con demasiada potencia y al tener tan poco margen de maniobra, cayó en las vías en el mismo momento en el que el otro tren llegaba a la estación. Al ver la escena, otra pasajera que estaba en el andén saltó a las vías y ayudó a la mujer en silla de ruedas a esconderse en el hueco entre la vía y el andén, de tal manera que el metro pasase a su lado y no las arrollase.
A partir de entonces, en esa parada han colocado una barrera metálica que hace que las personas en silla de ruedas frenen y no se caigan a la otra vía. Para avisar de ello, en la página web de Metro Bilbao, al clicar en Aiboa, aparece una nota a modo de consejo en el apartado de ‘accesibilidad’: “Al subir al tren en otra estación con destino Aiboa, viviendo de Bilbao utilice el último coche”. Esto es así porque, de utilizar el primero, el margen que tienen las personas en silla de ruedas para salir sin peligro a caer en la vía de enfrente es menor.
Alberto nunca ha tenido problemas en la estación de Aiboa y admite, en conversación por videollamada con este periódico, tener muy buena relación con el vigilante, a quien acudía cuando tenía algún problema. “Empezar a usar el transporte público con silla de ruedas es como todo. Tienes que acostumbrarte a muchas cosas nuevas y una de esas cosas es el metro”. Para él, el metro de Bilbao “está bien, pero tiene cosas que mejorar”. Coincidiendo con las demandas de Feekor, uno de los cambios que haría Alberto sería “en las paradas que dejan escalón”. Se refiere al hueco que hay entre el vagón y el andén, que en ocasiones es demasiado amplio, como ocurre en la parada de Astrabudua, donde avisan de la separación por megafonía cada vez que para un tren. En otras ocasiones este hueco no es solo amplio, sino que viene acompañado por una diferencia de altura. El vagón del metro queda unos centímetros por encima del andén, lo que dificulta la salida a las personas con silla de ruedas. “En mi parada (Aiboa), tenía que coger el último porque si cogía el primero me dejaba en una zona donde la distancia era demasiado grande. Una de las primeras veces me quedé atascado y me tuvieron que ayudar y, a raíz de eso, aprendí a coger siempre el último vagón si me iba a bajar en Aiboa”, recuerda Alberto.
Entre los cambios que propone Alberto, también está el de ampliar las zonas o vagones con espacios para personas con silla de ruedas o movilidad reducida. Actualmente, en el interior de cada tren hay una zona reservada para una única silla de ruedas en el primer vagón y en el último, y está señalizada en el suelo y en la ventana. Además cuenta con un cinturón de seguridad (que para Josean “no sirve” porque muy pocos pueden atárselo sin ayuda) y un pulsador rojo para avisar al conductor en caso de querer salir. “Si hay mucha gente, aunque suele ser respetuosa, es más complicado porque solo hay dos sitios en cada metro. Yo no tengo problema en sentarme en otro lugar que no sea ese, me muevo bien, tengo equilibrio y con los movimientos del vagón no me caigo. Me puedo agarrar a cualquier sitio, pero hay personas que no. Si hubiese más zonas para sillas podríamos ir en un vagón normal”, argumenta Alberto.
Otra de las reivindicaciones de las personas con movilidad reducida es que no basta con avisar por megafonía una vez estás dentro del tren de que hay demasiado espacio entre coche y andén en una parada concreta, ni avisar en las pantallas de que un ascensor no funciona, porque cuando esto ocurre se dan cuenta de que no pueden utilizar el servicio una vez ya están allí. “Sería mejor que lo avisasen en la app o en la página web porque las personas como yo planeamos el viaje con antelación, no puedes improvisar porque si un ascensor está roto no puedes viajar, no hay manera y es un rollo llegar y darte cuenta una vez dentro. Si necesitas llegar a un sitio a una hora tienes que planificarlo por eso necesitas la información a tiempo real”, asegura Josean.
Desde Metro Bilbao confirman a elDiario.es/Euskadi que han elaborado un pliego de condiciones para un proyecto que busca reducir la separación Tren-Andén en las puertas de acceso a los trenes en las estaciones de las Líneas 1 y 2 de Metro Bilbao. “Estamos trabajando en un proyecto piloto para resolver ese problema”, aseguran a este periódico. Además, indican que recientemente han implantado mejoras en la accesibilidad de las máquinas expendedoras y canceladoras en colaboración con la ONCE y Gorabide.
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